En una semana hemos pasado del silencio (del alcalde Echávarri) a la penumbra. Nadie quiere hablar en Alicante. Algunos porque no deben (más de la cuenta), como le han recomendado al señor Gabriel Echávarri; otros porque no pueden, como Coepa, y los que podrían, como el Ayuntamiento de Elche, no quieren levantar mucho la voz porque no es bueno para la economía. Sabíamos que Alicante y su provincia están faltos de liderazgo, pero ahora esta semana hemos entrado en la somnolencia.
Está claro que ésta provincia no necesita a los políticos para que funcione; necesita líderes para que den un paso al frente. Pero ni siquiera los tripartitos o los cuatripartitos han conseguido desviar el crecimiento económico, como le gustaría al PP proclamar. La cosa funciona de aquella manera: hay inercia, algunas decisiones acertadas y la conjunción de determinadas fuerzas -entre Diputación y Ayuntamiento de Alicante-, algo que era imposible cuando el PP tenía la mayoría absoluta en todas las instituciones. Hay dos ejemplos claros: el tema de los cruceros y los congresos son un maná que le ha caído -trabajo hecho hay- a la capital que, junto al tardeo, la está sustentando. Fue lo único que acertó Sonia Castedo en su último mandato: la crisis secó el boom inmobiliario y puso una semilla en el ocio y los eventos, con algunas secuelas por corregir. Es la única fórmula que ha conseguido traer a gente de otros puntos de la provincia a su capital administrativa. Y, la apertura en domingo de Maisonnave y el frente litoral: esperemos que ahora sea la buena, dejemos la yenka y que por lo menos la ciudad pueda exhibir un modelo comercial definitivo -del que debió vanagloriarse el alcalde en el pleno de la semana pasada-; que está quién quiere estar y con unas condiciones asumibles para todos. Después vendrá la demanda judicial de los centros comerciales -ahora moribundos, como hoy cuenta Raúl Navarro- y posiblemente dicte sentencia de lo que se debió hacer al principio: dar audiencia a todos.
El otros modelo de éxito ya lo conocemos: es Elche, y posiblemente, más a la sombra, Ibi. Generan toda la producción industrial de Alicante junto el valle del Vinalopó. Elche podría ejercer el liderazgo -las aguas políticas bajan más tranquilas que en la capital-, pero no se atreve a dar el paso. La elegancia de Carlos González es tal que pudiéndole hacer un traje a su compañero Echávarri con Ikea, esperará, de fracasar, para tirarle los tejos a la multinacional sueca en segunda ronda. Destaca de Elche, como su tripartito, también minoría, pero con Ciudadanos de salvavidas, si fuera necesario, tiene unas tragaderas amplias para engullir el proyecto estrella del PP, el nuevo Mercado Central. En Alicante, el mismo gobierno hubiera hecho oposición. PSOE y Compromís saben que lo tendrán que asumir porque peor es pagar.
Y digo yo, ¿ese mismo ejemplo no podría resolver otros entuertos? El símil sirve para la patronal Coepa y su concurso de acreedores, con su particular peñora, el centro de oficios. El Instituto Valenciano de Finanzas ha querido convertir la partida con la patronal es una lucha de máximos. Y le puede pasar como al PSOE y a su comité federal: perder toda capacidad de influencia. Pues la patronal tiene vida y de forma inteligente se podría elegir a sus supervivientes -ahora parece que Adolfo Utor ha abdicado antes de tomar asiento-. Si fallece, el IVF no podrá elegir y, además, se tendrá que quedar con el edificio de marras. En esa operación, deberían estar PSPV y Compromís, de la mano. Más vale un mal acuerdo que un juicio sin supervivientes, por razón que tenga el IVF, que la tiene.
Esta semana, se verán las caras muchos de estos protagonistas en la cumbre empresarial que han impulsado los diputados provinciales de Compromís en Alicante. Además de explicar sus política, será un buen momento para ver el choque generacional que supone ver los nuevos gobernantes de la coalición frente a los líderes empresariales, ya entrados en años y acostumbrados a cortar el bacalao con PSOE y PP. Pero lo más importante, es que Compromís -además de querer hacer ver que existe otra forma de hacer política- tiene ya conciencia de que el sur es una cosa (importante), que tiene peso y que debe existir para el cap i casal.
Mientras jugamos esa partida, con años de retraso, seguimos más en off que nunca: Echávarri, González, sin patronal, sin nada. No hay nada, nada quiere ser nada.