ALICANTE. El investigador y divulgador histórico Alfredo Campello, colaborador habitual de Alicante Plaza, acaba de publicar el libro Los nombres de las calles de Alicante. Barrio de las Carolinas, de la mano de la editorial Temporae. Su primer trabajo en solitario después de haber elaborado anteriormente otras cinco publicaciones en colaboración con asociaciones y administraciones públicas. Y es que a él le gusta investigar, descubrir, escribir y también contarlo. Por lo que todo eso, unido al apego emocional que siente por ese conocido barrio de Alicante, le llevó a empezar a trabajar sobre las calles que allí han ido rotulándose a lo largo de la historia. "Parte de mi familia es de Carolinas y además quería empezar a escribir sobre el callejero de la ciudad centrándome en una zona que fuera popular y conocida", explica Alfredo. De hecho, barajó dos lugares antes de iniciar la investigación y también contemplaba Benalúa. Así que todo hace prever que hasta allí nos llevará la siguiente parada.
El libro habla del origen de los nombres de todas y cada una de las vías que han existido en esa demarcación administrativa de la ciudad, incluso de los proyectos de nomenclatura que no llegaron a hacerse realidad, todo ello en escrupuloso orden cronológico. Engloba Carolinas Altas por la parte norte, además de Carolinas Bajas por la parte sur. Dos barrios que acabaron uniéndose en uno solo. Porque como es normal, la rotulación se iba creando en función de las propuestas de urbanización que iban surgiendo. Y el barrio nacía por Carolinas Bajas como un ensanche de San Antón, prolongándose la calle Sevilla y la calle Valencia para dar lugar a la calle San Carlos. "Un nombre que no se refiere a ningún Santo sino al dueño de los terrenos que se llamaba Carlos", comenta. Al parecer, algo habitual.
Ese momento en el que comenzaban a construir las primeras casas, coincidía en el tiempo con la llamada Crisis de las Carolinas. Un conflicto que enfrentó en 1885 a España con Alemania por la posesión del archipiélago de las islas Carolinas en el océano Pacífico. "La prensa de la época cuenta cómo la gente de la ciudad denominaba popularmente al barrio con el nombre de Las Carolinas porque las pocas viviendas que se erigían en aquel terreno parecían un archipiélago de islotes cuando se veían desde el Castillo de Santa Bárbara", recuerda Alfredo. A partir de ahí fueron construyéndose nuevas casas y rotulándose las vías que se iban creando. Pero en la mayoría de los casos eran nombres que poco tenían que ver con la idiosincrasia del barrio. "Carolinas debe ser el único barrio de la ciudad en el que sus vecinos nunca han dado nombre a una calles", comenta. Aunque existen dos excepciones que son Lorenzo Llaneras, antes con calle en Carolinas y ahora en San Blas, y el canónigo Genestar, un cura que trabajó mucho por la juventud de la zona y que todavía conserva la calle.
"Es la antítesis del barrio de Benalúa en el que todos sus fundadores tienen una calle", explica Alfredo. Por contra, esas rotulaciones se iban ejecutando en función de los gustos y la ideología política de los vecinos. De hecho, comenta, "es muy curioso porque en este libro se incluye un texto inédito del médico Ángel Pascual Devesa, facilitado por sus familiares, donde se explica ese proceso". Y ese hecho hacía que las calles se repitieran, como en el caso de Antonio Maura, que tenía calle en Carolinas y también en el Plá, aunque ahora solo conserva la segunda. Pero otro ejemplo es Canalejas, que llegó a acumular hasta cinco calles en diferentes barrios de Alicante. "Eso fue así hasta que, en los años 20, Franciscco Montero Pérez hizo una propuesta al ayuntamiento para rotular calles sin nombre con el de personas ilustres de Alicante. Un momento en el que se inicia un proceso de limpieza del callejero para evitar confusiones. "En base a los documentos de esta época se puede saber a quién están dedicadas muchas calles, ya que en algunos casos el nombre lleva a confusión pensado que es una persona cuando en realidad es otra", explica.
Como bien explica su autor, el libro responde a una necesidad de abordar esta temática por lo poco que hay escrito sobre ella. Una forma de conservar la historia y hacerla perdurar en el tiempo. Y en ese sentido Alfredo Campello ya había escrito otros libros como el Callejero Biográfico de Sant Joan d'Alacant en 2008, junto con el propio ayuntamiento del municipio, así como Apéndice al callejero biográfico de Sant Joan d'Alacant, publicado en 2015. "Lo poco que se conocía de Alicante era el libro del presbítero y cronista de la provincia Gonzalo Vidal Tur, el cuál contenía muchísimos datos que históricamente han sido corregidos", afirma. Por su parte, Montero Pérez había tratado de escribir un libro recopilando sus distintos artículos publicados en prensa pero, curiosamente, según explica Alfredo, fue Vidal Tur quien le dio la extrema unción y se hizo en ese último momento con todo su archivo personal. Unos textos que formaron parte del libro que posteriormente publicó, ampliado con otras cosas. "En esas ampliaciones Vidal Tur comete muchos errores sobre las biografías de personas que no son correctas", comenta.
Valiéndose de documentos originales disponibles en el ayuntamiento, además de las propuestas de rotulación, más los planos y las propuestas de construcción de las casas y el hecho de contrastar el contenido de los libros de estos dos autores mencionados, Alfredo Campello ha ido hallando la verdad en un proceso que le ha llevado un año de trabajo, realizado principalmente desde el archivo municipal. Una labor que en parte ha sido motivada por la propia editorial al contactar con la asociación Alicante Vivo para llevar a cabo esta tarea. Una asociación a la que pertenece Alfredo y con la que ya ha publicado otros proyectos como Relatos de una ciudad dormida, en 2009. Pero a su texto le acompañan además muchas imágenes del barrio aportadas por los vecinos, el ayuntamiento y el colegio de arquitectos. La guinda de un libro que se presentará públicamente el próximo 4 de diciembre. Será a las 20 horas en la librería 80 Mundos, acompañado por la periodista Lola Torrent y el escritor Miguel Pérez Oca.