ELCHE. De vez en cuando el panorama literario nos da sorpresas inesperadas. Se produce esa conjunción de factores cuya explicación llevan los críticos siglos intentando analizar, para formular la ecuación del éxito, pero siempre hay algún elemento que se escapa, por lo que el misterio se mantiene.
Hasta hace poco más de una década, el ecosistema natural de los poetas jóvenes eran los premios. Ganar uno de los prestigiosos galardones de poesía joven, ya no digamos ganar directamente uno de los “senior”, que sobrepueblan la geografía peninsular, ligados a la selecta nómina de editoriales del género, era la vía para asomarse a los grandes medios. Ya se sabe que la poesía, como ninguna otra disciplina, es un detector de niños/as prodigio. La aparición de internet, en coincidencia temporal con la pérdida de prestigio de los intermediadores (premios, editoriales, medios especializados, mundo académico), ha generado un nuevo dilema tipo falacia del círculo vicioso, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Así, han empezado a surgir nuevas voces que se saltan los filtros tradicionales de la industria editorial, generando nuevos sistemas de selección y validación, emparentados con la utopía de la ciencia abierta, la ciencia ciudadana.
El último nombre que ha surgido de esta nueva ecuación es la segoviana Elvira Sastre, nacida en 1992, educada en un ambiente lector que ella somatiza desde bien pequeña, intuyendo desde bien pronto, con apenas 15 años, las posibilidades de internet para una escritora, creando el blog Relocos y recuerdos, que durante su trayectoria como escritora, le sirve de cuaderno de notas, bitácora y encuentro con ese monstruo sin cara que es el lector.
Graduada en Estudios Ingleses y máster en Traducción Literaria por la Universidad Complutense, compagina su intensa producción literaria con la traducción profesional: Los hijos de Bob Dylan, del autor norteamericano Gordon E.McNeer, Poemas de amor, de Oscar Wilde, Otras maneras de usar la boca y El sol y sus flores, de Rupi Kaur, las novelas Todo es mentira, de E. Lockhart y Una conexión ilógica, de John Corey Whaley y la letra de las canciones de los discos de Vetusta Morla, La Deriva y Mismo sitio distinto lugar.
En 2013 publicó en la editorial Lapsus Calami Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, con prólogo de Benjamín Prado, el que ha sido su cicerone en el panorama literario de la poesía española contemporánea. En mayo de 2014, la editorial Valparaíso Ediciones, con sede en España y en América Latina, le propuso publicar su segundo poemario, Baluarte.
En 2015 publicó una selección de sus poemas en el libro Ya nadie baila, con prólogo de Fernando Valverde y en diciembre de 2016 dio el salto a la prestigiosa editorial Visor con el poemario La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida, con prólogo de Joan Margarit. En abril de 2018 salió publicado su sexto libro y segundo ilustrado, Aquella orilla nuestra, con la editorial Alfaguara, que combina la poesía de Sastre con las ilustraciones de Emba. En 2019 apareció su primera novela, Días sin ti, tras obtener con ella el prestigioso Premio Biblioteca Breve.
El próximo jueves, 21 de febrero, abrirá el 4º Ciclo literario La Dignidad de la Palabra, en el Gran Teatro de Elche, acompañada de Esther Abellán.
- ¿Qué es antes, la lectura o la escritura?
- La lectura, sin duda, yo creo que cualquier escritor ha tenido que ser antes un buen lector. De pequeña, cuando tienes más tiempo y menos obligaciones, para mí la lectura era mi entretenimiento principal, más que la televisión o las películas. Si eres buen lector, te pica el gusanillo de escribir.
- ¿Se puede ser un lector sin tener la pulsión de escribir?
- Sí, yo creo que sí, lo que pasa es que al contrario no, y si eso pasa es algo un poco extraño, no me fiaría yo demasiado de lo que se escriba. Lo que pasa es que la escritura, como cualquier arte, es una canalización de lo propio, y te puede dar por la escritura, te puede dar por la pintura, la canción, al final a algunos nos da por escribir y si eso nos funciona, nos sentimos a gusto, pero no siempre pasa.
- Sucede más a menudo que un artista plástico, por ejemplo, o audiovisual, tenga como referente de su pulsión creativa la lectura, pero no al contrario, que un escritor tenga como origen de su escritura el cine, por ejemplo, o la música.
- Es verdad, en mi caso mi interés proviene de la lectura, he escrito muchos poemas basados en lecturas de distintos libros que, por lo que sea, me han emocionado y he sentido esa necesidad, pero a mí lo que realmente luego me inspira a la hora de escribir y hace que todo fluya mucho mejor, es la música, siempre escribo con música de fondo, especialmente instrumental, la novela también la escribí con música, si no puedo escuchar música, me cuesta mucho más concentrarme.
- Ventajas y desventajas de Internet y las redes sociales para una autora literaria.
