ALICANTE. Entre Dani Barroso y Javier Portillo han pasado algo más que seis años de competición en Segunda B. Una época convulsa en la categoría de bronce con 12 entrenadores y 77 fichajes, sin contar con los empleados desde el equipo filial o desde los juveniles, y hasta tres presidentes.
Un continuo ir y venir que solo ha contribuido alejar más cada año al conjunto alicantino del fútbol profesional. El tufo a equipo del pozo, anclado de forma permanente en una categoría que a priori no le corresponde, comienza a amenazar el legado de equipo histórico, con numerosas presencias en Segunda A y pasos, fugaces pero incluso recientes, por la Primera..
Ni con Barroso ni con Portillo el Hércules logró un ascenso que tuvo cerca en dos ocasiones, en las dos finales que ha alcanzado en los tres 'play-off' de ascenso que ha participado: la primera, en 2016, arrebatada por el Cádiz con ese tanto de Güiza tras el resbalón de Álex Muñoz y la segunda, con una intratable Ponferradina como verdugo. Eso sí, a diferencia de Barroso, Portillo gozó de mucho más presupuesto para armar esa plantilla y la de este curso que tiene el dudoso honor de mantener al equipo en descenso a Tercera División en durante un numero importante de jornadas.
Ahora es Juan Carlos Ramírez quien toma las riendas de la parcela deportiva; lo hace en puertas de un mercado de invierno en el que acertar será clave para eludir el descenso y la desaparición
El empresario vasco ha confiado en Vicente Mir para el banquillo, el técnico que protagonizó aquella eliminatoria ante el Cádiz en la que la camiseta del Hércules la defendían jugadores como Chechu que tiene alguna opción de precisamente regresar al club solo unos meses después de que Portillo le enseñara la puerta. Volver al pasado para cambiarlo todo parece la solución del empresario, que cuenta además para su proyecto con un hombre de la casa como Paquito Escudero y su amigo Paco Martínez 'Metralla'.
A diferencia de Mir y del resto de técnicos que han pasado por el banquillo blanquiazul, toda una trituradora, se puede decir que solo José Rojo 'Pacheta' ha triunfado: el burgalés fue despedido recién iniciada la segunda vuelta de la 2014/15 pero, tras pasar por Tailandia, tuvo la oportunidad de entrenar al Elche al que devolvió al fútbol profesional y hoy tiene más cerca de la Primera División que del pozo. Del resto de damnificados, además de Mir solo Luis García Tevenet (en el Atlético Levante) y Manolo Herrero (en el Melilla) han vuelto a entrenar en la categoría de bronce.
El fracaso de Portillo es inapelable, como lo fue el de Barroso en la 2016/17 y que acabó con el vasco fuera del club del Rico Pérez, pero el ex lateral herculano llevó al equipo a disputar dos 'play-off' en tres cursos, mientras que Portillo lo logró el pasado pero ni la 2017/18 cuando compartió errores con Ramírez ni la actual precisamente son para presumir. Al contrario.
Después de más de un centenar de jugadores, con seis años ya de travesía por el desierto y con la espada económica de Damocles sobre su cabeza, la situación del Hércules es ostensiblemente peor.
Los tiempos dorados del club blanquiazul seguirán siendo, a medio plazo, en blanco y negro, mientras crecen las generaciones de alicantinos que no encuentran nexo alguno de identificación con el club de su ciudad. Los más mayores recuerdan a Saccardi, Carcelén, a 'Tigre' Barrios o a Kempes, pero los más jóvenes optan, en su inmensa mayoría, por otros colores. La época de esplendor del Hércules sigue siendo esa coincidente con el paso de España de la dictadura a la democracia. Desde mediados de los ochenta, coincidiendo con el fin la Movida, el Hércules no levanta cabeza. Hoy en día algunos patanes repiten como dementes aquello de que "con Franco vivíamos mejor", pero en el caso del club blanquiazul esa afirmación, en clave estrictamente temporal, no le queda tan lejana.