En un informe reciente de la prestigiosa consultora McKinsey, se indica que hasta un tercio de los empleos actuales serán desplazados antes del año 2030 por los efectos de la automatización y del desarrollo de la Inteligencia Artificial, y entre 75 y 375 millones de trabajadores deberán de adaptar sus conocimientos para optar a nuevos empleos.
Este proceso va a afectar con más intensidad a las economías avanzadas, donde hay un mayor nivel de desarrollo tecnológico, y donde el coste de mano de obra es más alto y por tanto más rentable la automatización.
En una situación de crisis económica como la que se avecina en los próximos meses, los directivos de las empresas enfocan su mirada a los empleos como principal fuente de ajuste de costes para afrontar la nueva realidad. Pero estos ajustes son complejos y costosos en tiempo y dinero, por la protección existente a este recurso en las sociedades avanzadas. Este hecho,hace que este proceso de sustitución de empleo por Inteligencia Artificial, sea visto como una oportunidad para afrontar esta crisis y los efectos que provocará en los próximos años,acelerando todavía más este proceso.
Pero no solo esta circunstancia ha puesto en primera línea la Inteligencia Artificial, sino también el uso tan importante que se le esta dando a esta tecnología para el control y lucha contra la pandemia del coronavirus. Predicción de necesidades futuras de los centros sanitarios, reconocimiento de patrones y tendencias en el comportamiento del virus, control de la población infectada, apoyo en la búsqueda de una vacuna a través de algoritmos que predicen estructuras de proteínas, descifrar el genoma del coronavirus reduciendo el tiempo de obtención de la posible vacuna… todo actividades que requerirían de una gran cantidad de personal para poder llevarse a cabo.
Esta situación se ha trasladado claramente a la ciudadanía, y aunque lleva varios años produciéndose este fenómeno, es en la actualidad donde la evolución de la Inteligencia Artificial, y el desarrollo de las máquinas y robots, ocupa más portadas en medios de comunicación, y con más preocupación todavía ante la crisis provocado por el Covid-19, y sus posibles consecuencias a largo plazo.
Esta preocupación de la ciudadanía, ¿tiene fundamento?Ciertamente, estamos al borde de una revolución tecnológica que promete no solo alterar la estructura de nuestra economía,sino también remodelar el tejido social de manera más amplia.
La historia nos dice que la ansiedad tiende a acompañar el rápido cambio tecnológico,especialmente cuando la tecnología toma la forma de capital que amenaza los trabajos de las personas. En este sentido, en el año 1930, Keynes ya decía lo siguiente:
“Estamos sufriendo una nueva enfermedad cuyo nombre algunos lectores pueden haber oído, pero de la que oirán hablar muchísimo en los próximos años, a saber, el paro tecnológico. Un paro debido a que el ritmo al que descubrimos formas de economizar en el uso del trabajo, es superior al ritmo al que encontramos nuevos usos del mismo.”
Muchos de los cambios que se están produciendo al respecto en nuestros días, se dieron durante la Primera Revolución Industrial, que comenzó en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. Este fue también un periodo cambio tecnológico sin precedente, pero también una era convulsa de cambio en lo político y social.
Y lo mismo ocurrió durante la Segunda Revolución Industrial y la incorporación masiva del sistema de producción Taylorista, que aumentó muchísimo la productividad del trabajo, y desplazó una gran cantidad de mano de obra de la agricultura a la industria. En estos años también se dieron momentos convulsos, como por ejemplo en la década de 1920, que fue testigo de una reacción violenta contra los automóviles, que anteriormente se habían visto como una respuesta milagrosa a los problemas de los vehículos tirados por caballos, que llenaron las calles de ruidos y estiércol.
Pero, en mi opinión, la situación actual es diferente a las anteriores Revoluciones Industriales. Un factor clave hace que este proceso no sea el mismo, y es la enorme velocidad a la que se están produciendo los cambios, y su globalidad tanto desde el punto de vista de los sectores y actividades que afecta, así como su alcance geográfico total que abarca toda la humanidad, aspecto que no ocurrió en las anteriores Revoluciones Industriales.
Previamente, estas revoluciones implicaron transformaciones muy significativas, pero a un ritmo lento, todavía existen áreas en el planeta donde imperan las tecnologías nacidas a partir de la Primera Revolución Industrial.Vivimos en un momento único, nunca antes se habían producido tantos avances tecnológicos de manera simultánea y a esta velocidad, robótica, biología, genética, Internet de las Cosas, la explosión de la conectividad, blockchain, Inteligencia Artificial, impresión aditiva,nuevas energías…
La primera de estas revoluciones comenzó en Inglaterra y las tecnologías desarrolladas en ella tardaron más de un siglo en ser aplicadas en todo el mundo, mientras que hoy en día es cuestión de meses la implantación de nuevas tecnologías en cualquier parte del globo terrestre.
En las anteriores Revoluciones Industriales fue cierto que se produjo un desplazamiento de empleo por parte de las máquinas. Desde los famosos telares en la Primera Revolución Industrial movidos por las máquinas de vapor, a la cadena de fabricación implantada por Ford en la Segunda Revolución Industrial, a la incorporación de la robotización, visión artificial, etc. en la Tercera Revolución Industrial. Pero a su vez también se crearon nuevos puestos de trabajo que permitieron el desplazamiento de la población a nuevos empleos.
Aun así, el proceso de transformación llegará a todas las empresas, y de manera abrumadora, porque son muchos los frentes abiertos que están revolucionando los modelos de negocio: digitalización, producción aditiva, ingeniería genética, energías renovables, automatización de todos los procesos, medios de transporte autónomos… y todo ello de manera simultánea ¿Y toda esta situación como afectará al ciudadano de a pie?, pues de manera muy significativa, ya que muy posiblemente su empleo desaparecerá o en el mejor de los casos se modificará, y esto va a llegar antes de lo que pensamos. ¿Estamos preparados para ello?,¿cómo nos podemos enfrentar a esta situación?, preguntas interesantes, que trataremos en un futuro artículo.