ALICANTE. Pablo Íñiguez y Stéphane Emaná convirtieron este sábado el Rico Pérez en la 'Base Tranquilidad'.
Como si fueran los mismísimos Neil Armstrong y Edwin 'Buzz' Aldrin, el central y el delantero alunizaron con el 'Eagle' en el Mar de la Tranquilidad donde plantaron la bandera blanquiazul.
Sus dos tantos ante el Villarreal B valen más de tres puntos y no solo porque con ellos se derrotaba a otro rival directo (hasta la fecha solo el Baleares se le ha resistido al Hércules) que además llegaba como flamante líder (con cuatro victorias consecutivas y a nueve puntos de los blanquiazules), también porque contribuirán a dar el necesario sosiego, pausa al día a día de un Hércules que como si de una tradición se tratara, parecía una misión más decidido a dirigir el cohete hacia el sol en lugar de la luna.
Con Fran Miranda haciendo las veces de Michael Collins en el módulo de mando y un control de la misión donde el director de vuelo, Juanjo Nieto, hacía gala de su puntería a la hora de dirigir el Satuno V, la nave blanquiazul solo podía posarse como lo hizo, suavemente sobre la superficie lunar para regocijo del público y en especial de Lluís Planagumà que a lo Richard Nixon, en la sala de prensa, felicitaba a su equipo por su profesionalidad y desempeño, al tiempo que pedía tanto cariño como confianza en el mismo y es que lo que queda por delante es todo menos fácil: hay que volver con vida de nuestro satélite.