La joven autora catalana Irene Solà llega a València el próximo martes para presentar su libro Te di ojos y miraste las tinieblas, una novela sobre personajes malditos del más allá que se enreda en las leyendas relatadas por las mujeres de la masía Clavell
VALÈNCIA. Mujeres sabias, una masía maldita y cuatro siglos de la historia de una familia que se cuenta a través de quienes la recuerdan. Alrededor se encuentra el bosque, ahora abraza el relato pero en el pasado pudo haber estado lleno de demonios y fantasmas, que merodeantes siempre han acechado las historias que ahora recuerdan y que no se han librado aún del miedo. Historias que se cuentan a través de las mujeres y gracias a los textos de Irene Solà, quien en cierta forma las imagina y que crea a su vez nuevas “leyendas” para sus lectores.
Ahora se acerca a la Libería Fan Set (el martes 3 de otubre a las 19h) para contar todos estos relatos que se esconden en Te di ojos y miraste las tinieblas, su esperadísimo tercer libro tras el éxito de Los diques (su primera novela) y Canto yo y la montaña baila. En todas ellas celebra el arte de contar historias, y la importancia que tienen a la hora de explicar el mundo que nos rodea, algo que para ella es materia de estudio y clave para crear: “Para mi es muy interesante emplear el folclore para escribir, los cuentos hablan de maneras de ver, de ser y de pensar que hemos heredado. Hablan de las piedras que hemos heredado y me interesa trabajar con estos materiales”.
“Me interesan los cuentos, la narrativa oral, las canciones y las leyendas porque guardan el ADN de quienes hemos sido, y de cómo como grupo nos hemos mirado e intentado entender el mundo. Contamos historias para entender y entendernos más, eso se va pasando de generación en generación y llegan a nosotros”, explica Solà sobre su manera de construir historias que están repletas de todas las que han completado su vida. Historias que lejos de mostrarse vacías o neutras “hablan de maneras de ver, ser y pensar que hemos heredado”, todo esto dentro de un relato al que el concepto de novela se le podría quedar hasta corto.
Solà cuando se refiere a su obra siempre la llama proyecto, quizás en parte porque estudió Bellas Artes, por lo que confiesa que se siente más cómoda comprendiendo que trabaja desde metodologías típicas del arte contemporáneo, en las que el proceso es clave: “Cuando escribo una novela nunca sé qué novela voy a escribir y no me importa mucho, empiezo intentando entender a qué temas y conceptos le quiero dedicar los próximos meses y años de mi vida y a partir de ahi empiezo a leer mucho, visitar archivos y bibliotecas y hablo con expertos sobre temas diversos”, explica sobre su proceso creativo. Este proceso nunca está marcado por el resultado final, lo que hace durante su proceso creativo es contemplar los proyectos con “reflexión, escucha, paciencia, aprendizaje y mucha curiosidad”, lo que le permite comprender la profundidad de su proyecto a la vez que lo trabaja, hasta que tiene “patas y cola y puede empezar a andar solo, momento de decir adiós y abrir otro para seguir reflexionando sobre nuevos temas, pero jugando a otro juego”.
En su obra -como proyecto y no como novela, en este caso- bebe de estas historias del folclore siempre desde el punto de vista “crítico y contemporáneo”, que le permite entender sobre quiénes somos y qué hemos heredado, algo que también enmarca en el espacio donde le nace esta curiosidad: “La raíz de lo que yo hago es contar historias, que pueden pasar en cualquier lugar y pueden entenderse desde cualquier lugar. Empleo estas historias para reflexionar sobre diversos temas y las construyo en un espacio donde pueden desarrollarse, siempre movida por la curiosidad y con tanto rigor como puedo”, explica. De esta manera en Te di ojos y miraste las tinieblas habla de una fábula en la que cada mujer que la cuenta le falta a una cosa, desde lengua hasta un corazón entero, algo que nace con un pacto con el diablo y que es lo que siembra la semilla de la curiosidad para la creación de esta obra.
“El pacto con el diablo es una premisa clásica tanto del folclore catalán como del resto de folclores, yo quería que esto fuera el núcleo de esta historia desde la que hablar de una familia del siglo XVI cuando Joana, matriarca de la familia Clavel, le pide al demonio un marido, que quiere que sea heredero, con una casa y tierras, lo que llaman un hombre entero”, un argumento que conforme se desarrolla hace que Joana rompa el pacto al descubrir que a su marido le falta un dedo del pie deshaciendo la historia de “hombre entero”, por lo que decide quedarse con la casa y el alma sin ser consciente la consecuencia que afectará a todos sus descendientes: a todos les faltará una parte del cuerpo, de alguna manera, y sobre eso se cuenta la historia de esta familia supuestamente maldita, en la que las mujeres toman el relato y lo transforman.
Su historia está repleta de magia, terror y un universo enorme en el que Solà demuestra toda la investigación que le ha traído hasta su propia fábula. En esta desvela las pequeñas trazas de lo que le atormenta y le preocupa, pudiendo transformar la problemática de las mujeres de la época en una actual a través de pasajes que relatan desde un prisma crítico y feminista, y que de una forma única convierte a Solà en la creadora de las nuevas fábulas que marcarán a las futuras generaciones. Unas historias que bien podrían pertenecer al folclore que estudia y sobre el que trabaja, que tal vez en unos años se estudie como el propio de la autora.