socialmente inquieto / OPINIÓN

Maldonado, rebelde con causa

29/05/2023 - 

Es curioso indagar en el origen del nombre de algunas de las calles de Alicante porque no siempre está clara su procedencia ni el porqué de su denominación. En breve sabrá a que me refiero. Antaño los nombres de las calles los ponían los vecinos del lugar. Posteriormente, los Ayuntamientos fueron los que se encargan de rotularlas, a veces por petición popular, otras votadas en el pleno y algunas por criterios políticos.

En el caso que me ocupa en esta crónica el nombre de la calle que menciono puede referirse a un rebelde con causa o a un escritor. Ahora se lo cuento.

Pero antes de seguir deje que le cuente que esta calle se llamó también de “El Llop” por tratarse de un apellido de una extensa familia noble de Valencia que allí se asentó. A su vez, se la conoció por “calle de la Fontaneta a su primer trozo, desde la plaza de San Agustín (hoy de Quijano) hasta las escaleras de Marbeuf” – según cuenta el cronista provincial Gonzalo Vidal Tur -. Esta calle del Llop se llenó de casas solariegas de gran porte de la aristocracia local. Dios los cría y ellos se juntan, ya me entiende. Esta calle fue una de las afectadas por la famosa explosión de la Mina que se produjo en el castillo Santa Bárbara, principalmente desde la calle de las Monjas a la calle Mayor según el trazado de entonces. Algunos edificios tuvieron que reconstruirse modificando callejones y plazas para llegar a ser esta zona de la ciudad lo que hoy conocemos.

En el siglo XIX se rotuló la calle como Maldonado. ¿Por qué motivo? El cronista Vidal Tur sugiere varias posibilidades. Venga, se las cuento todas. La primera se refiere a Francisco Maldonado, uno de los cabecillas rebeldes de los Comuneros de Castilla. Uno de esos que se reunieron con la reina Juana, mal llamada la loca, y que dijeron de ella que estaba totalmente cuerda. Manifestación no del agrado del poder del entorno del Rey Fernando el Católico ni del Emperador Carlos V.

Algunos de los líderes comuneros fueron Padilla, Bravo y Maldonado. Unos rebeldes, vaya. No aceptaron la autoridad de unos extranjeros que acompañaban al joven Emperador y que se empeñaron en recaudar dinero para financiar una guerra lejana que nada iba a paliar ni las necesidades de Castilla, ni a contribuir en su porvenir. Aunque otros opinaran otra cosa. Claro, basta que unos digan su opinión para que haya otros que afirmen lo contrario.

La rebeldía de los comuneros les costó la vida. Murieron por sus ideales. El pintor Antonio Gisbert tiene un cuadro relacionado con este acontecimiento con el título “Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo” que se expone en el Museo del Prado en Madrid.

Pero ¿el Maldonado que rotula esta calle realmente se refiere a aquél célebre comunero? Pues Vidal Tur, que en su investigación parecía convencido con este personaje, se contradice a sí mismo y afirma que si Bravo no rotuló calle alguna en Alicante, frente a Padilla que sí la tiene por tratarse del cabecilla de ese movimiento social, ¿por qué iba a ser este Maldonado el protagonista de esta calle? Y pone en duda que así fuera.

Y si no lo era, ¿a quién corresponde esa calle? El cronista provincial citado nos da otra pista, como si no tuviéramos bastante con la primera. Y nos llena de incertidumbre. ¿No era este y si es aquél?: Mire cómo lo argumenta. Maldonado pudo ser aquél ilustre literato de Alicante que respondía al nombre completo de José Muñoz Maldonado. Se le conoció – además - por ser el Conde de Fabraquer y Vizconde de San Javier. No sería por títulos nobiliarios. Nació en Alicante en 1810. Fue autor de obras históricas muy bien consideradas en su época, incluso por los miembros de la Real Academia de la Historia.

Pero ¿por quién se decantó Gonzalo Vidal Tur? Que lío. Se decidió por el escritor antes que por el belicoso comunero.  Aunque es el actual Ayuntamiento quien nos desvela el misterio y nos dice de quien se trata. En la pared de esta calle hay una cerámica que menciona al comunero rebelde.

Por si le parece que no está claro si se trata de uno o de otro, escoja el que más le guste y cuando pase por allí seguro que se acuerda del personaje y cuál fue el motivo de su elección.

Y saque sus propias conclusiones que ya somos mayorcitos para eso. Tenga su propio criterio. No se deje dominar por aquellos que, sin tener las ideas claras, saben manipular con destreza al otro para alcanzar sus propios objetivos. Pues eso.

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