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EL SUR DEL SUR / OPINIÓN

Hasta que llegue el maletín

Si la crisis económica y política ha servido para una cosa, al menos, en Alicante, es para que los empresarios rompieran amarras con el PP. Los presupuestos generales del Estado han generado más que desagravio, diría que decepción

9/04/2017 - 

Si la crisis económica y política ha servido para una cosa, al menos, en Alicante, es para que los empresarios rompieran amarras con el PP. Los presupuestos generales del Estado han generado más que desagravio, diría que decepción.

Decepción porque no hay equilibrio entre lo que genera la provincia de Alicante y sus comarcas y lo que recibe, máxima que se puede aplicar al resto de la Comunitat Valenciana. Y la verdad es que sí que llega dinero, como ha tratado de aplacar el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, pero es dinero invisible: será para financiación autonómica y para el Corredor Mediterráneo, sobre todo, destinado al nudo de La Encina, el que debe reducir los tiempos en AVE entre Alicante y Valencia, y mejorar la competitividad de los tiempos y los viajes entre dos ciudades sobre las que gravita mucho negocio. 

Y lo que hay después es todo pedrea, pedrea barata, que a veces parece insultante, por mucho que el presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, diga que no hay que dramatizar, que son unas cuentas solo para seis meses. Resumo rápidamente: 200.000 euros para el acceso viario al aeropuerto, la gran reivindicación por todos los presidentes de la patronal Coepa; 1,7 millones de euros para la variante de Benissa, la gran obra con la que el PP ha hecho campaña contra el PSOE de Zapatero y Rubalcaba y que le ha costado la Alcaldía de ese municipio por la osadía de un alcalde temerario que le entregó la Alcaldía a la izquierda; un millón para el estudio del desdoblamiento de la N-332, la obra por la que los concejales de Torrevieja se abofetean todos los días, y el resto, migajas -por no preguntar por si hay un céntimo para los papeles de la zona franca-. Señores, no hay nada más, o lo que hay es un intangible cuyo valor es una lotería a la que Rajoy juega todos los años a sabiendas que, como el PP va a ser el más votado en la Comunitat Valenciana, pues no pasa nada. Siempre gana.

Pero la sensación final es la poca influencia del PP de la Comunitat Valenciana, y del de Alicante, en La Moncloa. El único que teníamos, García-Margallo, como dije, es ahora un proscrito por haber cantado la verdades del drama catalán. Y a lo mejor es el momento que se ponga encima de la mesa una especie de operación Murcia para que, al menos, alguien rectifique. O jugar como los socialistas andaluces en los congresos: somos tantos, o lo tomas o lo dejas. Desgraciadamente, a veces hay que poner toda la carne en el asador para que te respeten

La postura de Bonig está muy bien, pero cómo siempre, si no hay efectividad en el cambio, no sirve de nada. La prueba del algodón vendrá a la hora de las votaciones y de alguna enmienda a las cuentas que el PP pueda colar y rentabilizar. De lo contrario, vía libre para el mensaje de Mónica Oltra y su mapa de España. Es, ni más ni menos, la política que desplegó el PP de Camps. De todas maneras, Compromís (o el Bloc) podría haber jugado la carta del PNV y arrancarle, por ejemplo, el tren de la costa, del que sólo hay 100.000 euros presupuestados (o el ramal ferroviario a Torrevieja, que no tiene nada) al señor de Pontevedra, pero ha optado por lo mismo que hace la Diputación de Alicante con el Consell del Botànic: montar pollos (en algunos casos, con razón).

Pero estamos en las mismas: esto es un juego de actores con un decorado que va cambiando cada día. Solo habrá cambios cuando se enciendan las alarmas. De momento, sigue el trágala, y las estadísticas bajando hasta que llegue el tipo del maletín. Ese día, se arreglará todo, incluido el pollo del plurilingüismo. Ya lo verán. O al menos, desaparecerá de las portadas.

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