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Las Clarisas: doce años esperando para poner en valor una de las joyas patrimoniales de Elche

19/05/2019 - 

ELCHE. Hace ya doce años (2007) desde que las monjas clarisas se instalaran en el actual convento en el que están ahora, en el de Santa Clara junto al Bimil·lenari. Desde entonces, el Convento de la Merced, antes Convento de Santa Lucía, y conocido popularmente como Convento de Las Clarisas, una de las perlas patrimoniales de la ciudad, lleva esperando una actuación integral para su rehabilitación y uso. A pesar de que se sitúa junto a los Baños Árabes, que reciben miles de visitas en verano —y sigue a la espera de un proyecto museístico—, el convento tan sólo ha recibido actuaciones concretas en algunas partes del inmueble. Ahora que llegan las elecciones, se vuelve a hablar del espacio, que lleva más de una década esperando una rehabilitación integral y saber qué uso tendrá. Una inversión que podría suponer en total entre 2 y 3 millones de euros. Incluso se habla ahora de enviar una carta a diversas instituciones y administraciones para que vean el potencial del espacio y buscar financiación

Desde la cesión de 2007 hasta 2019

Tras la cesión de las monjas clarisas del edificio, a partir de entonces se han ido planteando de forma más o menos abstracta qué opciones de uso se le podía dar a este valioso inmueble y poco a poco se hicieron hasta tres o cuatro actuaciones. Eso sí, con pequeños presupuestos para arreglar primero la entrada, después para impermeabilizar las terrazas —de unos 200.000 euros— por problema de humedades, para que las aguas fueran al alcantarillado y no al claustro u otras partes del edificio. En esa misma obra se acondicionó la antigua Iglesia para multiusos con el mandado popular. Aunque la realidad es que apenas se le ha dado uso. Con la actual corporación se iban a realizar escuelas taller en los jardines del huerto, pero finalmente el proyecto no ha prosperado. Durante esta legislatura, con el presupuesto de Patrimonio —la primera partida que se habilita, aunque de apenas 50.000 euros—, hubo actuaciones en la parte de la Iglesia de la Merced, que fue cuando se descubrió el Altar Mayor, varios arcos y bóvedas de capillas, una cripta con enterramientos de nobleza ilicitana y distinta ornamentación en la que aún quedaban restos de la policromía original. En las actuaciones que tuvieron lugar en el huerto previamente por Alebus ya se encontraron enterramientos del siglo XVIII, sin mortaja y amontonados, lo que muestra que fue una inhumación precipitada, puede que debido a una epidemia. 

Así pues, lo que queda sería una actuación a nivel de refuerzo de forjados, a nivel estructural, donde siguieran interviniendo empresas especializadas. Por el momento, con los Edusi hay previstos 900.000 euros para seguir adecuando la capilla "para su puesta en valor como recurso sociocultural y turístico". En cualquier caso, en este punto —a final de legislatura, y con las elecciones a la vuelta de la esquina— ha sido cuando han empezado de nuevo a surgir ideas más intensamente por parte de los partidos, aunque a priori alguna contravenga los propios Edusi. Entre ellas, trasladar allí el MAHE, hacer un museo del agua, hacerlo sede de la UMH, utilizarlo como biblioteca y centro cultural… En cualquier caso, para acometer una obra es preciso saber el uso posterior que se le va a dar, que es el quid de la cuestión. Ya en 2009 el Ayuntamiento obtuvo una ayuda del Ministerio de Industria de casi tres millones de euros para un 'Centro de Gestión del Conocimiento'. Una ayuda que se acabó devolviendo en la siguiente legislatura, en 2014, y que acarreó críticas y culpas entre sendos gobiernos.

