ALICANTE. Cuando Rosalía irrumpió en el panorama musical patrio, los que devoramos cualquier tipo de composición artística nos dispusimos a descubrir un fenómeno que trasciende géneros, fronteras, clichés y convencionalismos de diferentes estilos, fusionándolos para dejarnos con la boca abierta. A los que no entendíamos determinados sonidos solo nos quedó plegarnos al talento y al trabajo desmedido. Probablemente nos hacía falta un icono de ésta dimensión.
A la llegada de Lluís Planagumà al Hércules, la afición necesitaba un referente en el banquillo con el que identificarse, alguien que recuperase ciertos valores que durante no pocas temporadas parecían diluidos entre diferentes estilos, idas y venidas de técnicos. Su forma de entender el fútbol parecía venirle como anillo al dedo a un equipo que encara ya la quinta temporada en el pozo, pero por algún motivo, esa bocanada de aire fresco que representaba el catalán, se ha tornado en viento gélido que ha dejado helado a más de uno. El revulsivo se nos congela.
Es evidente que el equipo lleva un mes en decadencia, cuesta abajo, y de momento parece que sin frenos. Mal que nos pese, desde el duelo ante un Castellón que llegaba colista al Rico Pérez, el equipo no parece remontar de un bache que se alarga ya demasiadas jornadas. Algunos decíamos tras el partido frente al Alcoyano, escasos siete días después, que Planagumà tenía ante sí el reto de recuperar la mejor versión de una parte importante (y determinante) del grupo. No sólo no se ha producido ese hito, si no que parece que el rendimiento de algunos futbolistas ha empeorado más si cabe. Y no son malos jugadores, que conste.
Creo que el principal termómetro de la situación del equipo la protagonizan los laterales. Juanjo Nieto venía de ser lo mejor la pasada campaña, con cantos de sirena desde Segunda División, y un rendimiento propio de la categoría de plata. Cierto es que pueden afectarle los rumores de salida y su situación contractual, no hay que obviarlo. Por su parte, Nani sorprendía a propios y extraños por su gran fútbol, ya en pretemporada, e hizo olvidar rápidamente a Paco Peña. Ambos están lejos de su mejor nivel, y es algo que en efecto se nota, más en la faceta ofensiva, donde han dejado de sumar como en el comienzo liguero.
La velocidad protagonizada por Pol Roigé, Chechu y Juli ha perdido caballos. En el segundo y tercero pueden pesar los años y los minutos, cierto es, pero la cosa empeora cuando nos giramos al banquillo y encontramos que la alternativa, José Fran, no está aportando absolutamente nada cuando salta al campo. Por su parte, Salinas parece que cada vez cuenta menos para Planagumà. Los delanteros tampoco se libran de este valle en el rendimiento, con un Emaná que defrauda a estas alturas del curso y un Carlos Fernández en el que sigue pesando una especie de ansiedad que le atenaza. Su tocayo Martínez es una de las notas positivas del equipo. El factor diferencial, pero que efectivamente en determinados momentos tampoco está fino de cara puerta. Eso sí, dos goles en los dos últimos partidos.
La plantilla nos gustó a todos el primer mes de competición. Me incluyo entre los que nos frotábamos los ojos al ver el nivel del equipo, el compromiso del grupo y los resultados. Por ello sigo creyendo en el grueso del vestuario, eso sí, con un par de retoques para mejorar. El primero en banda, y el segundo en la eterna asignatura pendiente de Portillo: el nueve. Señalados José Fran y Carlos Fernández, poco crédito tienen ambos tras muchas oportunidades. No creo acertado el discurso optimista de creer en los que hay, como si de una fe ciega se tratase.
Planagumà por su parte sigue teniendo trabajo pendiente. El equipo es cuarto, cierto es, pero también es verdad que Pacheta fue destituido en la reentrada del Hércules en Segunda B en ésta misma posición. El equipo 18/19 tiene solo cuatro puntos menos a falta de jugar cinco encuentros más para llegar a la fecha en la que el actual míster del Elche fue destituido, lo cual nos habla de una gran mejoría a estas alturas del curso.
A alguno en la directiva por aquel entonces el traicionaron los nervios, y lo critiqué, como criticaría hoy en día un ultimátum o aviso a Planagumà. Que no se me malinterprete, a nadie tiene que pasársele por la cabeza un cambio al frente del banquillo.
No debemos tampoco caer en la autocomplacencia, en el optimismo exagerado, ni agarrarnos a los números o al "otros años estábamos peor". Eso no sirve de nada. Que Planagumà ha caído bien en cierta parte del entorno herculano por su discurso es evidente, pero eso no puede convertirse en una venda en los ojos que nos impida la autocrítica y la objetividad. Lo que no se puede permitir Lluís Planagumà es convertirse en un one hit wonder al frente del Hércules, y para ello debe recuperar el mejor fútbol de una plantilla que tiene talento a raudales. De él y de Rosalía espero poder hablar y disfrutar muchos años, buena señal será. De lo contrario, malamente para mí y para el Hércules.