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“VERAX”, VIGILANCIA MASIVA, GUERRA DE DRONES, JULIAN ASSANGE Y THE GOOD FIGHT 

¡Luditas del mundo, uníos, nos están vigilando!

6/05/2019 - 

ALICANTE. Dos noticias publicadas en este mismo medio durante los últimos días me han obligado a  recuperar una publicación que hacía tiempo que buscaba excusa para aparecer por aquí, como si lo necesitara. Pepe Martín, el periodista que no era conocido por sus exclusivas: de Encarna Sánchez a WikiLeaks y el artículo de la Áurea Ortiz Villeta sobre una de las series más combativas de la ficción actual, 'The good fight': cuando ya no valen las reglas de la buena lucha , han sido los detonantes de una correlación de hechos que llevan desde Altea hasta Donald Trump.

No es la primera vez que traemos aquí ejemplos de un nuevo subgénero emergente en el mundo del cómic, el del periodismo gráfico, generalmente relacionado con el periodismo de investigación. Una vez que los grandes medios y las principales cabeceras en papel han ido dejando de financiar los proyectos de investigación periodística de largo alcance, de los que no se puede obtener un resultado inmediato en forma de titulares o clicks, muchos investigadores y periodistas han visto en su alianza con los ilustradores, así como la popularización de un género con cada vez más prestigio, al mismo tiempo que asequible a un gran número de lectores, un nuevo canal para llevar trabajos a un público más amplio aún que el de los medios tradicionales.

Pratap Chatterjee era un periodista freelance que allá por 2011 anda trabajando en Londres para Reprieve y la Oficina de periodismo de investigación, dos de los medios más importantes en la batalla porque el periodismo siga siendo la búsqueda de la verdad y hacer llegar esta a todo el mundo. Pero Pratap está enfrascado en una investigación que relacione la vigilancia masiva con la guerra de los drones, y no acaba de dar con el eslabón oculto que enlace una con otra de manera concluyente, más allá de un buen montón de indicios… y de folletos de contratistas del ejército y las agencias de inteligencia.

Nada más empezar a andar, se encontrará en una habitación acompañado de Stefania Maurizi, de l’Espresso, Laura Poitras, directora de cine y uno de los personajes clave en el desarrollo de la historia de Chatterjee, Sari Horwitz, del Washington Post, Sarah Harrison y… Julian Assange, de Wikileaks. Era octubre de 2011 y el juego estaba a punto de empezar. Las filtraciones de Assange, a través de Wikileaks, le llevarían a su encierro en la embajada de Ecuador en Londres, su detención hace una semana, y el intento de extorsión por parte de un grupo de profesionales de la comunicación y la seguridad españoles, que han hecho uso de algunos de los programas de fácil acceso para el espionaje que va nombrando Chatterjee en su investigación. Brosseta de riu en comparación con los grandes medios empleados por la NSA y el resto de las 17 agencias de inteligencia norteamericanas. 

Por si fuera poco, siguiendo el rastro de Laura Poitras y el periodista independiente Glenn Greenwald, Chatterjee se da de bruces con otro de los grandes nombres de las filtraciones masivas, Edward Snowden, el cual reveló, entre otras perlas “que la NSA trabaja con empresas de informática que instalan puertas traseras secretas en las actualizaciones de programas”. Como expresa Khalil Bendib, el compañero de viaje de Chaterjee en esta empresa, el excompañero de Corpwatch que ha ilustrado el volumen con un estilo sobrio, una agilísima disposición de viñetas, sentido didáctico como en las mejores infografías y mapas de ideas, y un blanco y negro bellísimo: “Tengo suerte de ser, probablemente, el último tipo de Berkeley que no lleva móvil. Luditas del mundo, ¡uníos!”.

Asesinatos a distancia, sin remordimientos, sin comprobación de la verdadera identidad de los asesinados, ni de su implicación real con actos terroristas, simples equivocaciones producidas por la fe total en el dios de la tecnología -impagable la conversación entre Pratap y Kate Clark, de Afghanistan Analysys Network, donde esta le explica como los cuerpos especiales de EEUU habían errado el objetivo, haciendo público que habían matado al vicegobernador de Tahar, cuando en realidad se habían confundido de número de teléfono… la diana que había guiado el missil-, jóvenes musulmanes jugando al fútbol, pensando en el Arsenal y Maradona, que ven como uno de sus compañeros salta por los aires, drones cuyos vídeos no pueden distinguir entre hombres, mujeres o niños, y acaban matando a 23 aldeanos inocentes en Uruzgán.

Ya nos hemos encontrado con Assange y el “momento Altea”, vayamos ahora a por The Good Fight y la batalla contra Trump de Diane Lockhart (una reverencia ante Christine Baranski) y sus compañeros del bufete Reddick, Boseman & Lockhart:

A raíz de la victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton, en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre de 2016, el periodista independiente Glenn Greenwald, uno de los ejes narrativos del cómic de Chatterjee y Khalil, publicó un artículo de opinión en el Washington Post en el que marcaba algunas pautas que después Michelle y Robert King han desarrollado como showrunners de The Good Fight: “Trump tendrá la capacidad de librar numerosas guerras en secreto y sin autorización del Congreso; un sistema ubícuo de vigilancia electrónica e incontables métodos para protegerse de las responsabilidades jurídicas, de la supervisión congresual y del imperio de la ley. Obama no sólo continuó muchas de las más extremas políticas del ejecutivo que antes condenaba, sino que las reforzó y extendió. Su gobierno detenía a sospechosos de terrorismo sin el debido protocolo, propuso nuevos contextos para mantenerlos encerrados sin juicio, señaló a miles de personas para su ejecución por medio de drones y expandió de manera encubierta la vigilancia electrónica masiva en la nación. Este es el conjunto de poderes sin control que heredará Trump. Ahora los demócratas están asustados, pero, si quieren saber a quién culpar, tendrían que mirarse en el espejo. Los defensores de las libertades civiles intentaron persuadir a los demócratas, los instaron a imaginar que un candidato autoritario de derechas, o un demagogo sin ley, ganaba las elecciones y heredaba ese marco de poderes sin ninguna clase de control o restricción. Ese día ha llegado”. 

Verax. La verdadera historia de la vigilancia masiva y la guerra de clones, de Pratap Chatterjee y Khalil, publicado por la editorial Salamandra (recién adquirida por el gigante Penguin Random House), en su colección Salamandra Graphic, traducido por Enrique de Hériz, se “lee como un thriller”, si hacemos caso de la cita de la solapa de contracubierta, a cargo de Barry Eisler, que lo remata con un “hazme caso, me gano la vida escribiendo thrillers”. Abstenerse paranoicos… o mejor, pegaos un buen chute, estas 237 páginas os dejarán al borde de la sobredosis.

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