- Las ventajas son numerosas, a la vista están. Internet ha revolucionado el mundo del arte, porque ha permitido que llegue a mucha más gente, que al final es un poco la base de todo. Ha conseguido incluso que llegue a gente que no lo estaba buscando. A mí me escribe gente que me dice que no había leído poesía nunca, o que lo había dejado en el instituto, y de repente se encontró con un poema mío, le gustó y quiso seguir descubriendo. Es un puente entre muchas letras, muchos autores. A mí, en particular, me ha permitido, además de llegar a un público grande, que también se haga un poco el boca-oreja, que es un sistema de siempre, pero que con internet también funciona. El tema de Lationoamérica me lo ha permitido internet, porque allí no tenía ni mis libros editados, e internet me ha permitido tener lectores.
En la parte mala, pues lo que nos pasa a todos, que ahí hay poco filtro, está muy poco regulado y hay mucha gente que tiene mucho odio, o poca educación, pero es algo que no sólo nos pasa a los escritores. Debes intentar que eso no te lleve a sitios que no quieres, o te haga sentir incómodo. En el momento en que me empiece a sentir incómoda, es posible que cierre el canal que me haga sentir así y ya está, pero de momento lo llevo muy bien.
- De hecho tú tiraste mano de una herramienta que ya es casi arqueología de internet, los blogs.
- Claro, cuando yo empecé a escribir en internet no estaban ni las redes sociales. De hecho, me acuerdo que en un principio estaba un poco recelosa, cómo iba a compartir un poema en twitter, lo que hacía era compartir el link del blog. Pero sí comprobé que de repente el público se agrandaba un montón.
- Traducir, sobretodo en el caso de la traducción literaria, ¿es como un ejercicio de taller de escritura? ¿Qué aprende un escritor traduciendo?
- A ver, de todo lo que hago, creo que esto, traducir, es lo más complicado. Ahora mismo estoy con unas odas de Sharon Olds, cuya traducción estoy compartiendo con otro poeta, y es complicado, porque al final no te puedes dejar llevar por tu creación, ni te puedes permitir tener el pensamiento de “yo habría escrito esto así, o asá”, o de “esto no me gusta como está”, tienes que mantenerte alejada y a la vez muy dentro del texto. Es complicado, pero a mí las cosas complicadas me gustan, y cuando no veo la luz, no me muevo de aquí hasta que la encuentre.
- ¿Crees que a través del empuje de nuevos y nuevas autoras que le dan visibilidad en los canales masivos, la poesía empieza a ocupar el lugar que le correspondería por naturaleza, en un mundo necesitado de desconexiones, pero con tiempo muy limitado? La poesía debería ser el género más fácil para captar lectores.
- Pues creo que sí, de hecho a todo el mundo le gusta la letra de alguna canción, se la pone en el móvil, se la tatúa, hace algo con ella, al final no hay tanta diferencia entre un poema y la letra de una canción. Creo que estaba muy invisibilizada, pero también que era por ignorancia, la gente se quedaba en Lope de Vega, en poesía más clásica, y es complicado que a todo el mundo le llegue el mismo estilo de poesía, al final hay tantos estilos como en la música. Si se le da un poco de visibilidad, al final la gente se acaba enganchando.
- Y ahora la narrativa. Premio Biblioteca Breve a Días sin ti, tu primera incursión en la novela, uno de los galardones más prestigiosos del panorama español. ¿Uno escribe lo que puede o lo que quiere?
- Bueno, yo siempre he escrito lo que he querido y lo que me he permitido a mí misma, nunca he escrito nada que no haya querido, lo que escribes te debe salir de dentro. Yo nunca he escrito algo pensando que iba a llegar a algún sitio, o que iba a formar parte de un libro, pensando en un premio, yo creo que todo eso llega después.
- ¿La palabra dignifica? Haciéndonos eco del ciclo en el que vas a participar, en Elche, La dignidad de la palabra.
- Sin duda, no creo que nadie pueda opinar lo contrario, tanto para bien, como para mal. Yo soy muy obsesa con las palabras, cuando veo en algún medio alguien que las utiliza mal, faltas en los medios de comunicación, alguien que habla y no sabe conjugar los verbos… me parece que es algo tan básico, y tan propio del ser humano, la comunicación verbal, que creo que se debería cuidar mucho más. La palabra es algo que tenemos todos y el hecho de poder expresarnos implica una libertad, es incluso un acto revolucionario que deberíamos tener más presente. Al final, cualquiera podemos decir cualquier cosa, y eso puede ser hasta peligroso.
- Para finalizar: un/a poeta, un/a novelista, un libro… ¿eres más de autores/as o de obras concretas?
- Yo soy libros, más que de autores, incluso a veces no recuerdo ni los títulos de los libros, porque aunque son importantes, al igual que los autores, al final lo importante es la poesía. Lo que me gusta es lo que me conmueve, no la persona que lo crea. Además, en estas cosas a veces al final te llevas decepciones y casi es mejor no conocer a los autores de tus poemas favoritos, jejeje. Al final el talento no tiene tanto que ver con la personalidad del autor.