ALICANTE. El turístico es uno de los sectores más potentes de la industria española, pero sin embargo tiene pendientes de afrontar varios retos para no perder su posición, entre los que destacan el combatir la turismofobia, integrar las plataformas de economía colaborativa en las reglas del juego que observan los actores clásicos, y prepararse para asimilar el incremento de la demanda que se espera en los próximos años en los mercados emergentes, sobre todo en la zona de Asia-Pacífico.
Son las principales conclusiones de la mesa redonda 'Retos para el desarrollo del turismo para los próximos años', celebrada en el marco del XVI Congreso de Directivos CEDE que se desarrollaba esta semana en Alicante, y que sentó en el mismo escenario al presidente de Hotusa, Amancio López, al director de Marketing Internacional de El Corte Inglés, Javier Fernández, y al CEO de la benidormense Centauro Rentacar, Erik Devesa.
A juicio de los participantes en este panel de expertos, España adolece de dos premisas para asumir en condiciones este incremento, lo que podría descolgarla de las rutas turísticas entre Asia y Europa. El primero y fundamental es la falta de suficientes conexiones aéreas con los países emergentes. "Al principio esas rutas habrá que pagarlas", advirtió el presidente de Hotusa, "con publicidad, no con ayudas, hasta que resulten rentables para las compañías". En este sentido, el responsable de El Corte Inglés advirtió de que países de nuestro entorno como Alemania o Francia tienen hasta cuatro veces más conexiones con la zona de Asia-Pacífico que España, lo que sitúa a nuestro país por detrás en la carrera.
La segunda cuestión que hay que abordar a corto plazo es la formación de los profesionales del sector. "Tenemos que estar preparados para recibir a ese turista, y el idioma es fundamental, pero también las nociones culturales, para hacerlos sentir como en casa cuando lleguen", argumentó Devesa. En este sentido, López consideró que, si bien las ciudades más demandadas son Madrid y Barcelona, este tipo de turismo puede favorecer a ciudades medianas como Sevilla o Alicante, "porque mantienen elementos singulares y una identidad propia" que, no obstante, deberá adaptarse al turista.
En cuanto al gran reto sobrevenido del sector, la turismofobia, Devesa aventuró que "la ha generado la economía colaborativa, al deslocalizar el destino. Hay que hacer compatible el turismo con lo residencial". La moderadora del panel, Marián Muro, directora general de Grupo Juliá y exdirectora de Turismo, consideró que quizá España se ha volcado en las últimas décadas en la promoción turística, sin prestar atención a la gestión del destino, una parcela en la que cada ciudad ha ensayado sus propias soluciones. El presidente de Hotusa añadió que "los municipios turísticos necesitan una nueva financiación, que no dependa de la concesión de licencias".
Las webs de economía colaborativa ocuparon buena parte del análisis de los expertos reunidos en este panel. "Con esto de la colaboración, hay una compañía en Palo Alto que ya vale 50.000 millones y no paga impuestos, ¿eso es colaboración?", criticó López. Muro terció que quizá los actores clásicos del sector deberían pelear una menor regulación para su actividad, en lugar de centrarse en poner trabas a los nuevos actores. Sin embargo, el presidente de Hotusa defendió que "entre la selva y la regulación, prefiero lo regulado; entre los diez pueblos más pobres de España hay tres o cuatro destinos turísticos muy conocidos, lo cual significa que no todo el turismo genera riqueza". La regulación, así, es "un problema que no se acaba de abordar".
Erik Devesa, por su parte, recordó que el suyo fue uno de los primeros sectores en tener que afrontar la irrupción de la economía colaborativa. Sin embargo, "cuando la idea de compartir gastos de viaje por carretera por la crisis pasa a convertirse en un negocio, pierde su componente social". Máxime cuando, como señaló, "quien está haciendo negocio es una plataforma que no paga como empresa de alquiler, y que ni siquiera tiene vehículos propios, sino que pone en contacto a conductores y pasajeros particulares". En este sentido, advirtió de que esos modelos favorecen la economía sumergida ("la próxima vez, como ya conozco al conductor, ni siquiera tengo que pasar por la plataforma") y abogó por una regulación básica para salvaguardar aspectos como la seguridad ciudadana y la protección de los derechos del consumidor.