La provincia de Alicante, regreso al escenario electoral de 1991
La provincia de Alicante, regreso al escenario electoral de 1991
Visto lo sucedido esta semana, está todo por decidir. Y lo que se decide, más allá del signo de las alcaldías que están en juego, que no serán más de una treintena, es el grado de resurrección del Partido Popular de la provincia de Alicante. Desde Génova hay una línea trazada. Creo que es de sobra conocida: el principal barón será Luis Barcala, si amarra la Alcaldía, con Carlos Mazón como extensión en la Diputación de Alicante, si lo consigue, y con Eduardo Dolón y Toni Pérez como principales estiletes, desde Torrevieja y Benidorm respectivamente.
No ha habido debate. Ha sido una decisión salomónica. Sorayistas y casadistas han aceptado de buen grado, y sin rechistar a cambio de poner mantener ciertos peones en la estructura de futuro. Les recuerdo que electoralmente hemos vuelto al año 1991, con un PSOE fuerte y el PP como segunda fuerza. La diferencia a lo ocurrido hace 28 años es que entonces el PP era la fuerza emergente; y los socialistas, el partido en declive. Entre medias, hemos cambiado a Compromís/Podemos por EU y a Ciudadanos por el CDS.
Y lo que se intenta, y así lo está haciendo el establishment mediático, es que ese cambio, el de Barcala/Mazón por José Císcar/César Sánchez, se haga por asentimiento interno -y lo han conseguido-, y con Ciudadanos como convidado de piedra, con la boca tapada (con cinta americana, a ser posible) y a cambio de suculentas propuestas de honorarios -cual Fernando Sepulcre- para hacer el cambiazo sin que nada hubiera pasado. En resumen, que esto sea un relevo de perfiles, más allá de ese proyecto que tiene Luis Barcala para la ciudad de Alicante sin saber todavía cuál será el organigrama ni las formas ni los objetivos de ese gran comedero común -en el que tu vecino también puede asesor y no lo sabes- que es la Diputación de Alicante. Y ojo, lo que pase en una institución no tendrá nada que ver con la otra. Se van a gestionar como cosas diferentes.
Y si todas las opciones del futuro del PP pasan porque esa operación salga a las mil maravillas con una amnesia de caballo. Es más, de consumarse, se pretende que sea la avanzadilla de lo que pueda ser el PP de 2023, con nuevos liderazgos -veremos qué dura lo de Isabel Bonig si esto cuaja-, con la seguridad de que los diputados y concejales de las aznaristas de Vox sean unos soldados más de la causa, y con la seguridad de que Ciudadanos quedará reducido a las cenizas. Y de esta manera, erigirse de nuevo en la gran alternativa del Botànic II. Sí, ésta es la operación.
Pero no todo es tan fácil como algunos lo están pintando. Depende de muchos factores, el principal, claro está, Ciudadanos, pero también del contenido nacional (la política de pactos) y de este particular continente que es la provincia de Alicante.
En primera lugar, la lógica de pactos PP-Cs puede saltar por los aires en cualquier momento: las dudas de los de Albert Rivera en Madrid son un síntoma. Segundo, va a ver cambio de cromos, y Alicante no será una excepción, por mucho que en la ciudad haya más votos y concejales del centro derecha. Aragón es otro ejemplo: los cambalaches entre alcaldías y gobiernos regionales puede darse en cualquier momento (sin olvidar lo que pase en Navarra, importantísimo). Y tercero, si Ciudadanos quiere ser alternativa al PP o, cuando menos, mantener su proyecto político con cierta influencia en un futuro, en el que estamos abocados al bipartidismo, no puede (o no debe) aceptar los pactos con una simple cabotà. Cuando menos, debe exigir regeneración, mucha regeneración, ante todo, porque algunos de los protagonistas que vienen, incluso los que están, quieren pasar eso por todo lo alto. Y un cambio en las formas de hacer política. Por ello, no debería claudicar, con tanta facilidad como se hiciera en julio de 2015, con el pacto de la Diputación de Alicante, si lo releen, comprobarán que ha quedado en parte en papel mojado. El propio PP deberá esforzarse es demostrar que es otro, aunque su pasado más oscuro -alguno de los nuevos electos- le va a perseguir en el presente más inmediato. ¿Le conviene a Ciudadanos estar en esa foto? ¿Quiere ser comparsa o partido influyente? Todo eso es lo que está en juego, más allá de los sillones. Y, cómo no, patrocinar la resurrección del PP, o ser su contrapeso, o su alternativa.
La provincia de Alicante, regreso al escenario electoral de 1991