En el arte de innovar, hay mucho de experiencia y también de docencia. Juan Sobejano ejerce de mentor residente para EOI Coworking Benissa, al tiempo que trabaja como consultor externo y enlace de la marca Innodriven en España. Su trayectoria permite comprobar cómo Sudamérica nos está adelantando por la derecha en la innovación social
BENISSA. ¿Qué tienen en común Benissa, Uruguay y Gijón? De entrada a Juan Sobejano, un totanero afincado en La Vila que ha transformado su experiencia profesional turística en el diseño de nuevos modelos de empresa y en docencia de la buena. Este consultor es el ‘jefe de estudios’ del primer programa del Coworking EOI Benissa y sus primeras conclusiones tocan de lleno con la burbuja emprendedora y con la ausencia en la Comunidad Valenciana de innovación social dentro de las compañías.
“De los 19 proyectos que empezaron han acabado 18. Un 90% de ellos ya están funcionando”, explica a modo de conclusión Sobejano. El principal valor que destaca de todos ellos es el valor de aportación a la economía local. “Frente a perfiles más tecnológicos, aquí hemos tenido iniciativas que va muy pegadas a la zona. Hay emprendedores con ideas relacionadas con el vino, la uva, el turismo y bastante relacionadas con autoempleo. Para mí, todos son emprendedores”, según indica el responsable del coworking.
En esta primera edición, el centro, que cuenta con financiación de Fondos Europeos, Ayuntamiento, Diputación y CREAMA, ha tenido que salvar contratiempos típicos del arranque y el primero y fundamental ha sido difundir el programa. “Empezamos finalmente en diciembre y hemos acabado esta semana. Nuestro perfil es menos tecnólogo que en los proyectos de aceleradoras, pero se trata de que aflore la economía local y eso lo hace muy bien la Escuela de Organización Industrial (EOI)”, matiza en calidad de mentor.
"Hay una cosa con la que no estoy de acuerdo y es que las aceleradoras únicamente invierten en proyectos que son escalables, con componente tecnológicos"
Con el apoyo de Elena de Isla como coordinadora y cuatro tutores – Guillermo Fernández, Ángel Alba, Nacho Más y José Javier Ruiz-, Sobejano considera que se ha alcanzado el objetivo inicial. Dentro del grupo se ha tratado de reforzar una debilidad común en los emprendedores, “la falta de formación”, según su opinión y le ha sorprendido ver el carácter “abierto a la hora de aceptar que se han equivocado y bien posponer objetivos o bien cambiarlos. Creo que es una fortaleza a destacar”.
En este totum revolutum como son los coworking, ha intentado trasladar la dureza del mercado, la cual ha ligado a la alta mortandad de las startups. El filtro que fija a las personas que entrevista es que “bien que tengan un impacto en el territorio o algún elemento diferenciador”. “Hay una cosa con la que no estoy de acuerdo y es que las aceleradoras únicamente invierten en proyectos que son escalables, con componente tecnológicos, etc. y he tenido debates con inversores sobre el error que creo que supone dejar fuera este otro tipo de proyectos”, explica en alusión a conversaciones con business angels.
La generación de un ecosistema emprendedor en la Marina Alta es algo bastante reciente. En poco menos de un año, hay operativos cuatro centros de coworkers; pero la ebullición de espacios está sujeta a una crítica políticamente incorrecta. “Si tiene un retorno político, sí se abrirá un coworking en cada municipio. Se primará antes el retorno político que la eficiencia, posiblemente”. De esta manera, Sobejano resta importancia al número de centros y apuesta por todo lo que conlleva este movimiento.
La importancia de contar con un ambiente propicio es, sin duda, clave para este experto que pasa la otra mitad de su tiempo viajando por España. Su experiencia se ha configurado en modo “design thinking”, una metodología que explora de la mano de Innodriven. Esta marca está desarrollando toda una red de profesionales que aplican esta propuesta para implementar acciones innovadoras en las empresas y los territorios.
Como cofundador de la marca hace 3 años, comparte firma con Giselle de Llamea y Delfina Zagarzazu. “El grueso de nuestras actividades está en Latinoamérica”, comenta. El equipo lo conforman siete profesionales, más colaboradores ubicados en distintos países. Entre la cartera de clientes, Danone.
“Hablamos de negocios que su razón de ser es social. Por ejemplo, hay una empresa en Chile que se llama Triciclo que factura 3 ó 4 millones de dólares al año y se dedica a hacer reciclaje. Únicamente contrata a ex presidiarios. El componente social está dentro de su modelo”. Frente a la pujanza de este tipo de sociedades, Sobejano considera que el movimiento en nuestro país es muy débil e ilustra el calificativo explicando la creación de la certificación B.
“Este modelo de negocio se introdujo en España hace unos 3 años. Empezaron un par de empresas andaluzas consiguiendo el certificado de empresas B”. Hoy están organizadas alrededor del movimiento B Corp cuyo lema es: “No ser las mejores empresas del mundo, sino las mejores empresas para el mundo”.
Dentro de las iniciativas de innovación social, este consultor sostiene, tras dos años de idas y venidas a México, que este país centroamericano está despuntando y suma a este despegue a “Colombia que funciona muy bien, al igual que Chile y están empezando a despegar Argentina y Perú”.
En el punto de mira, Innodriven se plantea nuevos retos: “Nuestra idea es ser una especie de comunidad en la que nosotros aportemos valor y conocimiento e incluso puedan ser otros quienes lo utilice. Apostamos por un modelo de innovación social que es interesante y que entronca con el movimiento de economía”.
Y ahí hay un claro vencedor: “La economía circular en el País Vasco es política de Estado. Es impresionante lo que están apostando. Aquí, en una Comunidad Valenciana, había una asociación empresarial que estaba moviéndolo, pero de momento se ha hecho poco”, lamenta Sobejano.
"si tiene un retorno político, sí se abrirá un coworking en cada municipio"
Dentro del cambio de modelo, este experto considera que los focos en España están ahora mismo en “Cataluña, concretamente en Barcelona, Zaragoza y Madrid. En nuestra comunidad, aún, que yo sepa, no hay”. El motivo, a todos nos suena: “Apostar por la economía circular y la industria 4.0 no es cuestión de meter tecnología. Todavía suena muy a chino. La gente piensa que la transformación digital es poner un ordenador. No podemos esperar más. Creo que no sólo pasa en España, pero estamos ante un empresariado todavía muy tradicional en cuanto a manera de pensar y metodología. Vengo del turismo, y salvando algunas excepciones, todavía no entiendo como viendo que el turista se metía en redes sociales, el sector ha tardado en meterse. No se veía que eso enriquecía la experiencia”.
Quizás, y mientras las empresas españolas cambian el chip, Sobejano ha sumado a su agenda laboral la oportunidad de disfrutar como externo en Izertis, una consultora digital con sede en Gijón dedicada a la transformación digital de grandes empresas. En este entorno es, para este innovador, más fácil “transmitir al empresariado que la tecnología tiene que tener un sentido”.