El tren del aeropuerto, un poco más cerca con los PGE; el de la costa, todavía muy lejos
El tren del aeropuerto, un poco más cerca con los PGE; el de la costa, todavía muy lejos
El Gobierno no para de lanzar mensajes. Esta semana, dos. Muy clarividentes. Las inversiones para el 2021 se mantienen según lo presentado, pero con la excepción de la inversión ferroviaria extra que recibirán dos proyectos: las mejoras del tren Xàtiva-Alcoy y el impulso, hasta 2024, de la conexión de Cercanías con el aeropuerto de Alicante-Elche. De momento, no hay más botín. Sólo si vemos las excavadores pronto, al menos, en 2022, podremos decir que el acuerdo Compromís con el Gobierno de PSOE y Podemos habrá valido la pena.
La conexión ferroviaria entre Alicante-aeropuerto-Elche es estratégico como elemento de movilidad para los turistas que llegan por El Altet sino para mejorar el eje Alicante-Elche y por extensión con Murcia y las estaciones del AVE. La semana pasada ya comenté que el proyecto de convertir a Alicante en puerto base de cruceros pasa por la aceleración de la conexión entre la capital y el aeropuerto.
Por tanto, podemos hablar de una victoria simbólica para la provincia de Alicante con la aceptación de esa enmienda de Compromís, a falta de su desarrollo, pero por otro lado, como el reverso de una moneda, debemos hablar de una derrota sin paliativos: el tren de la costa no está entre las previsiones ni de este Gobierno, ni lo estuvo de lo anterior. Nos lo acaban de recordar.
El tren del aeropuerto, un poco más cerca con los PGE; el de la costa, todavía muy lejos
Y esa misma sensación se le quedó al presidente del Cerce d'Economia de la Marina Alta, Benito Maestre, y al alcalde de Dénia, Vicent Grimalt, cuando oyeron del secretario general de Infraestructura de Ministerio de Transportes que el departamento de Transición Ecológica todavía tiene que analizar el impacto de ese eje ferroviario a la altura del Marjal de Pego, por donde a escasos metros pasan una autopista y una carretera N-332. Es duro oírlo, pero es así. Pero en el fondo el mensaje es que ni este Gobierno ni el anterior no saben (o no quieren) canalizar ese proyecto. Lo dijo hace tiempo el entonces secretario general de Infraesturcturas, Julián López, en una entrevista en Alicante Plaza.Entonces, aseguro: " El tramo Gandía-Dénia es el complicado por la declaración de impacto ambiental. El Ministerio de Transición Ecológica nos transmite que es un tramo complicado". La siguiente pregunta fue:
- ¿Y el trazado nuevo entre Dénia y Alicante?
-En principio, no está planteado un trazado nuevo. Si alguna vez se plantea, lo ideal sería hacerlo sobre la base de la actual vía del Tram, que es lo que te evita los problemas de impacto ambiental.
Es decir, recordando esta entrevista y lo presenciado esta semana, queda claro que el tren de la costa es una quimera, una quimera incluso que llegue hasta Dénia. Y en caso de que llegara, deberá enlazarse con la Línea 9 del Tram, que si todo va bien estará operativa, tras las obras de reforma, en 2023. Esa es la cruda realidad. Hay dudas técnicas y, por lo que se ve, poca voluntad política.
Ni si quiera los fondos europeos se plantean como una oportunidad para afrontar el proyecto, con los beneficios que puede generar para el turismo; la mejora de la movilidad y las reducciones de CO2 que puede conseguir. Cuesta creer que hace 100 años se dio la autorización para construir la línea Alicante-Dénia (al banquero alicantino Juan Bautista Lafora), con muchos menos avances técnicos, y que finalmente se finalizó la obra (entre 1911 y 1915) tras cuatro años de obras -no sin muchos problemas previos con la expropiación de las tierras) gracias a la colaboración público-privada.
Cuesta creer que ese proyecto no esté en las prioridades del Gobierno, aunque sea sólo entre Gandía y Dénia; que tampoco se estudie una línea de Cercanías entre Benidorm y Alicante. Y ante este panorama, todo hacer indicar que el proyecto planteado por los alcaldes de Orihuela y -Torrevieja por conectar ambas ciudades con un nuevo proyecto quede en aguas de borrajas si no hay una presión política, ciudadana y empresarial mayor. La única diferencia con otras épocas es que ahora tenemos la inyección de fondos de la UE que lo puede hacer posible, como en su día lo fue la autopista AP7 del Mediterráneo, condicionada por los Gobiernos europeos como elemento de apertura. Con este ejemplo, y visto lo visto en las últimas decisiones de Madrid y lo falto que vamos de liderazgos, quizás sea el momento de ejercer la presión en Bruselas. Para pensarlo. De momento, el tren de la costa es un pitorreo.