ELCHE (EFECOM). Representantes de la Asociación de Aparadoras de Elche acudirán este miércoles al Parlamento europeo para defender, en audiencia pública ante el Comité de Peticiones, la exigencia de que se reconozca a este colectivo las décadas de trabajo realizado en el sector del calzado.
Las aparadoras sostienen que hay numerosos instrumentos europeos sobre condiciones justas de trabajo que apoyan esta causa y aprovecharán su visita de mañana para reunirse con eurodiputados de la Izquierda Europea, del Grupo de socialistas y demócratas, y del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea para denunciar "la pasividad institucional" que rodea su caso.
En este sentido, la presidenta de la citada asociación, Isabel Matute, ha afirmado este martes que esto sucede porque las aparadoras son mujeres, mientras que los hombres que trabajan en el sector del calzado “sí tienen contratos ajustados a la realidad y una mejor situación laboral”.
Este colectivo ha organizado numerosas protestas, encuentros, talleres y ponencias para denunciar su caso a lo largo de los últimos años y cuenta con tres proposiciones no de ley, aunque, según Matute, esto no ha impedido que el sector sufra una “altísima explotación laboral y, para las que llegan a la edad de jubilación, una perspectiva muy angustiosa ante la falta de pensiones dignas”.
La figura de la aparadora ha sido clave en el sector del calzado, pero a la vez polémico por la situación de precariedad e invisibilidad de estas mujeres durante varias décadas.
Elche o Elda (Alicante) son algunas de las principales ciudades productoras de calzado en España. Un sector tradicional en el que la mujer siempre ha sido protagonista: no hay un par de zapatos en el que no intervenga de alguna manera.
Sin embargo, su participación muchas veces ha sido invisible y en silencio. Es el caso de las aparadoras, mujeres que desde hace más de 40 años desarrollan su trabajo en casas, en talleres clandestinos o en fábricas, poniendo cordones y cremalleras, pegando o cosiendo partes del zapato durante jornadas interminables, siempre junto a su máquina de aparar y por apenas unos euros.
Mujeres que durante años no han dejado de trabajar, en muchas ocasiones desde el anonimato, sin contrato laboral. Mujeres que se han convertido en pilares de un sector como el del calzado, que también ha silenciado su labor, pese a que era conocida por todos.