VALÈNCIA. À Punt pone en marcha esta misma semana una batería de estrenos para su nueva temporada. Tresor o trasto o 400 serán algunas de las novedades en la parrilla que buscan dan un nuevo empujón a la audiencia. Paralelamente, 2023 también es el año en el que entra en vigor (y deja de estarlo) el contrato programa que llevaba caducado desde el 1 de enero de 2021 y que se aprobó en los últimos días del pasado 2022.
El contrato programa es el marco por el que se rige el control parlamentario y ciudadano al servicio público de la radiotelevisión. Se trata, de hecho, en la garantía de cumplir ciertos objetivos caldarizados. Sin él, la evaluación se hacía a grosso modo o con criterios que no estaban formalizados. Dicho esto, como ha ido avanzando este diario en distintas ocasiones durante los años de retraso, borradores no han faltado. De hecho, el documento que se ha aprobado finalmente es el mismo que se planteó en abril.
À Punt declaró, oficialmente, que “desde 2020 cumplimos con creces los parámetros concretos que contenía el primer contrato programa, superando los objetivos marcados en audiencia, ingresos por publicidad, emisión de horas de informativos y deportes e inversión en el sector audiovisual valenciano, entre otros. En cuanto al año en curso [2022], nuestra gestión también cumple e incluso supera los objetivos recogidos en el borrador del nuevo contrato programa”, explicaban.
Pero será ahora, con el contrato programa en marcha, cuando se pueda evaluar de manera transparente si se cumplen los parámetros de horas dedicadas a cada temática, el mínimo de inversión y horas en parrilla de producción independiente, horas de traducción para la comunidad sorda, o cantidad de doblaje y producción de en valenciano. En cuanto a las horas, es de especial relevancia porque había cambios significativo en relación al primer contrato programa. En término de “flexibilidad”, el caso más claro es el del contenido infantil: si bien en varias ocasiones del documento se comprometen a atender ese tipo de programación, ahora desaparece en la tabla qué peso debe tener en la parrilla, por lo que la televisión podrá desprenderse de franjas que le son poco efectivas con los datos de audiencia actuales.
Por otra parte, la programación "cultural, divulgativa, entretenimiento y musical" deberá suponer el 65% de la parrilla en la televisión y un 53% en la radio, pero, ¿qué se considera divulgación y cultura? La categoría aúna tantas subcategorías que no se sabe bien qué significaría incumplir un mínimo de divulgación, por ejemplo, si con el resto sí se llega a ese mínimo de horas. La ficción y los documentales, por otra parte, tendrán que suponer el 23% de las horas de parrilla, aunque no especifica cuántas de ellas han de ser estrenos o reposiciones. Sí se mantiene el "mínimo del 35% del tiempo de emisión anual que se dedicará a la difusión de obras audiovisuales y cinematográficas de productoras valencianas independientes y de producción original en valenciano”. Además, durante el mandato de Alfred Costa ha tomado mucho protagonismo el formato de tele-realidad, o docu-series de entretenimiento, que estarían en una frontera con la anterior categoría y que harían más fácil el cumplimiento de este programa.
Este año, À Punt se compromete, en el contrato programa, ha realizar algunas inversiones importantes. La más palpable para la audiencia ha de ser la construcción de un nuevo estudio de radio por valor de 385.000 euros, pero también prevén 100.000 euros para la reposición de cámaras, 25.000 euros en equipación 5G, 90.000 en un “video servidor para el estudio 2”, y así hasta un total de 2.177.780 euros.
Por otra parte, el contrato programa establece una cuantificación de la audiencia más flexible que el anterior. Aún así, a la radiotelevisión le costará muchísimo llegar al único objetivo concreto establecido. Como ya avanzó Culturplaza, el contrato programa establece que “las televisiones autonómicas se tenían como referencia, pero no pueden servir como único estándar comparativo a causa de la heterogeneidad de las circunstancias que rodean cada una y que se traduce en un marco poco equitativo”, además de justificar con el hecho de no tener un segundo canal en el que derivar sus programas de servicio público más minoritario y la realidad lingüística de la Comunitat lastra su implantación en ciertos sectores de audiencia.
En todo caso, el objetivo es de “un crecimiento anual del 15%” hasta llegar al 4% en 2023. Según el informe de audiencias de la consultora especializada Geca, À Punt en 2022 no solo no ganó ese 15% de audiencia sobre el 3,3 de 2021, sino que bajó 0,2 puntos su share, hasta el 3,1%. Todos los primeros canales de las otras autonómicas, excepto la murciana, se situan por encima del dato de la valenciana, y tendría que experimentar un incremento de cerca del 25% para llegar a ese 4% en tan solo 12 meses.
¿Qué es lo que pasa con las audiencias de À Punt? Pues si bien algunos programas el prime time sí tienen un buen rendimiento (Zoom o Valencians pel món), otros experimentos —especialmente las emisiones de películas o series extranjeras— no lo han tenido tanto, si bien esta sería una de las franjas que más audiencia aportan. Las tardes han vuelto a dejar de ser un motor, y eso penaliza porque son muchas horas de parrila. Bona vesprada va rebajando su share poco a poco, i difícilmente alcanza un 3% habitualmente. L’alquería blanca sí se suele mover en un horquilla de entre el 6 y 8%. Las mañanas suelen rendir en la media de la cadena, aunque con horquillas muy amplias. Los informativos de mediodía se han establecido como uno de los datos más estables y altos de toda la parrilla, casi siempre significativamente por encima de los de la noche.
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El momento más visto fue la bajada de la Senyera con un 20,4% de cuota de pantalla, donde À Punt lideró la audiencia por delante del resto de cadenas.