vals para hormigas / OPINIÓN

Goleada intrascendente en Qatar

23/11/2022 - 

Lamento reconocer que estoy viviendo el Mundial de Qatar con la misma indiferencia que el qatarí medio. Hasta la goleada que, ahora, algunos gobiernos, buena parte de la sociedad civil y la totalidad de los medios de comunicación le están endosando a la organización, a cuenta de la falta de respeto a los derechos humanos del desértico país petrolero, me ha hecho abandonar la grada a mitad de partido, como un aficionado más de los que prefirieron marcharse tras los dos tantos de Ecuador en la primera parte del partido inaugural. Después de tantos años informando del estricto régimen, de sus intolerables leyes sociales y de las muertes de los obreros durante la construcción de los estadios, redoblar ahora la indignación es como tratar de reventar la boda de aquella novia que te dejó con toda la razón del mundo hace veinte años. No va a pasar nada. La ceremonia continuará. Y el dinero de los regalos ya está invertido en un fabuloso viaje de novios a Bali. Solo la ética y la presión de políticos y periodistas, al principio de la designación, podría haber hecho que la FIFA no se vendiera al mejor postor. Pero todos los estados quieren formar parte de los últimos ordeños de la ubre del carbono fosilizado que subyace bajo el desierto que rodea a Doha. El cuarto poder sigue diluido como el champán de un burdel. Y al fútbol y sus dirigentes les importa tanto el trato que se da a mujeres y homosexuales como revelan su desdén por las competiciones femeninas y el hecho de que ningún futbolista de altísimo nivel haya salido del armario.

Además, tendemos a ver el fútbol como un deporte megapoderoso. Y es verdad que mueve y conmueve hasta en los países más desamparados. En realidad, las organizaciones que lo promueven, en todos los ámbitos, se comportan como los bancos. Meten dinero donde ya lo hay. Costean los gastos de quienes se los pueden permitir. Y cuando se trata de salvar a la base, apelan a los ayuntamientos, por ejemplo. Cuando se trata de rescatar a un equipo de un empresario con más ceros en la cuenta (a veces, incluso solo con ceros) que escrúpulos en la conciencia, la solución siempre es administrativa o judicial. Como un aficionado cualquiera, cuando gana nuestro equipo decimos que hemos ganado y cuando pierde, que han perdido. Suelo leer en diagonal las noticias sobre el enfrentamiento entre la Liga y la Federación españolas. Y lo que veo es codicia desmedida. Servilismo por el dinero. Que la FIFA elija Qatar es lo mismo que celebrar una final de la Copa del Rey en cualquier paraíso monetario. Una falta de personalidad absoluta. José Luis López Vázquez en Atraco a las tres.

Modifican horarios, trasladan a los equipos, surten los palcos de platos tres estrellas. Probablemente alguien me pueda corregir, pero el fútbol, incluso el interestelar, está lejos del deporte en Estados Unidos. La Super Bowl es un ejemplo. Se celebra siempre en la misma fecha (segundo domingo de febrero) y en horario de máxima audiencia para ellos. Eso es personalidad. Es la audiencia la que se tiene que adaptar, no al revés. Y aun así, es el espectáculo deportivo con más seguimiento del planeta. Con las ligas de béisbol o de hockey sobre hielo, lo mismo. A su bola. Solo la NBA gira por otros continentes, pero en parte porque el caladero de jugadores ya no se nutre solo de las universidades norteamericanas. El fútbol, en el plano organizativo, sigue siendo un telonero, por muchos fans que le sigan, un apartamento en segunda línea de playa, el mayordomo de un castillo, el político que se aferra a su escaño porque no sabe vivir lejos del salario público. Y lo seguirá siendo mientras sus mandatarios barran más el confeti de los palcos que el barro de las gradas.

Dicho lo cual, espero que gane Argentina.

@Faroimpostor

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