Todo cambió el 15 de septiembre de 2022 cuando José Luis González, el secretario técnico del Alcoyano por aquel entonces, dijo a los micrófonos de Radio Alcoy que "la salvación del Alcoyano" pasaba por "una venta".
Fue como cuando eres niño y te dicen quién son realmente los Reyes Magos. Es uno de esos secretos que terminan siendo inaplazables, que tarde o temprano se desvelan, aunque eso no hacen menor la decepción.
Dejando de lado lo llamativo que resultó que quien hiciese esas declaraciones fuese el secretario técnico, mientras que el presidente mantenía silencio, la realidad es que desde ese 15 de septiembre las cosas han cambiado: Juan Carlos Ramírez es el káiser del Alcoyano con un 97% de las acciones... cuyo valor se ha devaluado alrededor del 95%.
El empresario activó el desfibrilador, le dio al club la descarga que necesitaba para conjurar un riesgo de deceso que se nos presentaba como probable e incluso empezar a mirar al futuro con otra cara, pero el Alcoyano sigue arrastrando serios problemas: la comunicación es deficiente; brillan por su ausencia los procesos de participación para que la afición sienta que se le toma en cuenta en las decisiones del club; hemos pasado prácticamente una temporada en Primera Federación sin mercadotecnia; seguimos sin una estrategia de visibilización del club que fomente la adhesión de patrocinadores, la ampliación de la masa social e incremente la notoriedad de la entidad; y la Fundación vive en un embrollo continuo, en gran medida por falta de financiación.
La citada falta de conexión con la afición y la ausencia de organización se ha puesto también de manifiesto con la campaña de abonos, de la que hay que destacar negativamente unos precios desorbitados, que la convierten en prácticamente la más cara de toda la categoría en promedio. Hay voces que emplazan a los aficionados a realizar un esfuerzo económico para corresponder a un señor con mucho dinero que, por voluntad propia, ha salvado -con matices- al Alcoyano. Pero no se puede ignorar que no todos pueden hacerlo, especialmente los jóvenes, algo que coloca en serio riesgo al mayor valor que tenemos como afición.
Los esfuerzos exigen reciprocidad: es tramposo decir que como Ramírez ha puesto una suma importante de dinero, la afición debe hacer un aporte extra también. Es tramposo porque Ramírez no es un filántropo, es un empresario que buscará el rendimiento de su inversión en un futuro, ¿o tenemos que creernos que una persona sin ningún apego al club viene a salvarlo gratis, a fondo perdido? El romanticismo en el fútbol murió cuando la pasión se convirtió en negocio. Con lo anterior no quiero restarle valor a lo hecho por Ramírez, no se puede negar que aporta al club su dinero y su tiempo, pero no por ello se puede exigir una contraprestación desproporcionada a la afición.
La singularidad del Alcoyano no reside solo en su historia, también en su masa social, en su fiel afición. Limitando por la vía de los precios su participación nos volvemos menos excepcionales, aunque tengamos mejor equipo, estabilidad financiera y un presupuesto más abultado; los partidos excepcionales en El Collao se juegan cuando el campo ruge, el calor de la afición llega al terreno de juego.
En mi opinión, había otras formas de recaudar fondos de forma extraordinaria: desde través de packs de abonos endulzados con artículos de mercadotecnia a mantener los descuentos por atraer a nuevos socios, pasando por descuentos a los abonados más fieles (a aquellos que hayan acudido a todos los partidos de liga en El Collao la temporada pasada) y otras recompensas, bonificaciones y descuentos.
La rectificación parcial de precios (respecto al abono infantil) y la creación de una grada joven de animación de capacidad limitada no solucionan el problema de fondo: la afición se siente marginada, desatendida.
El tiempo dirá si hay más aciertos que errores en la gestión, pero la memoria nos dice que los equipos que mejor funcionan son aquellos que escuchan a su afición, incluso en esta era del fútbol negocio. Desorientados, los aficionados del Alcoyano nos preguntamos hoy cuál es nuestro lugar en el espacio blanquiazul, esperamos que nos demuestren que está en el corazón del club, desde donde late la sangre.
Mauro Colomina i Soler, aficionado del CD Alcoyano.
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