ALICANTE. Cuando el sector de la construcción se derrumbó en 2008 fruto de la crisis financiera que hizo estallar la burbuja, la rehabilitación se apareció como la panacea que iba a lograr amortiguar el batacazo. No había político ni organización empresarial que no apostase por el reciclaje del sector para enfocarse a la recuperación de edificios. Especialmente teniendo en cuenta que la normativa europea obligaba a adaptar los edificios a los criterios de eficiencia energética.
Ocho años después, el subsector de la rehabilitación ha ganado peso específico dentro de la construcción (de edificios), pero se encuentra aún muy lejos de las cifras europeas. Según un informe del Consejo Economómico y Social (CES) de España, las obras de rehabilitación suponen el 32% del negocio que mueve el sector de la construcción. Más de diez puntos por encima de su peso específico antes de la crisis (21%). No tanto porque la facturación de las empresas que rehabilitan edificios haya crecido exponencialmente, sino porque el negocio de la obra nueva está muy lejos de las cifras de 2008.
En la provincia de Alicante, pese a que no existen cifras oficiales, las principales empresas del sector calculan que su peso específico en la construcción oscila entre el 25% y algo más del citado 32% calculado por el CES, debido a que la cercanía al mar obliga a rehabilitar los edificios antes que en provincias de interior. Así lo asegura Fernando Arsenal, director general de Renovak. "En Alicante la importancia del sector de la rehabilitación será algo más de ese 32% porque la cercanía al mar incrementa la patología de los edificios. Durante los últimos años apenas se ha construido, solo se ha rehabilitado". Cristóbal Navarro, propietario de Urbana de Exteriores, reduce algo ese porcentaje: "La rehabilitación supondrá aproximadamente un 25% del sector de la construcción".
Vayamos a las cifras absolutas. Según los cálculos de Arsenal, las empresas que se dedican específicamente a la rehabilitación en la provincia presupuestan proyectos por un valor de entre 120 y 150 millones de euros al año. "Eso no quiere decir que esa cantidad se convierta en facturación, porque hay proyectos que luego no se llevan a cabo". No obstante, según la facturación de las principales empresas del sector, el año pasado se pudo mover una cantidad en el entorno de los 100 millones de euros.
Cristóbal Navarro afina el dato en lo que a la capital se refiere: "Según los datos de recaudación del ICIO del Ayuntamiento de Alicante, y con la cuota de mercado que supone la rehabilitación, en la ciudad se facturan unos 15 millones de euros aproximadamente". Este año, según el Consistorio, se recaudarán dos millones de euros por este impuesto que grava las obras, es decir, justo el doble que el año pasado, pero siete veces menos que en 2007, antes de que estallara la crisis.
Las cifras oficiales de concesión de visados del Ministerio de Fomento parecen ratificar los cálculos de Renovak y Urbana de Exteriores sobre la importancia de la rehabilitación. De los 4.247 visados concedidos en la provincia de Alicante entre enero y julio de este año, el 20% eran para ampliación o reforma, y el resto para obra nueva. En 2014, el porcentaje era significativamente mayor (y los visados concedidos, muchos menos): el 30% de los 3.367 visados fueron para reformas.
A la luz de estos datos, la rehabilitación puede considerarse una pata fundamental del actual sector de la construcción (excluida la obra civil). Pero está muy lejos de su auténtico potencial. En la Unión Europea, especialmente en los países del centro y el norte, la rehabilitación tiene un peso específico de entre el 50 y el 60% del sector edificación, según los cálculos de Renovak y Urbana de Exteriores. En este caso, las dos empresas coinciden en el motivo: "En Europa hay una mayor cultura de la rehabilitación, y también de la necesidad de la eficiencia energética".
No hace falta irse tan lejos, en Madrid el sector de la rehabilitación ofrece muchas más oportunidades de negocio que en la provincia. "Aquí, con el clima que tenemos, los propietarios no se preocupan tanto por los aislamientos", lamenta Navarro. De hecho, las dos firmas han abierto mercado en la capital de España, y también en otras provincias como Valencia (Urbana), Sevilla o La Coruña (Renovak). La facturación fuera de Alicante, de hecho, supone el grueso del negocio para las dos firmas.
No se trata solo de la falta de "cultura de la rehabilitación". Pese al entusiasmo de las instituciones respecto a la capacidad del sector para generar actividad económica, la Administración no termina de implicarse. Apenas media docena de municipios de la provincia, entre los que no se cuentan ni Alicante ni Elche, tienen reguladas las Inspecciones Técnicas de Edificios (ITE), establecidas por una norma estatal que deben aplicar los ayuntamientos. "El 50% de las viviendas de Alicante tendrán más de 50 años en 2020", avisa Navarro. "Eso significa que estarán absolutamente desfasadas en cuanto a eficiencia energética".
El propietario de Urbana de Exteriores calcula que crear un puesto de trabajo en su sector le costaría al sector público unos 19.000 euros al año (bien a través de subvenciones a proyectos privados o bien con proyectos públicos de rehabilitación). Mantener a un parado sale por 18.000 euros. Navarro lo ve claro: "Con una inversión pública de 100 millones de euros se crearían 5.200 empleos en el sector". Contratos que incrementarían la cotización a la Seguridad Social y la recaudación del IRPF, y que elevarían el consumo, obviamente.
Pero, a pesar de lo que pregonaban la Generalitat Valenciana o Coepa cuando estalló la burbuja, no todo el mundo puede dedicarse a la rehabilitación tras pasar por la obra nueva. "Hubo un aterrizaje de empresas forzadas por la crisis que entraron en una guerra de precios depredadora", recuerda Navarro. "No es lo mismo hacer obra nueva que rehabilitar", advierte Arsenal, "nos llegaban proyectos que eran auténticas barbaridades". Hay que tener en cuenta que no existe una formación específica para la rehabilitación, pese a que el 80% de los aparejadores viven de ella. El "reciclaje" de los técnicos, calculan en Renovak, ha costado de cuatro a cinco años.
El resultado, muchas pequeñas empresas de obra nueva que intentaron pasarse a la rehabilitación han desaparecido (según la CEOE, un tercio de las constructoras que existía al estallar la crisis ha quebrado), e incluso algunas especialistas también. Es el caso de Torremar, una empresa valenciana clásica del sector, que estaba en el Top 10 de la rehabilitación en España al comenzar la crisis. Llegaron a Alicante tres o cuatro años antes de estallar la burbuja, y ahora han cerrado.