Posibles ideas, usos e 'inconvenientes' de estos

Pero volviendo a la actualidad, no es lo mismo trasladar el MAHE que darle un uso residencial público o privado, o un uso cultural público o privado, o si puede ser un uso mixto de las dos formas de gestión. O si va a albergar restauración, si en él se puede dedicar una parte a un uso cultural o incluso un lugar de hospedaje monacal que pueda estar hilado en agosto con el Misteri o con actividades sobre la gastronomía autóctona. También se puede crear una isla de los museos, por ejemplo, que concentre la actividad de museos poco visitados fuera del Centro. Son en cualquier caso ideas que se plantean desde profesionales del sector. Lo que parece claro, según expertos consultados por este medio, es que por ejemplo en el caso del MAHE, llevarlo allí rompería el discurso narrativo del museo. Además, un edificio arqueológico necesita espacios diáfanos, unas determinadas intervenciones dependiendo de qué piezas lleguen, hay que pensar en la accesibilidad del edificio, si se van a poner piezas de gran peso, si se puede intervenir en pisos altos, que tienen habitaciones del siglo XX sin valor que habría que tirar... Plantea una serie de cuestiones técnicas y de fondo que no se han planteado para los posibles usos. Además, el museo arqueológico sigue siendo un museo joven que aún no se ha amortizado y que carece de una estrategia comunicativa o de difusión y ahora, además, sin la parte didáctica.

De todas formas la forma de gestión y uso dependerá obviamente del gobierno de turno, pero fórmulas hay muchas: convenios mixtos, potenciando una actividad desde restauración, comedor, restaurante, residencial público… También hay otras que son más polémicas dependiendo del público, con modelos en los que el promotor hace una intervención en el espacio y se compromete al mantenimiento del mismo, ahorrándole costes al Consistorio, que será quien deberá controlar. En ese sentido, por una parte está el mantenimiento de la actividad por alguien especializado el sector, y luego las posibilidades reales que tienen los ayuntamientos de hacer una gestión directa con personal y el pertinente mantenimiento, que puede ser o difícilmente soportable, o en muchas ocasiones, como el caso de Elche históricamente con su patrimonio, acaba por no hacerse nada por desidia o falta de conocimiento. 

Proyectos de intervención os hubo, como la mencionada subvención que se perdió. En ella, el arquitecto Antonio Serrano Bru incluso diseñó una torre, ya que hay constancia de que existió, pero no se sabe cómo era. Pero son numerosas las opciones que tiene el espacio. Por ejemplo, en lo expositivo hay un aljibe bajo el centro del huerto, hay una cripta que las monjas utilizaban de osario, en el lugar de su piscina se pensó en un vivero con plantas, en el propio huerto se instalaron canalejas cuya idea era conectar con la Acequia Mayor para hacer honor al riego tradicional ilicitano que implantaron los árabes, hay una terraza por adecuar que podría acoger actividades musicales, poéticas o de otra índole —con vistas a Santa María—... Las opciones son muchas. Además de una necesaria señalización de cada elemento, algo que brilla por su ausencia en general en el patrimonio local. Sin ir más lejos, se puede comprobar con la nueva ruta del Pantano en la que apenas se explica qué es el patrimonio que se contempla mientras se camina.

El valor histórico y la evolución de la ciudad

Por otra parte, además del gran valor arquitectónico que tiene, al ser una superposición de estilos y edificaciones en las que encontrar barroco o renacentista, haciéndolo un edificio tan importante al nivel de la Iglesia de San José o la Ermita de San Sebastián —ambos muy relevantes, sólo por detrás de lo poco que queda como la Calahorra, el Castillo, o la Basílica—, como todo patrimonio, hay mucho más que lo tangible. Estos inmuebles hablan sobre los orígenes y la historia de la ciudad, a menudo lo menos conocido. 

