ORIHUELA. Los plásticos se han instaurado en las superficies agrícolas como un elemento más. Un elemento omnipresente en el desarrollo de la actividad y permanente en el suelo al finalizar su uso. Un proyecto investiga la forma de reducir la presencia de estos residuos. ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) ha creado un Grupo Operativo en el que participa la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) bajo el nombre de AP-Waste. El camino para alcanzar ese objetivo de reducir los residuos plásticos es a través de insectos. Con ellos, según plantea el proyecto, biodegradarán de forma natural los agroplásticos.
Los gusanos y lombrices serán los actores mediante los cuales se llevará a cabo la biodegradación. Estos insectos, no es que coman plásticos, sino que, como se ha dado en investigaciones previas, lo trituran. Para llevar a cabo el proyecto de investigación se ha establecido una tipología de plásticos usados en la agricultura. Se propone una cascada de tratamiento, con tres microorganismos con los que se va a tratar el plástico.
En cuanto a la forma de proceder, los ensayos se van a hacer en granjas sin peligro de que salgan fuera, según apuntan desde la investigación. Se estudiará el grado de degradación. Al final del flujo dará una tasa de descomposición, de separación del plásticos. Adicionalmente los insectos van a dejar productos, la quitina, que tiene salida en la industria cosmética y también biofertilizantes. De esta forma, añaden desde el grupo de investigación de la UMH, reduciendo la contaminación que provoca el plástico.
Los objetivos generales del proyecto es fomentar un sector agrícola sostenible, permitiendo a todas las explotaciones que empleen en sus actividades agroplásticos generar beneficios medioambientales y económicos. También lo es reducir la huella de carbono y las emisiones de gases de efecto invernadero y demostrar el potencial de aprovechamiento y valorización de los plásticos utilizados en agricultura (principalmente polietilenos de baja y muy baja densidad). El último de los propósitos generales es contribuir a un abastecimiento estable y sostenible de alimentos, piensos y biomateriales, tanto de los tipos ya existentes como nuevos.
En cuanto a los principales objetivos específicos, el proyecto busca incrementar la recogida y gestión de agroplásticos en un 50% hasta 2025 de los suelos agrícolas afectados por la contaminación por acumulación de más de 632 Kg/Ha de plásticos. También pretende demostrar el potencial de biodegradación de combinaciones específicas de insectos y microorganismos de alto poder valorizador.
En el proyecto participa SIGFITO, como experto en el sector de los residuos agrario. Entre sus labores destaca el asesoramiento normativo, técnico y de divulgación a todo el proyecto. Además de la UMH y ASAJA, forma parte del grupo el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), el Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (ITENE) y REPSOL. En cuanto a las empresas subcontratadas, se integran en el proyecto Asetaga, Proteinsecta e Iris Tecnology, con la finalidad de que aporten conocimiento, innovación y tecnología necesaria para que se cumplan los objetivos del Grupo Operativo.
Para poder llevar a cabo la investigación, el proyecto cuenta con una subvención de los fondos FEADER de 558.011,21 euros (100 % cofinanciación UE). El plazo para la investigación es de dos años, de noviembre 2019 a julio 2021. El ámbito de las actuaciones acoge a siete comunidades autónomas: Comunitat Valencia, Cataluña, Región de Murcia, Castilla La Mancha, Madrid, Andalucía y Extremadura.
España es uno de los principales consumidores en Europa de plásticos de uso agrícola. Emplea, aproximadamente, según los impulsores del proyecto, 220.000 toneladas al año. De esta cantidad, añaden, el 79% de los residuos se acumulan en el suelo, tanto productivos como en entornos naturales próximos. El porcentaje de reciclaje no alcanza el 10%, por, según indican, sus complicaciones en la retirada y gestión posterior. Además genera un gran impacto a la atmósfera debido a los altos niveles de emisiones de CO2 que provoca la incineración descontrolada, un 12%.
Según los indicadores del proyecto, estiman una reducción de emisiones en la agricultura de 1.367,89 toneladas de CO2 y de 866,64 toneladas de amoniaco, como consecuencia de la valorización natural que realizan los insectos.