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de la vía pa'arriba / OPINIÓN

En el ojo del huracán covid de Mallorca

1/07/2021 - 

Por segunda semana escribo confinada desde casa este artículo. El domingo 20 de junio di positivo en covid. Mi hija también. Había llegado el jueves por la noche de un viaje de fin de curso a Mallorca. Ella y sus compañeros se fueron de vacaciones después de aprobar segundo de Bachillerato con nota y hacer la PAU. Viajaron en avión desde Elche y allí tenían reservados y pagados por adelantado, seis días en un hotel con pensión completa y algunas excursiones y actividades programadas. Un monitor les acompañó todo el tiempo porque, aunque muchos ya habían cumplido 18 años, algunos compañeros tenían 17 todavía. El grupo de este instituto de Elche hizo lo que cualquiera hubiera hecho en su lugar, divertirse, disfrutar y pasarlo bien. Probablemente lo que han hecho la mayoría de los que han viajado después.

Volvieron afónicos y al día siguiente algunos amanecieron con síntomas compatibles con covid así que empezaron a hacerse pruebas. Unos dieron positivo y otros no. La mayoría se confinaron a pesar de dar negativo, a la espera de nuevas pruebas por si la enfermedad daba la cara más tarde. En el caso de mi hija dio positivo el domingo e inmediatamente me hice yo también una PCR ya que había estado con ella en casa y se confirmó que también estaba infectada. Sin síntomas en mi caso, (llevaba una dosis de la vacuna), ella con mocos y nada más.

Y ahí se hubiera acabado la historia si no fuera porque empezaron a aparecer muchos casos más de jóvenes que venían de viaje de Mallorca contagiados, procedentes de muchas otras ciudades y comunidades autónomas. De esta manera, una anécdota casi personal, se ha convertido en unos titulares escandalosos con ganas de clics y muchas críticas en redes sociales sobre estos jóvenes y sus familias por “irresponsables”.

Estos últimos días de mi confinamiento el problema ha crecido hasta dimensiones insospechadas. Incluso ha llegado a los tribunales de justicia al aislar en un hotel a los jóvenes viajeros, positivos o con contacto directo con un positivo.

Se está dando una imagen general de lo ocurrido con ese hotel y esos chicos gritando y con pancartas que nada tiene que ver con cómo empezó esto. Los que lo aprovechan todo están incluso vendiendo alcohol a estos jóvenes que lo suben al hotel con sábanas atadas y pagan con bizzum.

No puedo hablar por todos los jóvenes viajeros pero sí por los que conozco personalmente. No hicieron nada que usted o yo no hubiéramos hecho. De hecho en “nuestro viaje” allá por los ochenta o los noventa hicimos bastante más, entre otras cosas porque no había covid, aunque quiero recordar que había muchas otras cosas y todos hemos ido “ per damunt de la maroma” con esa edad. VIH, embarazos no deseados, conducción sin casco de moto, alcohol, y si les parece hablados de drogas de todo tipo, que de eso sabemos mucho los que ahora estamos en la cincuentena.

El brote se nos ha ido de las manos, lo reconozco, pero no se puede criminalizar a los jóvenes por ello ni responsabilizarles de todo, como algún político twittero no para de insistir. Ni ellos ni las familias tenemos toda la culpa.

Alguien más debe tener alguna responsabilidad ¿no les parece? ¿Quién decidió no pedir PCR a según de qué comunidad vinieran? ¿Cómo se comprobaba que los que llegaban de Madrid u otras comunidades con ese requisito la traían? ¿Cómo se discernía entre los de PCR obligatoria y los que no en los puertos donde muchos cogieron el ferry? ¿Por qué se toleró el botellón en el ferry o en las calles de Mallorca? Es muy loable querer levantar la economía y permitir los viajes pero ¿nadie pensó en todo esto? La gestión del problema además, en Baleares especialmente, ha sido tan caótica como en general todo lo que tiene que ver con el coronavirus desde el 14 de marzo de 2019. La arbitrariedad de criterios, el actuar sin pensar y sobre todo, el no explicar las cosas ha llevado a una situación esperpéntica.

¿Dénde están ahora aquellos que tomaron decisiones respecto a los viajes y el turismo? Igual creyeron que viajaría solo respetables y moderadas familias con niños pequeños que iban a dejar sus euros para recuperar la economía. O parejas sin hijos y alto poder adquisitivo que se lo pasarían bien con control y siempre cumpliendo estrictamente las normas anti covid. Pues no es así. No somos perfectos.

Siempre supimos que abrir era correr riesgos y que empezar a reactivar la economía era también prepararse para estas actividades fáciles de “descontrolarse”. Además, en la gestión de las vacunas dejó para lo último a los jóvenes, cuando cualquier madre o padre con un hijo adolescente sabe que lo de las distancias en plena efervescencia hormonal es misión imposible. Se puede controlar más o menos a un menor de por ejemplo 14 años pero cuéntenme cómo lo hacen con 18.

Menos mal que los británicos aún no han llegado porque se hubieran juntado el hambre con las ganas de comer. Pienso mucho estos días en aquellos que todavía sin vacunas, pedían abrir y abrir y no hundir la economía. Clamaban por sus derechos civiles y libertades cual película de abogados americana.  

Y que a nadie se le olvide que muchos de los que ahora se rasgan las vestiduras con el brote de Mallorca pasaron covid tras la Navidad, desoyendo recomendaciones de no reunirse y acabaron familias enteras contagiadas y sin vacuna. Se han contagiado de covid políticos, médicos, opinadores, twitteros y hasta epidemiólogos. ¡Dejen por favor de echar la culpa a los jóvenes que viajaron, así en general o a sus familias y miren más la viga en el ojo propio!


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