VALÈNCIA. La nueva consellera Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital, la catedrática de Filología Francesa Josefina Bueno, de 55 años, es hija de emigrantes en Francia, donde vivió hasta los 19 años, y en una entrevista con la Agencia EFE relata cómo ve la política viniendo del mundo académico y que es una amante de los animales y apasionada feminista.
¿Compensa dedicarse a la política viniendo de un mundo tranquilo y ordenado como la Universidad de Alicante (UA)?
Es un tema de compromiso personal. Siempre he sido una profesora comprometida:
Estuve en la creación del Centro de Estudios sobre la Mujer por mi feminismo, siempre he tenido actividad sindical, he estado comprometida con las condiciones laborales de los trabajadores y las trabajadoras y la igualdad, y entré en la UA como ayudante hasta catedrática, como cuando llegas a un banco de botones y llegas a ser director general.
La política es un paso más en mi coherencia de mujer comprometida hacia una posición no tan cómoda como la que tenía en la Universidad, porque entrar en política es abandonar esa zona de confort y estar bajo los focos, no solo de tu gestión sino también de tu vida personal.
¿Para cuando la primera presidenta de la Generalitat o del Gobierno de España?
Espero que quede poco. Es mucho más fácil ser la primera mujer presidenta de la Generalitat y del Gobierno que rectora de universidad porque para ésto último hay que ser catedrática y en la universidad española solo somos mujer el 21 por ciento de las catedráticas. Y no solo hay que pertenecer a ese 21 por ciento sino que también hay que querer presentarse y aún encima ganar mientras que en la política es mucho más fácil al no haber tantos requisitos de jerarquía administrativa, como pasa en la universidad.
Nació muy cerca de París, ¿se siente parisina o alicantina?
A mis 55 años soy el resultado de todos los sitios en los que he vivido y de las experiencias vividas en cada sitio. Nacer en Francia en una familia de emigrantes españoles me ha marcado -mi madre fue a limpiar y mi padre a la Citröen-. Mis padres se fueron en 1963 a Francia a buscar un futuro mejor y después de nacer allí he sido para mi familia la prima francesa, la hija que ha nacido en Francia e, incluso, mi hijo me pregunta (en los Mundiales de fútbol) si voy con Francia o con España -voy con las dos-. Josefina Bueno es el resultado de todos esos sitios.
¿Qué diferencias hay entre la política francesa y española?
Francia es un país laico y, por ejemplo, en los colegios públicos no hay ni un solo símbolo religioso mientras que España es un país de cultura religiosa que se ve hasta los nombres. Te puedes llamar Inmaculada o Jesús, nombres que no existen en Francia. La religión en España está muy interiorizada y muy presente en la vida política. Cada país tiene sus costumbres y formas de relacionarse y no me gusta comparar.
¿Es más fácil trasladar sus argumentos a un aula en la Universidad o a los diputados de un hemiciclo?
No es el mismo ámbito pero sí creo que la buena profesora tiene que ser empática y desarrollar muchas habilidades pedagógicas no para convencer sino para compartir tus argumentos, y creo que ése es el gran desafío de la política porque siempre hay ideas buenas, vengan de donde vengan.
Es conocido su amor por los animales, ¿cuál es favorito? ¿por qué?
Mi animal favorito es el perro, siempre he tenido perro y es algo que recomiendo ya se viva solo, en pareja o en familia. Mis hijos se han criado con un perro en casa y ha formado parte de la educación. Ahora se definen protectores de animales. Te dan mucho cariño y una fidelidad por encima de lo que podemos imaginar y no concibo a las personas que dicen que no les gustan los animales.
¿Qué cualidades del mundo animal deberían inspirar a la política y a los políticos?
A la política le falta empatía y generosidad. Los perros son empáticos y generosos porque lo dan todo a cambio de nada. No digo que en política haya que darlo a cambio de nada pero un poquito más de generosidad no vendría mal.
¿Cómo desconecta Josefina Bueno en vacaciones?
R. Sin hacer nada (risas). Duermo mucho, necesito para regenerar mis neuronas y el sueño me reconcilia con la vida. También paseando, leyendo y viendo un poco la tele.
¿En verano sigue la actualidad política o intenta ocupar la cabeza en otras cuestiones?
R: Sigo conectada porque soy tuitera. Defiendo las redes sociales como una forma más de comunicación, y si no las sigo tanto como cuando estoy en activo, en vacaciones sí me gusta también estar en contacto con la gente.
P: Para leer, ¿libro en papel o digital?
R: Leo en los dos formatos pero me encanta tocar los libros, olerlos y ese tacto... ¡el digital no lo tiene! Además, en la estantería me gustan como objeto de decoración. En ellos escribo donde los compré, por lo que también me retrotraen a un lugar o a una persona. El libro es más que un libro, es un objeto de decoración y son como una foto.
¿Qué lee en vacaciones?
R: Leo lo mismo que durante el año: literatura francesa y africana, porque me especialicé en escritores que viven en África o también en Europa y América de la diáspora africana, y luego leo mucho ensayo sobre femenismo. Me evade y responde a una necesidad, a una postura ideológica y a un compromiso.
¿Prefiere un viaje muy, muy lejos organizado o uno corto improvisado?
R. No he organizado nunca un viaje. Prefiero un corto improvisado porque soy impulsiva y apasionada y forma más parte de mi carácter. Programar un viaje a ocho meses vista, nunca. Soy de aprovechar el momento y a veces la vida te depara sorpresas. Le doy todas las oportunidades a la vida para que me sorprenda.
¿Tiene algún viaje que siempre le haya gustado hacer y siga pendiente?
R: Roma, que no lo conozco. Como París me parece la ciudad ideal y me dicen que eso es porque no he ido a Roma, la más bonita, pues ahí quiero ir y así comparar.
¿Cómo sería un día perfecto?
R: Levantarme tarde, desayunar con mucha tranquilidad, comer con mis hijos, reírme y descansar. Me gusta leer la prensa en el sofá, en la playa o en una tumbona, es decir, cosas sencillas del día a día, los pequeños placeres de la vida pero sobre todo sin prisas. Como algún día escuche: levantarme tarde, que no me duela nada y reírme algún rato ese día.