El Ministro de Transportes, José Luis Ábalos, vino a Elche el viernes pasado a cambiar el nombre al aeropuerto (otra vez), y a inaugurar la mejora de la carretera de acceso. Hacía tiempo que no teníamos eventos de estos de parafernalia y posiblemente por eso mismo me chocó todavía más la situación.
La covid que tanto ha cambiado nuestras vidas (escribo esto confinada y positivo asintomática), ha tenido dramáticas consecuencias pero, por otro lado, había situado algunas cosas en su lugar. Menos besos y tocamientos innecesarios a desconocidos que no volverás a ver jamás y menos eventos de escaparate inútiles.
Considero necesaria la presencia del ministro Ábalos en Elche. Él y muchos otros políticos deben comprobar sobre el terreno las necesidades y demandas en aspectos que interesan a su negociado y en general a todos. Creo que va en su cargo escuchar a la gente y hablar con unos y otros. Seguramente si se escuchara más y se visitaran los lugares donde se ejecuta los proyectos se hubieran dado cuenta que lo de la Estación del AVE en Matola pues ya tal.
Pero que vengan ahora, que en campaña ya sabemos que vienen y preguntan y hacen como que escuchan (un día contaré con detalle cómo un ministro y una representante de un colectivo empresarial que se vieron por segunda vez en dos meses, debido a que se repitieron las elecciones, acabaron una de estas visitas protocolarias cuando la empresaria vio al ministro despistado con otros temas y le dijo: “Ministro, usted tiene trabajo y yo también así que aligeramos y au”).
En fin, que vino el otro ministro el viernes y le cambió por tercera vez lo menos el nombre al aeropuerto. El primer cambio ocurrió en 2013. Se llamaba Aeropuerto Internacional de L'Altet para todo el mundo pero oficialmente era Aeropuerto de Alicante. Está en termino municipal de Elche en la pedanía ilicitana de El Altet.
La entonces alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso, del PP solicitó el cambio de nombre y se decidió que sería Aeropuerto Alicante-Elche. Se cuantificó el cambio de la señalización en un coste de 50.000 euros y Alonso que era tan dispuesta para todo esto, dijo que pediría aportaciones de los empresarios de Elche para sufragarlo, pero creo que no cuajó.
También dijo que donaría su sueldo a Cáritas ya que cobraba de diputada y resultó que no podía legalmente hacer eso. Entonces donó su coche oficial a Cáritas y le ocasionó ciertos problemas a la institución benéfica que no sabía qué hacer con un “cochazo así”. Lo vendieron como pudieron creo.
Bueno, me desvío. Vino Ábalos y le cambió el nombre al aeropuerto y desde mi humilde opinión es una chorrada. Miguel Hernández está ya sobradamente reconocido con toda una universidad con su denominación que lleva incluso en su logotipo e imagen corporativa la firma manuscrita del poeta. Quizá los que propusieron el cambio de denominación lo desconocían, puede ser o les parecía poca cosa, también. O les dio envidia que el aeropuerto de Granada cambiara su nombre en 2006 por Aeropuerto Federico García Lora, o el de Santiago como Aeropuerto Rosalía de Castro en 2020.
Se ha puesto de moda poner nombres de poetas y escritores a los aeropuertos pero por favor, a los nuevos. Y con cabeza. No creo que se menosprecie a Miguel Hernández por decir esto. Su relevancia está simbolizada en mil plazas, calle, coles y como digo en algo tan importante como una universidad. Con tanto cambio de nombre se hace un flaco favor al sentido común y la lógica de un lugar de desplazamientos y que debe estar situado en el mapa con facilidad.
Tan chorrada es el cambio de nombre del aeródromo como cagada el no poner la denominación de la Estación del AVE en Elche con las dos lenguas oficiales. A veces me pregunto cómo se pueden cometer torpezas de este tipo. Y entonces me acuerdo de que todos erramos y de que cuando el dinero es de otros o de todos, las chorradas y las cagadas duelen menos.