El original Convento de la Merced, construido donde estaban los baños árabes, consta de una superposición de estilos y edificaciones. El edificio visible tiene tres plantas y corresponde básicamente al concebido en el siglo XVIII, con reformas de los siglos XIX y XX. Destacan, elementos anteriores como los baños árabes, restos de la iglesia gótica del siglo XVI y el claustro neoclásico de principios del XVIII. La portada de Santa Lucía, orientada al sur, es renacentista. Su pasado se remonta a 1270, cuando el Infante Don Manuel (Mayordomo Mayor y hermano del rey Alfonso El Sabio) donó los Baños Árabes al Maestre de la Orden de la Merced. Esta orden forma parte de las Órdenes Religiosas Redentoras, que nacieron para defender la fe mediante la caridad en la etapa final de Las Cruzadas. Sin embargo, en 1835, con la desamortización de Mendizábal, fueron suprimidos todos los conventos con menos de 12 religiosos profesos, por lo que muchos religiosos de la orden se exiliaron y el convento pasó a manos de la administración. En 1837, el Ayuntamiento de Elche solicitó la cesión del mismo, utilizándolo primero como local para la administración de rentas y correos y después como colegio de Humanidades.

Más tarde, en 1853 el convento de la Encarnación de las monjas Clarisas, situado en la Glorieta —entonces un espacio se socialización 'burguesa'—, después de una gran tormenta quedó inundado con una riuà y en estado de ruina. Es entonces cuando se trasladan provisionalmente al convento de los mercedarios, no sin antes negociar una permuta con el consistorio para que les concediese en propiedad el antiguo convento mercedario. A cambio las religiosas donarían el convento de la calle Corredora. Asimismo, lo que hay ahora es sólo parte del edificio, puesto que llegaba hasta la calle San Vicente, por lo que era enorme. La riuà no fue el único percance que sufrió en su historia: en febrero de 1936 se quemó la parte del XVIII, por lo que se retiran a la parte más antigua del edificio. Actualmente la iglesia —la sala multiusos de hoy— está desacralizada con parte del altar. En su momento formaba parte del presbiterio, del que ha quedado parte en una planta de arriba, con un retablo que podría representar al rey Jaume I en actitud de reverencia ante la imagen de la virgen de la Merced, aunque está por esclarecer.

Aunque el edificio en general es de gran interés, procedería una restauración sobre todo del presbiterio, con una intervención arquitectónica y una excavación profunda. En la zona de la iglesia, donde había diversas capillas, estaba por ejemplo la de San Juan de Letrán. Era un altar privilegiado, y por ello, como se vio en las catas de 2018, los nobles que podían se enterraban más cerca, para hacer menos estancia en el purgatorio. Fue la capilla del gremio de los zapateros y ahí no se ha intervenido. También salió a la luz en parte de la excavación, y se seguirá viendo cuanto más se intervenga, que está llena de símbolos de los padres mercedarios, que tienen un gran significado para Elche y toda la Comunitat. El convento es a su vez un símbolo de la reconquista de Jaume I, que fue dejando su huella conforme fue repoblando el territorio hacia el sur. Por lo que hay pocos sitios en Elche que tengan tanta historia, vista la gran destrucción de patrimonio local. Quedan pocos edificios de la época, como los mencionados arriba.

Siguiendo con esa historia, al entrar en el claustro se puede ver la cuatribarrada, que forma parte del escudo mercedario. Que por otra parte, fue una orden de carácter militar, aunque se fue perdiendo ese aspecto y orientándose hacia los franciscanos. Eran gente muy cercana a la monarquía. La orden se fundó en el siglo XIII, en un momento en el que se estaba conquistando el reino de Valencia y se estaban produciendo muchos rehenes. Se creó entonces la Orden de Redención de Cautivos, y durante la Edad Media e incluso después, negociarían por los rehenes en manos de Al Andalus y otras comunidades islámicas… Como se ve, el inmueble tiene un gran valor en todos los sentidos, patrimonial e histórico, puesto que la historia del edificio es la de parte del propio pueblo ilicitano. Hay una evolución histórica que comprende desde la ocupación previa de parte del solar por unos baños árabes, pasando por la propia transformación en convento y sus sucesivas remodelaciones hasta la actualidad, donde sigue esperando que algún proyecto municipal, autonómico, estatal, europeo o privado, la rehabilite integralmente. Conocer el patrimonio local es conocer la historia de la ciudad en su contexto, su origen y su desarrollo hasta hoy.

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