La historia del Elche CF ha escrito un nuevo capítulo, seis meses después de presentar un grandilocuente proyecto para recuperar la gloria perdida ¿Peor o mejor? Sólo el tiempo y la gestión que lleve a cabo Christian Bragarnik al frente de la entidad del Martínez Valero lo dirán. También es cierto que hacerlo peor de lo que José Sepulcre lo ha hecho es tan difícil como no mejorarlo. Que el representante de jugadores argentino sea la nueva propiedad merece un análisis. Tanto como los motivos por los que una hoja de ruta, que se ponía en escena con pompa y boato no hace mucho a modo de orgulloso resurgir cuál ave fénix de entre sus cenizas del hasta hace horas máximo accionista, se haya despedido a la francesa.
Quizás es que nunca hubo proyecto y todo fue maquillaje a su verdadera intención. Quizás lo único que quería Sepulcre era dar un pelotazo y de paso, si los astros se alineaban y surgía la posibilidad, lavar una imagen tan dañada como difícil de reconstruir. El abogado no quiso poner el dinero cuando fue presidente, prueba de ellos fueron los reiterados impagos que llevaron al club al descenso administrativo, y ahora, con traje de máximo accionista, se ha cansado de ponerlo (con el paréntesis, quizás más o menos grande de lo que sus palabras dicen, de las aportaciones de Bragarnik como auxilio económico para inscribir las fichas pendientes el pasado verano).
No discuto su dura travesía económica por el desierto de Segunda División B, pero cada uno recoge lo que siembra. Sobre todo porque todo lo que ha tenido que afrontar Sepulcre para nadar y no morir en la orilla ha sido el fruto de su nefasta gestión. Su adiós llega tarde. Lo hace en 2019 pero bien podría haberse producido, de manera definitiva, en 2015 con la responsabilidad del descenso administrativo en su currículum. Su exacerbado problema de ego personal, tan absurdo como los consejos de los palmeros que le han rodeado durante los últimos años, ha sido su talón de Aquiles.
Debió olvidar y resignarse con el pasado. Vivir el presente y disfrutar el futuro para no acabar entendiendo que pagar el jamón del caro y el champagne del bueno con el dinero del Elche CF, es fácil; lo difícil es tener que rascarse un bolsillo que cada vez tiene más agujeros. A cambio, ha tenido que vivir poniendo zancadillas, a través de presidentes y consejeros de paja, para evitar que inversores no elegidos a dedo, y bajo su supervisión, asaltaran su castillo. Ha tenido que idear una operación de orfebrería para auto adjudicarse la mayoría accionarial, gracias a la pasividad de un entramado que le ha dado la espalda y que le ha pagado con el mayor desprecio, la indiferencia.
Sepulcre siempre se ha quejado de no encontrar el apoyo de los empresarios ilicitanos cuando lo que quizás debería de haberse preguntado es por qué no ha tenido su respaldo. Los ilicitanos ni se salvan ni se dejan de salvar solos. Algunos hablan mucho pero, a la hora de la verdad, todo se queda en la barra del bar. La frase es un absurdo cliché, en un momento de euforia pactada y malintencionada que no puede esconder que el entramado empresarial de esta ciudad hace tiempo que perdió el interés por un sentimiento que, puede que se cultive en el corazón de sus aficionados, pero que está muerto en el de los que si quieren, pueden, demostrar aquello de ‘els diners i el collons, per a les ocasions’. Eso sí, para no perder la migaja del pastel sí que suman esfuerzos accionariales al paquete de Sepulcre, no vayan a quedarse a dos velas.
Cada uno hace lo que quiere con su dinero pero el dinero no compensa la bravuconería y la facilidad de poder criticar por la espalda y dar la palmadita por delante. El peaje de Sepulcre ha sido hacer que sus conciudadanos, esos que le podían sacar del atolladero siendo sus compañeros de viaje, hayan aborrecido al Elche CF. Triste herencia. Creer que al volver sería bienvenido. Su gran castigo, y al mismo tiempo condena para el Elche CF. Elche fracasó como ciudad cuando hace años nadie quiso dar un paso al frente para hacerse cargo de un Club que queda muy bien en la solapa a modo de pin pero que a la hora de la verdad, quema. Dicen que hoy el Elche CF es menos ilicitano por su accionariado, pero no por ello es menos querido por los que de verdad lo sentimos.