ALICANTE. El presidente de la Mesa del Turismo (donde sustituyó a Abel Matutes a comienzos de 2020), la asociación empresarial más veterana del sector, fue durante doce años también presidente de la patronal hotelera española, Cehat. Conoce de primera mano (a los 22 años ya era director de hotel) la problemática del sector tras la pandemia y este jueves estuvo en Alicante para moderar una de las mesas del foro de directivos Fexdir. Hablamos con Molas sobre la foto actual del turismo, la gestión del Gobierno y algunos de los debates abiertos que debe afrontar el sector a corto plazo.
-¿Cuál es, en líneas generales, la situación actual del sector turístico, después de todo lo que ha pasado desde marzo de 2020?
-El sector ha cogido algo de oxígeno este verano, porque estábamos en una situación límite, tanto el sector como los distintos subsectores: alojamiento, restauración, agencias, transportes... Hemos estado quince meses sin actividad, con unas tensiones financieras y sociales importantes. Este verano, gracias sobre todo al turismo nacional y a algunos mercados extranjeros, nos permite afrontar con cierta energía 2022. Pero hay que seguir recordando que hay 5.000 agencias de viajes cerradas, 80.000 bares y restaurantes que no han vuelto a abrir, y el 30% de los 16.000 hoteles que siguen cerrados.
-¿El papel de la Unión Europea será clave en este nuevo escenario?
-No ha habido una política turística concreta en Europa, debería haberse coordinado para favorecer una industria que en España supone más del 20% del PIB, directo e indirecto, y 2,7 millones de empleos. Hay que tener en cuenta que en Europa y Estados Unidos estaremos casi todos vacunados en 2022, pero en Asia, África y Latinoamérica van por el 15%. La pandemia aún está aquí. Hace falta un esfuerzo importante de la Administración, no siempre el Gobierno ha sabido coordinarse con las autonomías y con Europa. Y estamos esperando a ver qué pasa con los supuestos 19.000 millones de euros de fondos europeos, de los que no tenemos noticia.
-En España el Gobierno apostó por los ERTE y la financiación ICO. ¿Debería haber explorado otras medidas?
-Deberían haberse concedido ayudas directas, como se ha hecho en otros países. Hay dos cadenas hoteleras españolas, que cotizan en bolsa, y que han recibido ayudas en Alemania en base a los parámetros establecidos, de facturación, empleo... En España no solo no han recibido ayudas este tipo de empresas, sino ninguna, y el 90% de las empresas turísticas son pymes con menos de 6 empleados. En las que cada euro directo genera dos indirectos, y cada empleo directo genera cuatro indirectos. Creo que la cuestión es que tenemos un Gobierno de coalición, en el que se interpretan las políticas de forma distinta. Y hemos tenido que padecer no solo la falta de ayuda sino declaraciones maltratando al sector, absurdas y contraproducentes. El ICO al final hay que devolverlo, y los ERTE no entendemos porqué siempre están esperando al último minuto para prorrogarlos, con incertidumbre. Ayer se confirmó que se alargarán al 31 de enero, pero sería necesario estirarlos hasta Semana Santa de 2022.
-En el caso concreto de la Comunitat Valenciana, se ha vuelto a poner sobre la mesa, como cada año cuando llega la elaboración del presupuesto, la posibilidad de implantar una tasa turística. ¿Cómo lo ve su asociación, penalizaría al sector?
-Yo quiero creerme las declaraciones del presidente, Ximo Puig, y del secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, de que no habrá este impuesto de pernoctación. Compromís sabrá por qué vuelve a plantearlo cuando sería un problema por la competitividad. Justo estamos negociando con el Gobierno el precio del Imserso, que es ridículo y escandaloso. Del programa se benefician 285.000 personas con 3 millones de pernoctaciones, en las que por cada euro invertido recupera 1,56 euros, en prestaciones por desempleo que deja de pagar y en recaudación tributaria de los hoteles que siguen abiertos en vez de cerrar. Hablar ahora de implantar una tasa turística es absurdo y contraproducente, vamos a aparcar el debate y lo retomamos en unos años, cuando nos hayamos recuperado.
