ALICANTE. Domingo de sol mediterráneo y Fondillón en el 24 Festival de Cine de Málaga con la presentación de Fondillón, el tiempo es un lujo, documental seleccionado en la sección Cinema cocina. El vídeo fue presentado durante la sesión matinal en el Cine Albéniz junto con el largo Quijotes y semillas. Fue presentado por Álvaro Muñoz y contó con la presencia de los realizadores Rafa Galán y José Martínez Abarca junto con Eladio Martín, del Consejo Regulador.
En el coloquio posterior se generó interés hacia este producto tan especial y en concreto hacia las historias familiares que "esconde cada barrica y cada cava de estas bodegas" pues es un producto que se ha guardado durante años como parte de la herencia de cada una de ellas. Hubo ocasión de exponer el problema de la zona con los proyectos de placas solares y el valor de la Monastrell. En el pase también estuvo el presidente de la Academia de Cine de España, Mariano Barroso, junto al director Manuel Martín Cuenca y el secretario de la DOP Moscatel y pasas de Málaga, patrocinadores de esta sección del festival junto con Alimentos de España.
Un vino perdido que sedujo a reyes durante siglos
La tercera jornada de Cinema Cocina enseñó una de las historias más inesperadas y simpáticas del certamen: 900 kilómetros en 22 días de bicicleta intercambiando semillas y vivencias con hortelanos de todo el país. Es la trama de Quijotes y semillas que se proyectó después de Fondillón, un corto en el que se divulga los secretos para obtener uno de los vinos menos conocidos pero más respetados de la península ibérica: el Fondillón.
Casi escondido en pequeñas bodegas familiares y, sin embargo, a él se refirieron el secretario de Felipe II, Dumas o el propio Shakespeare. Se le espera más de una década, y necesita un complejo sistema de producción basado en las características de la uva, propia del terreno, y conservada durante siglos. Así es el Fondillón alicantino que hoy ha proyectado su corto en Cinema Cocina. Peculiar, único y distinto, el retrato que Rafa Galán y José Martínez - Abarca hacen del particular vino alicantino es breve pero cumple perfectamente su intención de divulgar cómo se realiza uno de los caldos más exclusivos del país. Todo un hallazgo para quien tenga la curiosidad de conocer cómo se tiene en cuenta el momento exacto para seguir produciendo algo único y hasta hace poco casi desconocido.
“Ahora mismo hay diez bodegas pequeñas produciéndolo. El máximo en un año pueden ser 5000 botellas. Es una producción muy escasa y teníamos que explicar por qué. El audiovisual ha sido muy útil para realizar esa pedagogía”, Eladio Aniorte, guionista y productor de la cinta en la mesa redonda posterior al visionado.
También se ha proyectado hoy una de las historias más inesperadas y simpáticas de Cinema Cocina: un cocinero recorre múltiples peripecias, con una bicicleta especial, para llegar a Málaga visitando y cambiando semillas con los últimos hortelanos de diferentes sitios de España. Quijotes y semillas es la historia del viaje que el cocinero navarro Santi Cordón y el permacultor malagueño Alberto Marín hicieron cruzando la Península Ibérica en una bicicleta doble con un pequeño cargamento de semillas.
El trabajo del documentalista Patxi Uriz y el realizador Jordi Matas es una cinta sorprendente que hace entender al espectador la importancia de cosas tan poco apreciadas como el intercambio de semillas y de las diferentes técnicas y saberes agrícolas que se traspasan de generación en generación en centenares de lugares de la España rural.
“La única pena es no poder quedarme más tiempo en los sitios. Llevábamos una agenda muy apretada, habíamos quedado para hacer la comida cada día y teníamos muchas cosas que hacer. Te quedas con ganas de pasar más tiempo con personas valiosas”, explicó Uriz, que añadió: “Una de las cosas de las que más me alegro, fue cuando llegamos a huertas del marquesado, 800 metros de altitud. Volví en meses después del rodaje y tenían ya como cinco huertos las semillas que habíamos intercambiado”.
Para el cocinero Santi Cordón, la clave es la educación en trazabilidad y saber que no generar residuos es más eficaz que reciclar: “Me gusta descubrir la esencia de las cocinas de casa. Los cocineros somos unos fantasmas, nos engalanamos con algo que no es. La primera línea está llena de hombres, hay una frase que dice que el hombre cocina para impresionar y ser visto y la mujer cocina por amor. Me encanta la frase, creo que es así. En 22 pueblos, ni un solo hombre se acercó a cocinar conmigo, pero en la elite son todo hombres”.