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La Cuina de Kike y Cuca de Castalla

La fiesta de la cocina

En este restaurante aislado en el paraje natural de la sierra del Maigmó ocurren historias increíbles: hace parada Papá Noel o se celebran festines medievales, las camareras se marcan un baile entre plato y plato y el ambiente es distendido y generoso, como su cocina. Pocos lugares pueden dar cuenta de una mejor relación calidad/cantidad y precio como la de esta casa rústica en mitad de la sierra y a escasos kilómetros de Alicante de la que nadie sale sin disfrutar a lo grande

7/01/2017 - 

ALICANTE. Nunca has visto nada igual. Antes de irse, un hombre se ha acercado a Kike y le ha dicho emocionado “gracias por haberme hecho pasar un día tan feliz”, y es que nada de lo que te hayan contado que ocurre en este lugar es equiparable a estar aquí y experimentarlo. Podría decirte que imaginaras que vas a casa de tus amigos más divertidos y cocinitas. Que no podrás elegir menú pero sabes que todo estará riquísimo y en abundancia. También que con ellos la espontaneidad y la diversión están garantizadas, pero no te estarías haciendo una idea acertada. Cuando después de haber acabado el que es, con toda seguridad, el mejor arroz a banda que he probado en mi vida, comienza a sonar con fuerza ‘Can't take my eyes off you’ y el gran Kike, rasera en mano, sale contoneándose seguido de una ristra de camareras para bailar entre las mesas atestadas del restaurante, algo ocurre que te descoloca, un buen rollo inesperado te golpea de súbito hasta emocionarte y a partir de ese momento no puedes dejar de decir lo mismo que la canción: “You're just too good to be true”...

Sin duda hay muchas formas de entender eso de “comer como en casa” pero este matrimonio, generoso y singular donde los haya, nos enseña que especialmente tiene que ver con crear un ambiente en el que reina el buen humor y la jovialidad. “No surgió de manera premeditada (aclara Kike), un día me puse a bailar, la gente se animó y desde entonces ya no hemos dejado de hacerlo, tanto los clientes como nosotros, superamos fácilmente la timidez”. Ahora La Cuina de Kike y Cuca también es exportable, tienen empresa de catering y trasladan el espectáculo a donde haga falta, montan saraos medievales con corderos asados a la antigua usanza, codornices y cochinillos. La idea ha corrido como la espuma entre los adeptos a Juego de Tronos y ahora se la piden para organizar incluso bodas.

Hace 15 años este matrimonio alicantino decidió abandonar la urbe para vivir en la montaña y en pocos meses su vida dio un vuelco radical: “decidimos convertir en nuestra profesión lo que ya hacíamos desde siempre, tener la casa llena de amigos alrededor de una buena mesa, con el mismo carácter festivo y las mismas risas”. Y así es como esta casita rural con una chimenea del tamaño de un castillo se ha convertido en el lugar idóneo para venir a festejar (aunque no haya nada que festejar) con la familia o el grupo de amigos. Cuenta con un amplio jardín cerrado donde los niños pueden jugar sin peligro en plena naturaleza, subir a un pequeño castillo de obra o esconderse en un tipi indio, algo que agradecen mucho los padres que ya olvidaron lo que es salir a comer sin salir pitando.

La fórmula gastronómica de Kike y Cuca es a prueba de balas. Adaptada a la singularidad de un restaurante aislado en la montaña, ofrece un menú fijo y abundante de platos de éxito seguro elaborados con productos de primera calidad por veinticinco euros: siete entrantes, tres platos principales (codillo, gazpacho de Castalla y arroz a banda), postre casero, infusión de la casa y bebida incluida. El menú no se comparte (tampoco el de los niños), que no es cuestión de tirar la casa por la ventana, pero se puede repetir. Y los comensales repiten, especialmente el codillo: “me di cuenta de que aquí no hay cultura de codillo, el primero que comí fue en Munich y me apasiona, antes iba a por el mejor de ellos a Madrid y ahora he concertado con un productor de la zona que los hace a mi gusto. No creo que haya otro lugar donde se sirvan tantos codillos como aquí y no quiero ser yo quien lo ensalce, hay que venir para probarlo”. Bocados de huevas de arenque y mantequilla al estilo alicantino, una panacota siciliana increíble, todo, hasta el vino de la casa, está pensado para satisfacer los mejores paladares, que ningún niño se quede sin comer y que todos comamos como niños.

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