El otro día volvió a la actualidad el famoso auditorio que la Diputación Provincial prometió para Elche mes y medio antes de las elecciones municipales y autonómicas de mayo. Tengo una opinión muy clara sobre este asunto y no tiene nada que ver con la polémica por su ubicación. Lo primero que creo necesario es hacer es una-breve repaso conceptual sobre qué son y para qué sirven en en la actualidad las diputaciones provinciales.
El contexto histórico lo cuento muy breve. Entre 1812 y 1813 se encarga la organización de España por provincias a un reputado cartógrafo, Felipe Bauzá, pero la restauración de Fernando VII la deja en un cajón. En el trienio liberal las desempolvan y se impulsan las diputaciones como órgano de gestión de esos territorios. Sin embargo, no es hasta 1833, cuando se encarga un nuevo diseño que no solo tiene en cuenta elementos geográficos, si no también históricos. El ministro de Fomento Javier de Burgos deja ya entonces estructurada en provincias una España muy parecida a la de hoy, salvo pequeñas modificaciones.
Los diputados que las forman son elegidos por sufragio indirecto, a partir de las elecciones municipales. Los representantes en la cámara provincial se reparten según los resultados de las elecciones municipales y de manera proporcional, por partidos y por zonas geográficas.
Con la llegada del Estado de las Autonomías se limitaron sus funciones, pero sin embargo manejan un presupuesto nada desdeñable. El gasto corriente, el capítulo de personal en concreto, es uno de los más abultados.
En cuanto a las competencias, destaco especialmente como muy relevantes la coordinación de los servicios que prestan los ayuntamientos, la gestión de servicios de carácter supramunicipal como por ejemplo el consorcio de bomberos o el consorcio de Residuos del Baix Vinalopó o el fomento de la cooperación para el desarrollo económico y social.
Una de las funciones que considero esencial de esta institución es aquella que realiza con los municipios más pequeños, como la gestión de tributos, el tratamiento de residuos, la gestión de proyectos culturales o la administración electrónica.
Dicho esto, la actividad de la Diputación provincial con municipios del tamaño de Alicante o Elche debería ser la justa, para volcarse con municipios pequeños y medianos donde el presupuesto muchas veces no permite servicios esenciales como un cajero, correos o incluso programar actividades culturales o festivas como en grandes ciudades. La España vaciada se vacía precisamente por eso, por la falta de servicios en las localidades con poca población.
Sin embargo, la política de escaparate, tan presente en este siglo, ha pervertido esta tarea, como tantas otras y ha hecho que presentar y apoyar proyectos de gran impacto mediático sea la línea estratégica de los partidos políticos en los gobiernos. Nadie pidió a la Diputación un auditorio para Elche, pero el anterior gobierno provincial; del PP, se lo sacó de la manga como guiño a la ciudad en la recta final de la pre campaña electoral.
El gobierno local, del PSOE, agarró el guante y se la devolvió con la cesión del suelo, ubicando esta instalación en el barrio que unos meses atrás, había copado titulares de todo el país por ser “el más pobre de España” y donde casualmente, está el principal nicho del voto socialista.
Nadie se paró a averiguar si en algún documento, plan estratégico, estudio o catálogo se había pedido o propuesto alguna vez un proyecto de estas características y dónde.
Se trató una vez mas de electoralismo. Me recuerda a un partido de tenis. Los tenistas son los partidos políticos que gobiernan en la Diputación y el Ayuntamiento de Elche y la bola, iba a decir que es el auditorio, pero creo que en realidad somos la ciudadanía, golpe para aquí, golpe para allá, y nosotros tan inocentes y felices de que nos dejen participar en el juego.