Hoy que la realidad me abofetea

5/03/2018 - 

ALICANTE. Reconozco que creía en el milagro. Soy optimista por naturaleza, qué le voy a hacer. Siempre pienso que un día las cosas pueden ser perfectas. Bueno, en realidad me conformo con que salgan relativamente bien. Optimista y conformista. Así que cuando llegó Visnjic, cambió la presidencia y el Hércules dio un pequeño giro en su forma de hacer las cosas, pensé que era el momento. Que el karma ayudaría o Dios se disfrazaría de herculano. Pobre infeliz, dirá el lector.

El domingo, mientras la temporada se deslizaba lentamente por el pasillo hacia la puerta para decir definitivamente adiós, no pude evitar sentir mi cara de pringado dibujada en mi rostro casi siempre optimista. Se veía venir, pero siempre acabo cayendo primero en el optimismo desmesurado y luego en la depresión post realidad.

Durante cuatro temporadas he visto en agosto un equipo candidato a ascender, una plantilla más amplia y compensada, un motivo para apostar al ascenso. Y la realidad es que cada año este equipo, este club, está más lejos del ascenso. Es la realidad. Me abofetea el ánimo, pero es lo que hay.

No sé si a los aficionados les pasa lo mismo o si ellos ya presienten que el año acabará en decepción. El caso es que siguen ahí y a mi cada temporada me cuesta más entenderlo, pero ahí están. Decepcionándose en grupo. Empiezo a sentir verdadera admiración.

Que cada año la temporada vaya peor es algo que el club debería plantearse seriamente y repensarse qué se está haciendo mal y por qué cuesta tanto corregirlo. Los problemas institucionales en ocasiones han contribuido, pero no puede haber siempre una justificación. Se impone ilusionar a quienes están más decepcionados, los herculanos. Se impone confeccionar una plantilla de garantías, si de verdad se quiere pelear por el ascenso, o decirle a la gente que esto es lo que hay y aquí se viene a sufrir. Pero hace falta un cambio drástico.

Hace falta para ascender, hace falta para que el herculano no se vaya. Porque creo que nadie con la cabeza fría puede pensar que aquí queda tiempo para el milagro, aunque las matemáticas se empeñen en decirnos lo contrario. Y como yo soy un optimista incontrolable, si la semana que viene el Hércules gana igual me da por pensar que sí se puede y todo esto que hoy me ronda la cabeza no habrá existido jamás. Así que aprovecho hoy, que todavía es lunes y Alicante Plaza me brinda la ocasión, para pedirle al Hércules que dé un volantazo. No os mentiré, no sé en qué dirección. Pero mira, casi que da igual. A peor, no puede ir. Y a este paso no van a quedar en el Rico Pérez ni los asientos.

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