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SILLÓN OREJERO

'Gentlemind', un 'Mad Men' en viñetas

Dos guionistas españoles y un dibujante italiano han firmado, paradójicamente, una novela gráfica genuinamente estadounidense, Gentlemind. Una historia con todos los ingredientes del cine negro y de intriga clásico, para colmo ambientado en la Nueva York de los años 40, 50, 60 y 70: un relato de profundo calado que, lejos de quedarse en los clichés del género, reflexiona sobre la conflictiva pareja que hacen la dignidad y el dinero. Cuesta mucho verlos juntos

23/05/2022 - 

VALÈNCIA. Uno de los ingredientes más importantes de las grandes historias que se contaban antaño, ya fuese en novelones, ya fuese en peliculones, era la evolución de los personajes en un extenso periodo de tiempo. Accedías a su peripecia vital, a sus momentos críticos, y luego los seguías teniendo delante al final de sus días. Las lecciones vitales o morales que se pretendían comunicar eran palmarias en un contexto así, en el que se ofrece nada menos que la vida casi completa de una persona.

Los amantes de lo que se cocina a fuego lento estamos de enhorabuena. Acaba de salir este año, publicado en España por Norma, Gentlemind, un tomo integral con la historia de un grupo de personas reunidas en torno a una revista masculina en el Nueva York de décadas tan icónicas como los 40, 50, 60 y 70. Aunque, en realidad ¿qué década del siglo XX no es icónica?

Por el ambiente oficinista y mediático, por las calles de Manhattan, por el machismo cotidiano, por los locales con glamur, por la miseria de la vida en contraste con el éxito y el dinero, la referencia audiovisual más actual para este guión, obra de los muy versados Juan Díaz Canales y Teresa Valero, es Mad Men. Si la serie de Matthew Weiner colocaba a un grupo de personas en los años 50 con la intención de montar un circo viendo cómo les afectaban los cambios bestiales que atravesó la sociedad estadounidense en los 60, aquí tenemos una propuesta semejante que se adentra todavía más lejos, toma la muestra desde los años 40, en el contexto de la II Guerra Mundial, y añade un elemento de los que han pasado desapercibidos más de lo recomendable en una sociedad sana: el pueblo puertorriqueño, una de las comunidades más numerosas de ese Nueva York del siglo XX y de las más fecundas culturalmente, aunque, generalmente, solo se ha abordado su vertiente callejera.

El argumento es de corte estadounidense al cien por cien. Comienza con dos amantes que viven en Brooklyn, él es dibujante y, por lo tanto, no tiene dinero, y ella es su musa, la que aparece en todas sus obras. En una ocasión va a pedir trabajo a un gran editor y este, al ver a la modelo, plantea dárselo si le presenta a la joven. A partir de ahí, todo es una escalada en la pirámide social con grandes consecuencias, culpabilidad, pecado original y un trasfondo fuertemente moral que lo impregna todo.

Una de las referencias más evidentes también es el cine negro o de intriga clásico. Sobre todo en la primera mitad, donde se asientan las bases de una historia que no va a ahorrar en detalles, y aparecen todos los clichés de esas tramas. Sin embargo, en un momento dado, la protagonista toma una decisión que rompe toda la pauta y comienza una dinámica distinta. Salvando las distancias, Érase una vez en América tenía una estructura similar.

Lo más significativo es cómo la mujer es capaz de salir adelante, se convierte en una profesional hecha a sí misma en un mundo, como el de la edición de revistas, donde importa más la audacia y el instinto que caros estudios. Eso sigue siendo igual hoy. Al mismo tiempo, se analiza constantemente el concepto de dignidad. ¿Es posible la dignidad necesitando dinero? ¿Puede acabar bien alguien que siempre antepone su dignidad?

La cuestión política viene marcada por el personaje Waldo Trigo, un abogado que tiene una postura ácrata sobre los conflictos, cercana al cinismo, y se niega a poner su integridad física en juego por la causa puertorriqueña. Sin embargo, en su entorno piensan muy diferente. Mientras el hombre obtiene éxito en algo tan trivial como las telenovelas (entonces escritas) su interior se desgarra cuando su familia se compromete por la libertad de Puerto Rico.

Los cambios tecnológicos, políticos y sociales, la liberación de la mujer y la libertad sexual, que se experimentaron en el siglo XX fueron tan drásticos como los que estamos experimentando en la actualidad. Quizá por eso permanezca una fascinación con aquella época, a la que una y otra vez volvemos, quizá para situarnos en la contemporánea. Al final, la ecuación de cambios, principios y ambiciones se repite en todas las épocas, aunque con diferentes colorines y juguetitos alrededor.

Como en las novelas gráficas que cuentan extensas y profundas historias, el dibujo de Antonio Lapone tiende al expresionismo del boceto. La acuarela, no obstante, destaca por unos colores fríos que reflejan una ciudad esplendorosa, pero siempre a la sombra de sus rascacielos. Solo aparece un color fulgurante cuando llegan las ropas de finales de los 60 y principios de los 70, pero se mantiene el tono de ocres y azulados de fondo. Como de una ciudad eterna que no cesa de tragarse a sus habitantes. En fonda y formo, Gentlemind tiene aroma a clásico y, presentado en un único volumen integral, es de esas obras que engrandecen el noble arte de la viñeta.

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