Los griegos, como se refleja en la obra Edipo Rey de Sófocles, acudían al Oráculo de Delfos para presagiar sus circunstancias venideras. Allí los gobernantes de las polis se recreaban con las predicciones trasmitidas por los dioses tomando en consideración los testimonios divinos antes de emprender nuevas conquistas. Cayó el imperio helénico, se perpetuaron los agoreros en la antigua Roma, los Bárbaros conquistaron el imperio y llegaron las encuestas sociológicas.
Cansado me tienen. No seré yo el que ahonde en el tópico de que los columnistas le sacamos punta a todo como reseñó Armando Zerolo en su artículo Contra los columnistas publicado en El Debate, pero no puedo evitar utilizar este espacio para desahogarme del hastío que me producen tantos análisis demoscópicos. No hay tertulia de radio o televisión en la que no me pregunten por alguna encuesta. Es extraño el día en el que algún periódico no haya encendido la maquinaria consultiva para brindar al lector una nueva foto política. A fuego lento, maceradas, reposadas, al gusto, las hay para todos los paladares. Según una de las últimas, realizada de oficio para el PSPV, Ximo Puig revalidaría su cargo como President de la Generalitat y fagocitaría prácticamente a Podemos. En su cabeza era espectacular. La parte socialista del Bótanico está pletórica. Igual que cuando un sondeo da la victoria virtual a Carlos Mazón el líder del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. Recuerdo hace unos meses cuando una encuesta daba la mayoría a la derecha y todos los cargos del PP estaban celebrándolo como si su candidato ya fuese ya president. No son conscientes de que las encuestas las carga el diablo. Es imprudente e infantil tomarlas cómo dogma. Son meramente imágenes temporales y líquidas.
Acuérdense que muchas encuestas de las elecciones de Andalucía daban a Vox 26 escaños y al final Macarena Olona se ha terminado marchando a su casa. Tierra que es Alicante, por mucho que ella intente poner acento andaluz y vestirse con faldas largas y volantes al estilo Lola Flores. Su subconsciente sobreexcitado por la adrenalina demoscópica le movió a prometerle a Juanma Moreno en pleno debate electoral que él sería su vicepresidente. Ahora es la presidenta de la comunidad de vecinos. Su gozo en un pozo y todo su equipo de campaña señalado por no superar la barrera que habían puesto las encuestas. La mayoría menos una, la de GAD-3 desdeñada por Narciso Muchavila, que calcó los resultados electorales. A lo mejor el problema no son los sondeos sino la cantidad de estudios sociológicos que copan la actualidad sin filtrar su credibilidad. Hoy en día otorgamos la misma fiabilidad a un sondeo realizado a través de una cuenta de Twitter que a uno con muestras comparadas tomadas por profesionales de reconocido prestigio.
Antes de tomar enserio una encuesta, como la de la semana pasada que da la victoria a Ximo Puig y la revalidación de su gobierno, habría que preguntarse quien la ha realizado. En la sociedad del tweet se toma en igual consideración cualquier análisis de datos, primamos la cantidad a la calidad. Deberíamos tomarnos más enserio las encuestas y tratarlas con la delicadeza que merecen, no hacerlas como fartons.