Este lunes se cumplía una semana desde que arrancó nuestra particular cena de los idiotas; alrededor de una mesa vestida con un mantel con los escudos del Deportivo de La Coruña y el Fuenlabrada se sentaron todo tipo de individuos, con intereses más o menos claros pero legítimos en muy pocos casos. Y sí, a todos parece que les sentó mal ya la primera copa de vino.
A la Liga de Fútbol Profesional, a la Real Federación Española de Fútbol, al Consejo Superior de Deportes, a los clubes, a los políticos, a los entrenadores, a los futbolistas... A todos se les ha llenado la boca estos días sobre lo bien que lo habían hecho ellos y lo mal que lo había hecho el de enfrente. Las barbaridades que se han dicho y escrito en estos siete días, en algunos casos como pretendidos argumentos de peso para que se hicieran las cosas como el que las profería deseaba, son innumerables.
Como siempre hay honrosas excepciones, pero muchas menos de las que cabía esperar y es que hasta a quienes más razón asiste en toda la película y se les presupone mucho mayor nivel, dada su formación y profesión, se les ha escapado alguna que otra palanganada (por no hablar de sus decisiones, algunas ciertamente incomprensibles).
Desde aquí mis mejores deseos para los trabajadores del Fuenlabrada, en su mayoría futbolistas, contagiados por Covid-19 y también para el jugador del Portugalete que se encuentra en la misma situación desde el fin de semana.
Ah y si el sainete finaliza incrementando el número de equipos en Segunda A que sea hasta los 150, a ver si así entra el Hércules.