ALICANTE. Muchos se lo preguntan, pero, no, Bodhigreen no es una franquicia. Es tan real por dentro como por fuera. Y cuando digo por dentro, me refiero a la forma en que eligen al personal, sus productos y, si me apuras, a la forma de gestionar el estrés de sus propietarias: meditación, pilates, masajes ayurvédicos y tanques de flotación de aislamiento sensorial una vez por semana… Sí, Bodhigreen ‘is healthy’ de cabo a rabo, es además uno de los restaurantes más exitosos de Alicante y la prueba fehaciente de que los valores están cambiando.
Además de la coyuntura, hay muchas otras claves del boom que experimenta este local desde su apertura hace un año y medio en el precioso chaflán de la calle San Fernando cuyos muchos matrimonios nunca han terminado de fraguar. Para empezar, sus dueñas, veteranas de la gastronomía y la vida saludable, forman un binomio ‘glocal’ de excepción: la australiana Alanah Fellows, con más de treinta años a sus espaldas regentando un restaurante en Torrevieja y acostumbrada al cliente internacional, y Olga López, propietaria del desaparecido restaurante Biomenú de la plaza Nueva, una de las escasísimas referencias vegetarianas que ha tenido Alicante. Y esta mezcla se nota: conocen al comensal vegano, pero además, por poner un ejemplo, es uno de los escasísimos locales que, con un menú por debajo de los 15 euros, cuenta con sumiller y eso no solo es ‘cool’, sino una costumbre arraigada en toda Europa y un atractivo más para los foráneos. Entre las dos han conseguido hacer realidad un sueño: poner de moda lo minoritario, popularizar la comida vegetariana, y ahora les llueven las ofertas para franquiciar su restaurante, exportarlo a Londres … o a Honolulu.
Y es que uno de los puntos fuertes de este restaurante (y al que no estamos acostumbrados en un vegetariano) es su cuidada estética, la naturalidad y elegancia tanto de su decoración como de su equipo de sala. El espacio además, “fue especialmente acondicionado para que, aunque haya mucha gente, no haya apenas ruido, y los clientes valoran mucho la tranquilidad ambiental que se respira”, comenta Alanah. Y es que, en Bodhigreen, señala Olga, “no hay nada que haya sido improvisado, nuestro plan de empresa estuvo súper estudiado desde el primer momento: la decoración, la carta, los productos… Establecimos una cultura del local en la que formamos al equipo original que va instruyendo a los nuevos, y entre las dos supervisamos la selección del personal. Ya tenemos un bagaje particular y profesional suficiente para saber quien va a encajar y quien no”. Cuando les pregunto si no complica las cosas ser dos, la respuesta de ambas es rotunda: “la suma es mucho mejor que las partes, facilita las cosas: lo que no ve la una, lo ve la otra, y el balance, no solo del funcionamiento local, sino de nuestro trabajo conjunto, ha superado todas nuestras expectativas”.
Bodhigreen también es singular en este sentido: en un ámbito como el de la cocina creativa en el que dominan los protagonismos, ellas han impuesto, con sobresaliente, tanto una imagen como una gestión compartida: “Nos resulta fácil porque somos amigas desde hace casi veinte años, compartimos la misma visión de las cosas, la misma forma de arreglarlas, los mismos gustos y, cuando no pensamos igual, hay el suficiente respeto y confianza para ceder y no supone un problema”, señalan ambas. Porque la armonía que exhala el local no es gratuita: “hay detrás un trabajo personal importante y aquí no hay lugar para los egos. Nos centramos es crear un lugar en el que proyectar nuestra creatividad y la de nuestro equipo y lograr que esa creatividad sea valorada. Y tenemos claro que esa es la prioridad, el proyecto común, nuestro hijo, que tiene muchos hijos: empleados, clientes… y hacer las cosas desde el corazón”. Además, continúa Alanah, “nos cuidamos mucho, tenemos nuestros recursos para llevar el estrés: la alimentación, pilates, masajes ayurvédicos y en las épocas de más trabajo hacemos una vez por semana sesiones en cámaras de flotación, unos tanques de aislamiento, que han sido un gran descubrimiento. Una hora equivale a cuatro horas de sueño, aumentas las endorfinas…y sales nueva”.
Con estas bases, la oferta de Bodhigreen, es previsible: una carta de cocina creativa vegetariana, vegana y crudivegana, con productos escogidos cuidadosamente que se hacen notar en los pequeños detalles: el pan de hamburguesa espelta integral, las patatas de un proveedor único (y secreto), el tahini que hacer llegar de Londres y una bodega bien surtida de buenos vinos naturales, sin sulfitos ni añadidos, como el Flow Blanc de Noir, entre otros, que se esmeran en traer “a pesar de lo complicado, porque son bodegas con producciones muy pequeñas”.