ELCHE. Durante estos últimos meses ha estado de bastante actualidad el barrio de Porfirio Pascual en Carrús Este por los problemas estructurales que tienen los inmuebles, así como la deficiente urbanización a su alrededor. Mientras que el equipo de gobierno ha presentado un plan de financiación europea de los edificios y un proyecto de pasarela volante que parte de los vecinos no ven con buenos ojos, estos fijan su prioridad en los hundimientos que aparecieron en febrero en las zonas de petanca junto a la ladera. Se están realizando 13 sondeos para conocer los motivos y soluciones, aunque de fondo se presume una mala compactación del relleno que se utilizó en la misma. ¿De dónde viene la situación?
En este sentido, técnicos municipales de Mantenimiento ya advertían que el relleno de esta zona de la ladera no es bueno debido a su regular ejecución hace varias décadas, aunque la propia ladera del río tampoco es homogénea, hay partes con más piedra, otras con más grava, capas sueltas, relleno de cantera... En cualquier caso, son zonas sensibles a veces para cimentar, pero en el caso de Porfirio Pascual la zona urbana está más retirada de la zona del río. Caso contrario al del colegio Ausiàs March que se ha cerrado y que la propia Conselleria reconoce los problemas por la inestabilidad del relleno sobre el que se construyó. En la zona de marras, conocida popularmente como 'La Rata', han sido varios los hundimientos tras las lluvias y serán los sondeos de 15 metros los que tendrán que arrojar luz sobre el problema.
Se presume en la concejalía que esa mala compactación viene posiblemente de rellenos de escombros de la construcción (cascotes, ladrillos, fragmentos de demoliciones...) que son los de peor calidad frente a los realizados con material natural como tierra o piedra procedente de excavaciones —que también puede dar problemas si no se compacta correctamente—, pero cuando se urbanizó y encauzó el río hace décadas, generalmente estos rellenos fueron con material de mala calidad, por eso algunos arquitectos apuntan que quizá procedería hacer una cimentación profunda de la ladera —como se ha hecho en Al-Shafra, donde afectó la lluvia torrencial pero también las propias obras municipales en el talud—. Rellenos que se hicieron de forma ciertamente espontánea o sin mucho cuidado según los técnicos, y en el caso de Porfirio Pascual hay que sumar la urgencia por construir rápidamente ante un crecimiento exponencial de mano de obra migrante que venía a trabajar en la próspera industria del calzado que tuvo en los 60 su época de esplendor por la exportación. Pero también había otro factor, había que construir porque también había familias que vivían en cuevas, un fenómeno chabolista que existió en toda la comunidad durante el desarrollismo pero también en municipios como el ilicitano. Algunas de las familias de este chabolismo eran precisamente emigrantes que venían a trabajar.
Así, aunque ahora hay que sondear esa primera capa antrópica, los inmuebles del barrio no corren peligro ya que están cimentados con pilotaje y además sobre terreno natural, más sólido y estable. En cualquier caso, la ladera del río siempre ha sido una zona conflictiva para cimentar, hubiese o no cuevas, por peligro de colapsos y posibles infracciones. Indistintamente, este cúmulo de factores, ahora materializado años después en problemas cerca de la ladera, suponen otra cicatriz en ese urbanismo de Carrús realizado a marchas forzadas para dar cobijo a la mano de obra al calor del crecimiento industrial durante los 50-60. Aunque ya en Elche había una migración que venía llegaba desde la mitad de los años 40. En estos niveles más bajos de la ladera se fueron asentando familias ante la incapacidad de comprar pisos por la falta de vivienda social. Había muchas de migración andaluza o murciana entre otras; y cuando una obtenía un piso de vivienda protegida años después, avisaba a otros para ocupar ese lugar en la cueva.
