El penalti / OPINIÓN

La paja en el ojo ajeno

Foto: Pepe Olivares
31/10/2016 - 

ELCHE. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. El empecinamiento de Alberto Toril con Álex Fernández se ha convertido en el culebrón deportivo de la temporada. El madrileño no está, sufre y le hacen sufrir. El problema no es tropezar en la misma piedra de manera constante y repetitiva, el problema es no ver la piedra en el camino para saber esquivarla. El cordobés sigue firme en su guión. El fin no justifica los medios y Toril está haciendo un flaco favor a uno de los futbolistas que, por calidad, debe estar en el 'top ten' de la Segunda División. Incómodo e impreciso, siempre al bulto, exigido y vigilado al milímetro. También los buenos necesitan dar un paso atrás para ver, oír,analizar y corregir desde una mayor perspectiva.

El papel de Álex Fernández en este Elche CF se minimiza desde la comparativa. Un minuto de Matilla sobre el verde da más a la idea de juego que la aportación que pueda ofrecer el madrileño. No se trata de sopesar en una balanza, se trata de buscar el bien del equipo y ese, a día de hoy, pasa por la imprescindible participación del toledano en detrimento del alcalaíno. Si Álex Fernández tiene que jugar, jugará, pero lo hará sin calzadores ni presiones. Toril debe saber si morir confiando en su ideario le merece la pena o aún está a tiempo de dar un giro de timón a sus planteamientos en busca de su supervivencia y la del equipo.

La confianza que tiene Toril en determinados futbolistas es comprensible e incluso hasta plausible. ¿Quién no tiene un comodín de seguridad en su vida en el que confiar? El problema llega cuando la confianza no se transforma en rendimiento y no eres capaz de volver a empezar el puzle sin tu pieza. Decir en Sevilla que Matilla mejora al equipo porque tu rival se echa atrás y aparecen los huecos resta credibilidad. El toledano mejora al equipo por criterio, tesón, implicación, visión de juego, intensidad, pausa y calidad. Casi nada. Mirar hacia otro lado para no ver la realidad de frente chirría. 

El cordobés se ha contagiado del virus franjiverde. Ese que hace ver culpables en todos los rincones pero que incapacita para asumir tu propio porcentaje. El cordobés sorprende en cada una de sus declaraciones cuando se dirige a su grupo, ese que necesita para conseguir los resultados y del que su futuro deportivo en el banquillo del Martínez Valero depende. Los mensajes castigadores del técnico andaluz no ayudan, menos aún cuando las culpas se deben repartir. Toril ha acumulado una racha de discursos en donde sólo ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. 

En Alcorcón no se tenía desequilibrio, Liberto se queda sin minutos;en Zaragoza los delanteros maños son de los mejores de la categoría, sustituyes a uno de los importantes de Segunda como 'Nino'; en Sevilla el equipo no tiene la calidad suficiente para dar el salto, prescindes de inicio de Matilla. El fallo no siempre está en los demás y los mensajes que ponen la lupa sobre el grupo no ayudan a la larga, menos en un mundo tan egoísta como el del balompié. Castigar en la comparativa a los jugadores, ensalzar a los delanteros rivales cuando luces ganando en La Romareda, anhelar el regreso de lesionados cuando otros están partiéndose la cara o mirar al banquillo y no creer públicamente en las soluciones cuando pierdes, no suma ante tu grupo porque esos son los que,de una manera u otra, te tienen que sacar las castañas del fuego. 

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