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TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Empresas limpias en lugares sucios

15/01/2017 - 

Se dice que el contexto influye en la evolución de las empresas. En efecto, el “entorno” económico, físico, cultural o político que nos envuelve condiciona nuestro desarrollo empresarial. Un contexto económico propicio en un marco político estable, favorece el nacimiento y crecimiento de las empresas. Al contrario, las crisis económicas complican el desarrollo social y, por consiguiente, elevan la mortandad de las empresas que muchas veces no pueden superar las dificultades.


Sin embargo, el entorno en el que me quiero detener hoy es más físico que social, cultural, político o económico. Esencialmente hablo de nuestras calles.
Hace ya tiempo que los medios de comunicación están dando la voz de alarma por lo sucias que están las calles de Alicante. Desde luego, basta darse un paseo por el centro de la ciudad para comprobar la veracidad de tales afirmaciones. Da igual la hora o el día que ustedes elijan para tan peculiar experiencia; la conclusión será la misma. Ahora bien, si quieren vivirla al máximo, les sugiero que ese paseo lo den un sábado o domingo por la mañana.


¿Qué relación tiene esta desagradable circunstancia con las empresas? Toda. No resulta nada atractivo nadar entre tanta porquería cuando te diriges a trabajar o cuando visitas a un cliente o proveedor, lo que nos afecta y es determinante para que decidamos transitar por unas calles en lugar de otras. Las ciudades con una imagen limpia y ordenada son más atractivas y hacen que las personas queramos estar y visitarlas. Y ya se sabe que, a mayor afluencia de personas, mayores oportunidades comerciales y empresariales. ¿Quién es el responsable de esta sucia realidad? ¿lo podemos solucionar?

Desde mi punto de vista, la responsabilidad solo puede recaer en dos categorías de personas: los que ensucian y los que limpian. Desde la administración pública responsable de la limpieza se dice que los ciudadanos ensuciamos demasiado: de ahí las sanciones que se imponen a quienes, por ejemplo, saquen la basura a destiempo. Los ciudadanos opinan, sin embargo, que la responsabilidad recae en la administración pública por no gestionar adecuadamente el servicio de limpieza y, subsidiariamente, en la empresa contratada a tal efecto por no hacer bien su trabajo.  


Yo creo que la responsabilidad debe ser compartida. Es evidente que, si los ciudadanos tuviéremos más respeto por lo púbico, ensuciaríamos menos y la imagen de la ciudad mejoraría. Pero honestamente, no creo que los alicantinos seamos más sucios que los habitantes de otras ciudades españolas.  Si creo, sin embargo, que la ciudad de alicante tiene ciertas características -como la carencia de lluvia- que complican la gestión de la limpieza. Así, los responsables de esa gestión deberían aplicarse más tomando en consideración las especiales características de nuestra ciudad. No puede, de ninguna manera, hacerse descansar toda la responsabilidad en los ciudadanos sin preguntarse en qué fallan las empresas de limpieza y aquellos que las coordinan.


La solución, a mi entender, debe operar en tres ámbitos diferentes. En primer lugar, la mejor solución es la educación por ser la más efectiva a largo plazo: es vital hacer ver a nuestros niños que no se puede tirar un papel al suelo, dejar un excremento de nuestra mascota u orinar en un portal. Debemos comportarnos en la calle como si de nuestra casa se tratara. Además, deberían abordarse dos cuestiones fundamentales a corto plazo que caen del lado de la administración, a saber; una mejor gestión de los servicios de limpieza priorizando el centro de la ciudad y aquellos espacios más visibles a los turistas (i) al tiempo que vigilar y sancionar determinadas conductas que son especialmente agresivas para los vecinos (ii). En cuanto a la gestión de los servicios de limpieza, deben verificarse el trabajo de las empresas adjudicatarias y tomar en consideración esas mediciones para renovar o no sus servicios o para sancionar su ineficiencia si fuera necesario como recientemente ha ocurrido. En cuanto a la vigilancia y sanción a los que ensucian, no veo tan complicado establecer un dispositivo de vigilancia en la zona centro que controle la salida de las personas de los locales de ocio porque es ahí y en ese momento donde se dejan y rompen vasos al tiempo que algunos desaprensivos deciden liberar todo su contenido en los portales de las casas. 

Tampoco estaría mal que existiera algún plan para sancionar efectivamente a los pocos, pero muy molestos desaprensivos, que olvidan recoger los excrementos de sus mascotas.
Creo que una gestión efectiva de la limpieza (control del servicio y sanción a los que ensucian) unido a un programa educativo sobre el respeto de lo público, mejoría con creces la imagen de nuestra ciudad y el contexto en el que nuestras empresas deben operar. 

Iván Sempere es socio de PADIMA

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