Huellas de la historia y el urbanismo local, en una época en la que el Plan General de 1962 con Vicente Quiles como concejal de Urbanismo ayudó a un crecimiento muy congestionado de zonas como Carrús o el Centro, acorde a la nueva burguesía en ascenso de la construcción y el calzado. "Son ejemplos de perpetuación de aprovechamientos urbanísticos del centro por encima de criterios más limitativos", narra el exconcejal y también exconseller Martín Sevilla, catedrático de Política Económica, en su libro 'Crecimiento y urbanización. Elche 1960-1980'. Más tarde, con la revisión del Plan General de 1973 el propio Quiles enmendó la plana y se enfrentó a intereses de los agentes urbanos como por ejemplo una rebaja de las alturas, ejecutó distintos planes de ensanche mediante expropiaciones e impulsó la creación del Patronato Municipal de la Vivienda ante esa escasez de vivienda social.
Desde 1960 sobre todo y hasta 1985 se construyeron unas 44.000 viviendas, ocupando una parte importante de zonas libres y de forma desordenada. Paralelamente, la no salida al mercado de los terrenos de suelo más grandes y con mayor edificabilidad (Carrús y Llano Sur), concentrada en pocos propietarios, así como un refuerzo de la densidad urbana, generó carestía en la vivienda. La política local intentó que los propietarios edificaran sobre estos solares, bajo amenaza de expropiación forzosa, porque la especulación a partir de la segunda mitad de los años 60 fue un motivo de mala praxis, como recogía la prensa del momento en la que se advertía de que además se estaba construyendo sin jardines o zonas infantiles mientras no se solucionaba el "déficit angustioso de viviendas por el encarecimiento del suelo". Asimismo, las constructoras eran poco tecnológicas, lo que encarecía su estructura de costes para edificar y que se trasladaba a los pisos. Una construcción de promoción privada que servía para que los nuevos inquilinos proveyeran de mano de obra a la creciente industria zapatera.
Así pues, la expansión y el empuje del calzado dejó rápidamente desfasadas las previsiones de crecimiento demográfico del Plan General de 1962 y sus demandas de suelo para asentamientos residenciales e industriales. En 1967 ya se había rebasado la población que estaba prevista para 1975 del mencionado plan. Según cálculos de 1961, había un déficit de más de 3.700 viviendas en la ciudad: hacinamiento en más de 2.270, 500 ruinosas o insalubres, y con necesidad de sustitución en 650 y 300 en Barrio Patilla y Carrús Norte/Cementerio. Además, había una cifra relevante de pisos que se utilizaban como bien de inversión, es decir, especulación, o como segunda residencia.
Diez años después, de cara al patronato, se estimó la necesidad de unas 5.000 casas nuevas y sin contar las zonas suburbiales que incluían el 'barraquismo'. Esta situación afectaba a más de 2.400 personas: unos 700 habitantes en Carrús y casi 1.100 en el barrio Patilla y las cuevas, y en menor mucha menor medida en zonas como el Arrabal o el puente de Riegos de Levante. Todo un contexto que supuso el germen del mencionado patronato. Apenas un 12% del parque de vivienda municipal era protegida; 8.000 de 62.000 pisos. Se realizó un plan previo en 1973 y años después empezaron a fraguar, como la promoción de 296 viviendas de los conocidos como 'Pisos Grises', aunque hasta más o menos 1981, mediante organismos del Estado, no empezó a desarrollarse más profusamente.
En definitiva, un contexto importante para entender el porqué de situaciones urbanísticas que se dan a día de hoy en la ciudad y en barrios como Carrús. Como curiosidad y 'daños colaterales', escribía el arquitecto Antonio Serrano Bru en 1972, que se encargó de realizar varias de las promociones de vivienda social durante aquellos años, que "el boom que se produce con la venta de los pisos y los cambios de obra, cierra esa época para dar paso a un conjunto de edificaciones anodinas donde la fiebre de la construcción acaba con la arquitectura. El gran crecimiento de Elche coincide con este momento y no es fácil encontrar ya realizaciones que valgan la pena ser destacadas".