ALICANTE. Cómo verificar la veracidad de un contenido generado por Inteligencia Artificial, abordar el reto del enorme coste de recursos energéticos que supone la revolución de esta nueva tecnología, los desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea a la hora de legislar o el impacto en cuestiones relacionadas con el copyright o la transformación del mercado laboral. Son solo algunas de las claves que se abordaron en la mesa redonda sobre 'Inteligencia Artificial: realidades y retos' que acogió ayer la Fundación Ellis Alicante, ubicada en el Distrito Digital del Puerto de Alicante.
El panel de participantes estuvo compuesto por Nuria Oliver, directora de la Fundación Ellis Alicante; Elena Lloret, catedrática del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante; Antonio Pertusa, director del Instituto Universitario de Investigación Informática (IUII) y Rafael Muñoz, presidente de la Sociedad Española para el Procesamiento del Lenguaje Natural (SEPLN). El debate estuvo moderado por el periodista Iván Muñoz.
A la pregunta de ¿qué es la IA y por qué es importante? Nuria Oliver, directora de la Fundación Ellis Alicante señala que pese a la irrupción de último año, la inteligencia artificial es "una disciplina que existe desde los años 50, con los primeros ordenadores". Se trata por tanto de "sistemas computacionales inteligentes desarrollados tomando como modelo la inteligencia humana. La inteligencia humana tiene varios aspectos, está la inteligencia creativa, la del lenguaje... en la IA también se desarrollan varias vías", explica.
Elena Lloret, del DSLI, destacó cómo Chat GPT, el modelo de IA más conocido, "ha cambiado el paradigma de cómo interactuamos con las máquinas. Hasta ahora usábamos los buscadores, a los que les preguntábamos algo y nos devolvía documentos y páginas donde estaba la información. La IA generativa ya es capaz de elaborar un texto directamente con las respuestas", señala. Esto, sin embargo, plantea el primer reto y desafío de la Inteligencia Artificial: "el problema de la alucinación". Es decir, que en muchas ocasiones se inventa la información. Lo que genera aparentemente es bueno, es coherente, pero no sabemos si el contenido es bueno o no porque no sabemos de dónde ha sacado esa información.
La solución a este tipo de problemas pasa por "alimentar la IA con un contenido controlado, que sepamos de antemano que sí es fiable". Relacionado con esta cuestión está otro de los retos de la IA: la evaluación. "Necesitamos herramientas que nos ayuden a evaluar si ese contenido generado por la IA es válido", asegura Lloret.
Otro de los desafíos de la IA pasa por la gestión del gran volumen de datos que necesita la IA para su funcionamiento. "Cada vez son más grandes, necesitan más datos. Esto tiene un coste medioambiental alto, tanto a nivel computacional como de recursos. Necesitamos buscar energías emergentes para alimentar la IA. Es necesario buscar el equilibrio entre esas necesidades computacionales y el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad de estos sistemas", añade Lloret.
En este sentido, Oliver señala que "en las últimas semanas varias empresas tecnológicas han comprado centrales nucleares para abastecer sistemas". Este aumento de recursos irá acompañado además de un cambio en el modelo, pues esas grandes empresas también "han reconocido que la ley que se ha seguido hasta ahora, de cuántos más parámetros mejor, está empezando a llegar a un límite". Metodológicamente, hay oportunidades mejores".
El problema de esta cuantiosa necesidad de recursos también residen en el acceso a los mismos. Rafael Muñoz, presidente de la SEPLN, explica que crear una IA generativa requeriría de "una dedicación de 45 días, 24 horas al día de un superordenador como el de Barcelona. El coste de una hora completa de computación asciende a los 7.000 euros. Multiplicar 45 días, por 24 horas, por 7.000 euros, da una idea de lo costoso de estos procesos". Muñoz coincide en que "la mejor forma de controlar las alucinaciones de la IA es controlar el contenido. La IA es mucho más precisa si le piden que haga un resumen de un texto que tú le das, que si tú le dices que escriba sobre determinado tema".
Uno de los campos en los que la IA tendrá mucho que decir en los próximos años es en el campo de la medicina, tal y como señala Antonio Pertusa, director del Instituto Universitario de Investigación Informática (IUII). Pertusa explica que "el 80% de los investigadores de nuestro instituto están trabajando con IA, en análisis de textos, traducción automática y otros campos como el sector de la salud o la industria". En lo que respecta a la salud "el potencial es inmenso en relación a herramientas para mejorar el diagnóstico, pronóstico y detección temprana de enfermedades".
En este campo, el reto pasa por conseguir los datos suficientes para alimentar los modelos, a la vez que se respeta "el anonimato y la privacidad". Actualmente, "el tema de la predicción sin un análisis genético es algo que tiene margen de mejora", apunta Pertusa.
El amplio abanico de aplicaciones de la IA lleva a preguntarse si en algún momento sustituirá la labor realizada por los seres humanos y si pondrá en peligro los puestos de trabajo de cara al futuro. "Cada vez que hay una disrupción tecnológica hay ese miedo. Cuando apareció la calculadora, los matemáticos pensaban que les iban a quitar el trabajo, y ahora se están manifestando porque quieren prohibirlas en algunos exámenes", apunta Rafael Muñoz. "Es como la irrupción de la electricidad, hará que ciertas tareas rutinarias se automaticen".
En la misma dirección apunta Elena Lloret, quien piensa que "esas tareas rutinarias y automáticas las haremos con sistemas de IA y la labor humana será el análisis crítico".
Rafael Muñoz puso como ejemplo de transformación e sector de la conducción. "Llegará el momento en el que no habrá taxistas porque los coches serán capaces de llevarnos de un sitio a otro de forma autónoma. Está claro que el sector productivo se reorganizará".
Nuria Oliver señaló que el reto, en este punto, pasa por ser capaces de adaptar el sistema educativo para que los jóvenes se formen en aquellos campos y futuras profesiones que están por llegar.