Alicante es tierra de vinos, de ayer y de hoy. Son tan buenos que han llevado el nombre de esta ciudad y de esta provincia por el mundo entero. Muchas son las personas que contaron sus bondades, su sabor, su color, … Otras los conocieron en la Corte y centros de poder, así como en las tabernas y en las plazas. Le invito a acompañarme en este recorrido donde la pasión por la vid y la tierra que la cobija han hecho de esta actividad agrícola un acontecimiento social y cultural extraordinarios. Vea.
Por Alicante pasaron los íberos, los fenicios, los romanos, … Unos cultivaban la vid, otros comerciaban la uva en bruto o transformada en vino. Los musulmanes alababan en sus poemas los vinos de esta zona, aunque su religión les prohibía tenerlos o disfrutarlos. En 1492 Jerónimo Múnzer dejó escrito en su libro Itinerarium sive prereginatio per Hispaniam que “en la parte oriental de esta tierra se elabora mucha cantidad de vino blanco, pero es aún más el que llaman tinto de Alicante de gran mercado en Inglaterra, Escocia, Flandes, … El día que paramos en la ciudad vimos en el puerto 26 naves de Vizcaya, de Flandes, y de otros países que iban por cargamentos de vino”. Eran tan buenos que el Rey Fernando el Católico prohibió - en 1510 - la distribución en Alicante de vinos procedentes de otros lugares. Había que proteger la calidad del vino alicantino, sin mezclas, ni alteraciones. Fíjese que eso ocurrió a principios del siglo XVI, nada menos, ha llovido mucho desde entonces.
El Almirante Julio Guillen Tato dijo que el Vino de Alicante fue el primero en dar la vuelta al mundo al embarcarse con Juan Sebastián de Elcano (1519-1521) en su viaje por la nueva ruta de las especias, travesía promovida por el Emperador Carlos I de España y V de Alemania. Imagine a Elcano pensativo, relajado, con una copa de vino en su mano derecha y sus pensamientos, entre sorbo y sorbo. Como usted podría hacerlo ahora en Alicante desde una de sus terrazas naturales que dan al mar o desde la cubierta de un velero en su bahía. Rodeado de azul ante la inmensidad del cielo y del Mediterráneo.
En 1596 el Rey Felipe II confirmó el privilegio concedido por Fernando el Católico a Alicante. De la época de Felipe II es la visita de la famosa embajada japonesa que pasó por Alicante después de visitar al Rey en Madrid para partir por el puerto alicantino rumbo a Roma para visitar al Papa. Guardiola Ortiz nos cuenta en su libro “Gastronomía Alicantina” que “entre todos los vinos generosos que esta Huerta produce, se encuentra en primer lugar, este que tiene nombre propio: Fondillón, es un vino dulce, añejo, de la Huerta de Alicante. La fama de que goza es tanta que en probándolo han proferido los señores Príncipes (japoneses): ¿pero si este es el famosísimo “Vino de Alicante”, que tanto renombre tiene en diversos países”.
El Vino de Alicante siempre fue muy reconocido. Se bebía en todas las Cortes europeas. Fue el preferido del Rey de Francia Luís XIV (el Rey Sol), tanto que en su lecho de muerte en 1715 pidió comer bizcochos empapados con el vino alicantino. A su vez, Isabel de Farnesio hacía llevar este vino allí donde fuera su marido el Rey Felipe V (1683-1746).
El privilegio de Fernando el Católico duró hasta 1756, año en el que se permitió – con limitaciones – la exportación de vinos del interior por el puerto de Alicante.
¿Quiere saber con qué uva se hacía (y se hace) este vino tan apreciado? Ahora se lo cuento después que conozca la opinión de Cabanilles que escribió en sus Observaciones del Reyno de Valencia (1795-1797) que el “verdadero vino de Alicante debe de hacerse de uvas de monastrell, y de aquellas resulta aquel vino espeso, de un sabor dulce, con alguna aspereza, tan estimado en todas las naciones”. Se refería al Fondillón, o Vino de Alicante como se llamaba originalmente. El nombre de Fondillón proviene por los sedimentos que antes se acumulaban en el fondo de las barricas y que se usaban para la maduración del vino.
Así es, este vino se elabora con Monastrell, uva tinta con mucha cantidad de azúcares naturales, que se deja madurar en exceso en la vid antes de su fermentación. El resultado final es un vino seco semidulce con un nivel de alcohol de alrededor de 17 grados. Envejece en antiguas barricas de roble de gran tamaño durante al menos una década.
A partir de 1834 se liberalizó el comercio del vino en la provincia. El XIX es el Siglo de Oro de la producción vitivinícola de Alicante. A mediados de este siglo el Oídium y la filoxera hicieron estragos en Francia. Querían seguir comerciando vino y eligieron a Alicante como su lugar preferido para su producción de uva. Se cultivaron 93.000 hectáreas y se producía más de 1.200.000 hectolitros (actualmente no se produce ni la mitad). Hasta que se terminó el acuerdo con Francia en 1892. A partir de esa fecha había que reinventarse y seguir manteniendo una gran producción de buen vino, aunque no fuera la de años anteriores. La filoxera también atacó al viñedo alicantino y muchos agricultores emigraron a Argelia para desarrollar allí lo que no podían hacer en su tierra.
El siglo XX supone un frenazo en el cultivo de vides, también porque cambia el modelo productivo apostándose por el sector industrial y el turismo, y con cultivos que diera más rentabilidad a la inversión. Con lo que quedaba, se empeñaron por proteger lo que tenían a través de las Denominaciones de Origen. La de Alicante nace en 1932 después de un largo proceso, siendo su primer Consejo Regulador de 1957. El final del siglo XX es el de la creatividad, la innovación y el desarrollo sostenible a través de las nuevas tecnologías, sin olvidarse de la tradición.
El Fondillón es protagonista en la literatura a través de obras de Cervantes, Shakespeare, Dumas, Defoe, Dostoievski, Salgari, Azorín, … El Conde de Montecristo, sin ir más lejos, era aficionado al Vino de Alicante.
En la actualidad el Fondillón está recuperando todo el esplendor de antaño con la impronta de personas como “Luis Miñano San Valero, artífice de poner en lo más alto del mercado y reconocimiento internacional al Fondillón. Miñano y sus colaboradores han revisado, analizado, ordenado y puesto en las mejores condiciones de higiene, temperatura y humedad los cientos de toneles alicantinos que guardaban las viejas soleras de Bodegas Monóvar”, en palabras del enólogo Rafael Poveda.
Hoy sólo se produce Fondillón en las siguientes poblaciones de la zona del Vinalopó: Monóvar, Petrer, Castalla, Sax, Villena, Salinas, Pinoso, Algueña, La Romana, Hondón de los Frailes y Hondón de las Nieves. Para elaborar el Fondillón es imprescindible utilizar uvas que estén cultivadas en viñedos calificados y autorizados por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Alicante. Ya ve, prima la calidad, porque esta es lo primero.