ALICANTE. “¿Escuchaba música pop porque estaba deprimido, o estaba deprimido porque escuchaba música pop?”, decía Rob Gordon –interpretado por John Cusack– en Alta Fidelidad (Stephen Frears, 2000). Aquella película, y por supuesto su banda sonora, nos mostraron el funcionamiento y la pasión de trabajar en una tienda de música. La nostalgia nos lanza en cohete a la juventud, a la estrechez de los pasillos llenos de cajones con vinilos o cedés, paredes plastificadas de pósters de álbumes irrepetibles, son fotografías emocionales de la adolescencia. Esta nueva generación volcada en la inmediatez y frialdad del disco digital, ¿habrá podido disfrutar de tan extraordinario encuentro con la música?
En Alicante todavía existen lugares donde no venden teléfonos móviles o sus fundas, donde no repiten las misma música machacante por sus altavoces. Espacios únicos donde se puede hablar, y hasta comprar música. Todavía hay lugar para la esperanza. Quizás de púberes todos hemos querido montar una tienda de discos o de cómics, algunos lo han hecho.
Pero, ¿cómo se atreve uno a abrir una tienda así?, “llevo trabajando en Naranja y Negro 5 años, –me cuenta Marta Margalef, dueña de Naranja y Negro– y me quedé al mando de la nave cuando Paco Rufus falleció en 2015. Imagino que 10 años atrás empezar un negocio como una tienda de vinilos desde cero en Alicante no fue fácil, esto no es Madrid ni Barcelona, pero el panorama era muy distinto al que tenemos ahora. La competencia era mínima, un par de tiendas más por alrededor, ebay... y cada una tenía su clientela”.
Naranja y negro es un maravilloso reducto de cultura punk en la ciudad, y de vinilos, un tesoro que cobra una nueva época dorada, “el amante de la música que compra vinilo no ha dejado de hacerlo nunca –explica Margalef–. El cd hizo mucho daño en los noventa y el vinilo quedó en un segundo plano, pero nunca se ha dejado de vender. Ahora se han girado las tornas, los cd's apenas tienen valor y acabaran por desaparecer como lo hizo en su momento el Laser Disc o el mismo DVD”.
Gerardo García, dueño de Blue Velvet, (homenaje merecido a la obra maestra de Lynch), una tienda de música donde no falta el cine de terror, también rememora sus momentos en las tiendas de discos, “tuve la suerte en trabajar –comenta García– en algunas ocasiones en la mítica tienda de discos de mi generación, Ufo, la de la calle Italia. Era una tienda pequeña pero mágica, no sólo era una tienda de música, era un sitio de encuentro para melómanos, aunque también se hablaban de otras cosas”.
Un carácter que ha imprimido a su propia tienda,“intento construir con mi tienda actual un punto de encuentro, –continúa diciendo Gerardo– no sólo de compra venta de discos, sino también como un club social donde te puedes expresar, debatir, hablar de lo que se te ocurra...”. La época de las tiendas de discos parece casi pleistocénica, pero en realidad fue anteayer. Aunque la aparición de Internet, con aquel “demonio” llamado Napster, lo cambió todo, “las tiendas de discos de mi generación eran increíbles, –comenta contento el dueño de Blue Velvet– imaginaros que en mi generación no existía Internet, los conocimientos o información musical se conseguían mediante las revistas de música que se vendían en los quioscos, mediante la TV o la radio, las tiendas de discos eran una alternativa a estilos diferentes. Podías ver físicamente grupos de estilos no comerciales, podías tocar, escuchar esos discos, ver pósters en ellas de grupos desconocidos... Era muy mágico”.
El concepto de magia, que también ha rodeado desde siempre a la radio, cobra corporeidad en las tiendas de discos de aquel momento. Personalmente siempre tuve especial interés en saber las discografías de algunas bandas más underground, y casi siempre me sorprendía con la cantidad de Lp's, maxis o discos piratas que podían existir. Cómo ya he dicho: un paraíso. Quizás Marta y Gerardo sean quijotes en medio de la espesura, pero levantar cada mañana la persiana sabiendo que te espera un encuentro con lo que más te gusta, debe ser gratificante, “no concibo el tener que cerrar un negocio tan chulo como una tienda de discos, –dice Marta– teniendo en cuenta que es un trabajo que me encanta, tanto por el trato con el público como por el hecho de ser tu propio jefe, de lo que se podrían sacar tantos inconvenientes como ventajas”.
No podemos evitar pensar en lo difícil que está el mercado de la venta de música y poder vivir de ello, “es difícil tirar adelante un negocio como una tienda de discos, –apunta Margalef– en un momento en el que el precio de los vinilos se está disparando, y la competencia de las grandes superficies es imposible de combatir por un negocio tan pequeño y específico como una tienda de vinilos de segunda mano, pero las tornas deberían cambiar en algún momento, y el apoyo del cliente hacia el comercio local siempre está ahí. La gente nos apoya y no podemos desaparecer de la noche a la mañana, somos sus dealers”.
Ninguna de las dos tiendas, por su singularidad, pasan inadvertidas en el frenesí de los comercios de Alicante, quizás hasta pueda sorprender su existencia al curioso despistado. “Mucha gente se sorprende al entrar en nuestra tienda – dice Marta –, ya no por lo que vendemos si no porque existimos. Teniendo el concepto de que "el vinilo está de moda”, frase recurrente del 90% de los clientes que entran sin conocernos, creen que acabamos de abrir, que nos hemos subido al carro del regreso del vinilo, que somos producto de una moda gracias a la cual nos estamos haciendo de oro.́ Solo el hecho de que piensen que acabamos de abrir me hace gracia, porque posiblemente abrir una tienda de discos en Alicante ahora mismo sería lo último que haría en la vida”.
Gerardo también ha notado esa cara de sorpresa, y seguro que de admiración, “en mi tienda suele venir la gente ya a comprar discos, aunque los que más se sorprenden son gente de una generación incluso anterior a la mía, pero siempre para bien... Como anécdota un día traje una gramola de maletín, y pinche unos discos de 78 rpm (discos de pizarra), y la gente que entraba le sorprendía que el aparato no fuera con electricidad, sino a cuerda”, sentencia García.
No quiero dejar pasar la oportunidad para preguntar por la salud de la música en directo en la ciudad, “ahora mismo Alicante cuenta con una salud a nivel de programación y grupos envidiable – afirma con seguridad Marta. Estamos llegando al punto de tener que elegir entre una programación musical tan abrumadora, que en muchos casos nos obligaría a partirnos en dos para poder abarcarlo todo, por lo que creo que no podemos quejarnos en absoluto. En cuanto a grupos, tenemos bandas como Futuro Terror, Encono, Empty Bottles o Montserrat que están metiendo a Alicante en el panorama musical más activo, y gozamos de una cantidad de festivales musicales de todos los estilos que no tienen nada que envidiar a Madrid o Barcelona”, concluye. Luego de estas entrevistas, que arrojan optimismo al sector musical y de las tiendas de discos, coged vuestras cosas y entrad en una de ellas a buscar reliquias cual Indiana Jones.