ALICANTE. En el actual Alcoyano hay más futbolistas con pasado en el Hércules pero eran los únicos titulares. En el once inicial que puso en liza Mario Barrera para encarar el derbi del pasado sábado destacaba la presencia de los exherculanos Braulio Nóbrega, Óscar Díaz y Miguel Ángel Nieto.
Mientras que el primero defendió la camiseta blanquiazul a principios de esta década, cuando el Rico Pérez todavía acogía partidos de Segunda A (sus goles resultaron claves para eludir el descenso en la 2012/13), el segundo y el tercero lo hicieron el curso pasado (Nieto los últimos tres).
El pobre rendimiento de Óscar Díaz y Miguel Ángel Nieto en el club blanquiazul, unido a lo intensos que se mostraron a lo largo del encuentro del sábado, el rifirrafe casi constante que durante el partido (e incluso el calentamiento) mantuvo Díaz con una grada que no había olvidado ni mucho menos algunos de sus gestos hacia ella la temporada pasada y empate a cero, estuvieron muy cerca de hacer que el vaso se desbordara.
Afortunadamente la cosa no pasó de los insultos, reprobables pero solo palabras, por parte de algunos, aunque como es lógico en el vestuario del Alcoyano lo ocurrido no pasó desapercibido: mientras el técnico del equipo de la montaña valoraba en la sala de prensa el punto cosechado por los suyos ante un gran rival y aludía a la marca de cuatro tacos que tenía en el costado Miguel Ángel Nieto cuando se le preguntaba por la expulsión de Pablo Íñiguez que condicionó el encuentro, el Alcoyano compartía con varios medios (entre ellos Alicante Plaza) una foto en la que se apreciaba lo anterior y en la zona mixta el propio Nieto denunciaba a los micrófonos de la Cadena COPE que un desalmado le había deseado "la muerte" una vez finalizó el encuentro, cuando se fotografiaba junto a su hijo y un amigo en la banda, escoltados por un miembro de la seguridad privada del Hércules. Ese insulto llegó desde la tribuna baja, mientras que desde la alta otro aficionado le decía que "ojalá se hubiese quedado cojo" (en referencia a los problemas físicos que le lastraron siempre en Alicante capital).
Pablo Íñiguez, que se expone a una sanción de uno a tres partidos de suspensión (lo normal es que todo quede en uno), negaba tras el partido intencionalidad en la acción y acusaba a su rival, igual que había hecho junto a sus compañeros sobre el terreno de juego (y no digamos buena parte de la grada), de haber exagerado el encontronazo. Lluís Planagumà, por su parte, hablaba de balón dividido, declinaba manifestarse sobre el arbitraje y cuando era informado de las palabras de su homólogo en el banquillo rival respondía con un lacónico "no he visto a Nieto desnudo".