Un viaje a la celebración a través de la fotografía de las valencianas Nerea Coll y Luz Avellaneda
VALÈNCIA. Toda festividad acaba convertida en una especie de escenografía involuntaria. Retratarlo no solo es tarea compleja, sino que requiere de una minuciosa observación de cada detalle, desde aquello que construye la celebración propiamente dicha hasta las fugaces anécdotas que podrían pasar desapercibidas. Dos de las miradas clave para entender el retrato de la festividad actual en la Comunitat Valenciana son las de las fotógrafas Nerea Coll y Luz Avellaneda. Coll es el ojo de todos los festivales imaginables: Arenal Sound, FIB, Festival de les Arts… y cualquier valenciano que se precie habrá aparecido de fondo en alguno de sus reportajes. Avellaneda sin embargo se dedica a otro tipo de festividades, las que tienen más que ver con raíces y tradiciones: Fallas, Moros y Cristianos, Hogueras, El Corpus, e incluso algunos retratos de la noche de San Juan.
Esta es tan solo una acotación del trabajo de estas dos profesionales, que ruedan también por el resto de España para capturar momentos únicos. Ambas comprenden el trabajo como una vía, en la que el producto final importa más bien poco… Al final lo que prevalece es la esencia de la gente y el ambiente que se genera al respecto de cada evento. Una forma de ver, a través de nuevas lentes, el mundo de la fiesta desde su pureza más absoluta: la forma de vivirla. También una forma, en cierto modo, de danzar al son del público ya sea en festivales y conciertos o en algunos pasacalles…
El padre de Coll es músico, lo que en su adolescencia la llevó a introducirse de pleno en el mundo de la danza, aunque poco a poco vio que su lugar estaba en realidad bajo las tablas. Eso le llevó a producir espectáculos de artes escénicas, pero con la visión de quien ya ha estado arriba: “Sé lo que implica cada acción desde el escenario, y puedo verlo con la conciencia de lo que se representa, eso se suma a lo que soy ahora como fotógrafa”. Su visión se centró en todo aquello que se ve cuando uno se gira de cara contraria al escenario: “Empecé a fijarme en el público, las productoras empezaron a fijarse en mi trabajo y me contrataron para ello”. Un retrato del ambiente de lo más fidedigno, en el que lo que importa es ver la sensación de lo que las personas viven de verdad bajo el escenario. Ella fue la primera en fijarse en el “ambiente”, en “capturar la pureza y ver a las personas que lo estaban viviendo la verdad”, como eso que se queda cuando vas al teatro y te giras a ver las caras…
Ese momento de expresión pura retrata la celebración “más antropológica de todas”, tal y como lo comprende Avellaneda: “Al final cuentas algo real, una interacción entre los que observan como los observados. Lo que me interesa es el proceso que lleva a todo ello”. Y es que para montar cualquier buen evento lo importante son los detalles y la parafernalia, la labor de preparación (sin la cual no hay fiesta) y la forma que tiene de envolverse la gente en sus pasiones: “Cada persona vive y desarrolla la fiesta de una manera, con una buena foto se puede comprender todos los entresijos que le han llevado hasta ahí, el amor y la pureza que se vive”.
Con el avance evidente de las redes sociales lo que antes se rehuía en un evento, la cámara, ahora se busca. Al final en ambas formas de comunicar la festividad lo que se busca es contar la historia, pero huyendo de las poses: “Intentamos educar al público en que lo que buscamos son las instantáneas naturales”, explica Coll, “esto es lo que ha impulsado a mi trabajo, siempre intenté retratar a quienes lo vivían de una forma más real y no solo a quien va "llamativo". Eso ha fomentado y apoyado a la diversidad”. Avellaneda se acerca a esta naturalidad a través de las pequeñas acciones y los procesos, con el reportaje social: “Busco interacciones entre las personas que realizan una actividad, pero para ello hay que comprender el amor que ponen en esta. La celebración es algo ancestral, y sin análisis psicológico ni antropológico no podría llegar a captarlo”. Al final con un público educado y que viva su contexto se puede lograr un gran trabajo. Las fotógrafas tienen que navegar en un mar de personas y vallas para poder capturar el momento exacto en el que alguien lo vive todo dentro de sí, en su impulso más natural y propio.
-Luz Avellaneda: “Hay que mirar ahí donde la obra mira al espectador y el espectador mira a la obra”.
-Nerea Coll: “Soy una tía intensa y sensible y lo aprovecho para conectarme con la energía de la gente y del momento para conseguir exprimir todo lo que allí se está viviendo"