VEGA BAJA. La campaña 2019-2020 de la alcachofa en la Vega Baja va a estar marcada por dos momentos que transcienden mucho más allá del propio sector de la agricultura, y con un desenlace bien distinto entre ambos. Uno, poco después de comenzar la plantación y otro casi al finalizar la campaña de recolección. En el primero, en septiembre, las inundaciones arrasaron los cultivos de la Vega Baja y provocó la pérdida del 60% del cultivo de alcachofa. La mayoría de las plantaciones que se salvaron estaban ubicadas más alejadas de la margen izquierda del río Segura. Ahora, adentrados desde hace unos meses con la campaña de recolección, la pandemia del coronavirus ha obligado a detener muchas actividades. En este caso, la tan castigada agricultura en tiempos de normalidad, la alcachofa no se ha visto afectada. De hecho, han aumentado las ventas.
Diego Martínez, presidente de la Asociación Alcachofa Vega Baja, asegura que "hay un efecto rebote, aunque hay menos en los mercadillos pero sí hay más demanda en los supermercados". El decreto de Estado de Alarma, para detener la propagación del coronavirus, del pasado 14 de marzo determinaba la cancelación de todos los mercados semanales en las calles de los pueblos. Esto ha provocado que productos locales como habas, acelgas, cebollas tiernas, entre otras verduras han perdido la salida que tenían en los mercados semanales. Sin embargo, aunque la alcachofa es un producto muy demandado en estos espacios, el hecho de que los supermercados sigan abiertos ha permitido que se mantengan las ventas. Este es el caso de la venta del producto fresco, porque sin embargo, en cuestión de conserva las ventas han incrementado. "En cuanto a conservas se ha casi multiplicado por cuatro los pedidos" afirma Martínez. Este aumento, asegura, lo achaca a un periodo "coyuntural". Las compras compulsivas que se han dado estos días, principalmente con el anuncio del Estado de Alarma, ha sido lo que ha generado este escenario.
Con las medidas de seguridad, los agricultores no han detenido sus labores de recolección. Tampoco en las empresas conserveras. En este plano, la producción se marca día a día al ritmo de la incertidumbre del devenir de los acontecimientos. Una incertidumbre que viene dada al tratarse de una producción en cadena en el que están involucrados distintos sectores, desde el que proporciona los envases, quien los envasa, el encargado del etiquetado y quien transporta la mercancía. Si algunos de estos eslabones fallara ante el aplazamiento de su actividad, la industria de la alcachofa, que supone el 60% de la producción, se vería seriamente afectada. "El problema es que esto es una cadena y si en algún momento falla alguno, peligra todo, por lo que no tenemos previsiones a futuro, porque no se puede asegurar" explica el presidente de la Asociación de la Alcachofa.
Las inundaciones de septiembre asolaron la huerta de la Vega Baja, y en ese momento las tierras de alcachofa quedaron arrasadas. José Luis, un agricultor de Almoradí perdió la mitad de su cosecha. Ahora, como la mayoría, vende sus alcachofas para la industria. Una vez que se hicieron los primeros cortes, la producción por cada planta desciende y el tamaño también, por eso, con o sin este escenario de parálisis por el virus, también las alcachofas de estas fechas irían para las conservas. Los precios en estos casos para agricultor ronda en muchas jornadas el precio de coste. "Se ha pagado a 48 céntimos y otras veces a unos 60 céntimos" asegura el agricultor. Se daba por hecho que la poca producción que quedaría tras las inundaciones los precios al agricultor subirían, pero tampoco fue el caso.
Tras pasar unas inundaciones, algunos agricultores se han visto obligados a abandonar las tierras, otros han conseguido mantenerse si algo les quedó. Ante la crisis del coronavirus, "de momento no se nota las consecuencias, tanto en la exportanción como en el mercado nacional, la alcachofa en fresco se mantiene, y la conserva sube".