-Hablando del Imserso, los hoteleros no están muy satisfechos porque les obliga a trabajar a pérdidas. Hosbec incluso recurrió los pliegos...
-El Imserso no aguanta un precio como el que perciben los hoteles porque incurren en pérdidas. Lo cual lleva a pensar en lo sorprendente que es la incompetencia o el desconocimiento de los gestores del Instituto. Creen que se puede ofrecer alojamiento, manutención, entretenimiento y asistencia sanitaria por 20 euros más IVA. Los usuarios seguirán utilizando el programa porque está muy bien diseñado, pero con este producto, la parte empresarial no puede. Estamos pidiendo una comisión mixta para definir unos nuevos pliegos acordes a la realidad.
-¿Es el momento de pensar en cambiar el modelo? Concretamente el modelo de la Costa Blanca, o de algunas zonas de Andalucía.
-España recibió 82 millones de turistas el año antes de la pandemia, es el país más competitivo turísticamente del mundo, lo que no es fácil. No podemos hacer un cambio de modelo de hoy para mañana, y hay que tener en cuenta que hemos abierto mucho el abanico: del sol y playa, que es nuestra columna, hemos pasado al turismo cultural, gastronómico, deportivo, de salud... Por supuesto, hay que mejorar aquello que se pueda. Aplicando la digitalización, mejorando la eficiencia, y sobre todo invirtiendo mucho en formación reglada. Creo que el modelo de la Costa Blanca y Andalucía se creó en un momento determinado y funcionó, y ha ido evolucionando, porque el sector privado ha hecho una gran inversión. Si ese modelo, del cual el mejor ejemplo es Benidorm, no existiera, habría que inventarlo.
-Hablando del modelo, últimamente han cobrado fuerza las reivindicaciones de algunas categorías profesionales que consideran que tienen mal salario o malas condiciones, como los camareros, o en el caso de Benidorm, las Kellys. ¿Cree que son legítimas estas quejas?
-No voy a entrar a debatir sobre sus condiciones, porque el sitio donde hay que resolver esas cuestiones es el convenio colectivo provincial, en una negociación entre sindicatos y empresarios. Es ahí donde hay que tratar las cuestiones salariales y las condiciones generales. Creo que el tema se ha politizado, no se por qué, pero era innecesario, porque no hay otra fórmula que resolverlo en una mesa de negociación, en donde cada parte pueda exponer sus razones. Lo que sí defiendo, por supuesto, es que hay que valorar el trabajo que realiza la gente del sector y remunerarlo tan bien como se pueda.
-Por último, y volviendo al papel de la Administración, ¿cómo valora la falta de inversión para mejorar la conectividad en una provincia que tiene el cuarto aeropuerto de la Península por tráfico?
-En los últimos 25 años se ha actuado en ese campo por cuota política o territorial, y no desde el punto de vista del retorno o de una estrategia global. Parece mentira que el Corredor Mediterráneo no esté terminado ya hace años, o que no haya un AVE desde Almería a Girona que una Alicante, Valencia, Castellón, Tarragona y Barcelona. Eso son dos o tres líneas, más un desdoblamiento de la autopista del Mediterráneo, y por supuesto la intermodalidad, que es fundamental. Eso significaría que un pasajero que volase de Lima a Alicante pudiese recoger su maleta en la estación de tren. Supongo que todo esto no se ha hecho aún porque en España las divergencias políticas crean una situación de falta de decisión en asuntos que son política de estado, y que deberían estar por encima de ideologías. Es un freno a la evolución. Se mira el corto plazo, la mayoría de políticos va con las luces cortas, mirando a mañana y no a pasado. Así es difícil asegurar la mejora de un negocio que es, como he dicho, fundamental para el país.