Leo que el atentado contra el eccehomo del santuario de Borja cumple diez años. Dicen que se ha convertido en una atracción, y se ha protegido la obra con una lámina de metacrilato, cosa que no sucede con el resto de frescos del santuario, quizá como provocación para que otras doñacecilia se animen a más restauraciones, ya que el santuario recauda 45.000 euros del ala por año tras diez años después de la fatal intervención en el fresco.
Doña Cecilia se ha convertido en el alma mater del eccehomismo. Si es cierto, como dice el último estudio Pisa, que nueve de cada diez estudiantes no distinguen entre un hecho y una opinión, este es el verano intelectual más fresco que va a vivir usted.
Doña Cecilia no entiende por qué se considera un atentado de magnitud jupiteriana su libre ejercicio de obra derivada. Had Matar (estábamos avisados con ese apellido) tampoco entiende que Salman Rushdie haya sobrevivido. Los fanáticos de VOX tampoco entienden que Arralde no existe y el asesino de Miguel Ángel Blanco no es su hijo predilecto, por tanto. Darrel Hughes, el directivo de la eccehomizada línea aérea Ryanair no entiende que existan las huelgas. Tampoco entiende que existan trabajadores.
Con esto trato de aproximarme al filósofo Gregorio Luri: “La capacidad para ver escándalos donde hay problemas es la peor contribución del periodismo”, un periodismo también *eccehomo* que pinta encima de la realidad otra monstruosa, puesto que es más diseminable en el mundo digital y, por tanto, monetizable en el real. Si el eccehomo desconchado de Elías García era el problema, la restauración de Cecilia Giménez es el escándalo. Y el escándalo es el niño mimado del conservadurismo apocalíptico.
Barcala se jacta de su eccehomo más reconocible: su sagrada familia navideña. Es un eccehomo* porque mientras se instalaba, aprobaba con Vox una ordenanza para sancionar a los sintecho. Como si la Sagrada Familia no fuera sintecho. Por cierto, me hacen llegar esta semana el Affaire Lacatus: la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de abril de 2021 por la que se condena al cantón de Ginebra por haber multado con 500 francos y cinco días de calabozo a la ciudadana rumana Violeta Sibianca Lacatus, reincidente en mendicidad.
Por otro lado, el Castillo de Santa Bárbara no se queda atrás y Mari Carmen
Sánchez lo *eccehomiza* adecuadamente. Se felicita esta semana del aumento de visitantes, y publica imágenes del feliz castillo donde se observan carpas con rótulos como Bocadillo parrilla o Mojito Club” durante el Fin de Semana del Pirata. Le ofrezco una idea: “Despedidas Medievales de Solteros”. En nada estamos compitiendo con el Misteri d’Elx.
Pero Alicante no es solo eccehomo en la programación turística. Alicante Futura es el eccehomo de Districte Digital. Así que presumo que este otoño será el de los “fatales intentos de restauración” de las grandes contratas y obras municipales. Y seguiremos asistiendo a fatales eccehomo como el de Padre Esplá, que ya se parece más a un circuito infantil de educación vial que a una avenida siglo XXI, o como el de las aceras de la ciudad, que se quedarán igual, como ha pasado en los proyectos de la calle Ceres o de la avenida Aguilera. Presumo que pasará algo similar con el Centro de Congresos, con el fallido museo del ferrocarril de Benalúa Sur o con La Británica. Ni me atrevo a pensar en el PGOU. Todo, "fatales intentos de restauración", política eccehomo monetizable electoralmente, eso sí.
Hace poco estuve en el Palau de la Generalitat. Conversé casualmente con una restauradora de sus salas. La maestra me explicó la complejidad del patrón matemático del siglo XV de unas contraventanas. Soy por definición torpe de pies, así que tropecé con una caja de herramientas y me abalancé sobre ella y sobre el bisturí con el que trabajaba la restauradora. Su agilidad impidió que terminara apuñalado por él. En el camino de vuelta, estuve pensando que no habría sido mal final morir desangrado por el bisturí de una restauradora del Palau. Afortunadamente no fue así, salí del Palau indemne, como la recién restaurada “marcha de la juventud hacia el futuro” de Josep Renau.