El Misteri d'Elx, declarado por UNESCO Patrimonio de la Humanidad desde el año 2001, con multitud de reconocimientos, incluida la declaración de Monumento Nacional por el Gobierno de la II República española en 1931 o Fiesta de Interés Turístico Internacional en 1980, no se va a poder representar este próximo mes de agosto.
Lo decidió este martes la Junta Local Rectora del Patronato Nacional del Misteri. Un órgano de gestión creado por ley y que integra unas 30 personas nombradas por las tres instituciones públicas a las que los ilicitanos e ilicitanas ha encomendado la tarea de preservar La Festa, y difundirla, el Ayuntamiento de Elche, el Obispado de la Diócesis Orihuela Alicante y la Generalitat Valenciana.
En esa junta rectora y por lo tanto en la reunión en la que se tomó la decisión, hay desde curas hasta independentistas, desde expertos en música barroca hasta periodistas y desde filólogos a empresarios, arquitectos, economistas o historiadores.
Es un arco representativo de los más variado y déjenme decir, pintoresco. Entre ellos hay conocimiento de todo tipo e ideologías para aburrir. Tiene eso si, algunas cosas en común. Una muy clara, el conocimiento y la voluntad de que el Misteri d' Elx siga siendo lo que es, una joya patrimonial viva, representativa de nuestra cultura y tradición, aferrada a nuestras raíces desde hace 600 años y a nuestra forma de sentirnos ilicitanos y valencianos.
Tras una deliberación larga, que venía la mitas hecha de casa, la reunión acabó confluyendo en que no se dan las condiciones para que se pueda representar el Misteri este mes de agosto. Es la cuarta vez que se sepa que no se puede hacer, otras epidemias como el cólera, la Guerra Civil y otros hitos lo impidieron.
La Festa de seis siglos de historia no se pone en marcha en dos tardes. Son necesario ensayos grupales al menos dos meses previos, la tramoya aérea y terrestre se monta tras ponerla a punto semanas antes. El cielo también debe instalarse en la cúpula con todo el entramado que conlleva y la maroma, que soporta los aparatos aéreos como el Araceli y la Coronación que hacen tan reconocible mundialmente el Misteri, se cuelga semanas antes con un trabajo de los tramoyistas complejo y de gran dificultad aprendido de padres a hijos. Hace solo 15 años la maroma era una cuerda gruesa de cáñamo, ahora por la nueva legislación en materia de seguridad, lleva dentro un cable de acero pero sigue recubierta de fibra natural.
Bajo el Cadafal, durante las representaciones, hay gente. Tramoyistas, que tienen una tareas muy concretas en ese pequeño reducto donde no se pueden poner erguidos. Sobre él, los cantores y la escolanía se mueven en un espacio muy limitado imposible de ampliar. Las voces no se pueden proyectar como lo hacen con mascarillas; en el “cielo” hay un estructura artesana derivada de siglos de costumbre que ha funcionado de manera manual y creo que parte lo sigue haciendo...
En fin, siendo profana en el tema, se me ocurren a bote pronto mil razones por las que el Misteri no puede representarse con las condiciones que ha establecido la nueva sociedad que nos deja el coronavirus. Al menos este agosto aún no.
Pero es curiosa esa característica humana que nos hace a todos sentirnos entrenadores de fútbol, epidemiólogos, economistas … expertos en Misteri. Nada más publicar la noticia las redes sociales se llenaron de aportaciones con “explicaciones maestras” de cómo sería posible perfectamente llevar adelante el Misteri “con mascarillas” como digo yo. Si es que no se para qué tanto cura, arquitecto, filólogo, musicóloga o experto en el barroco. Cualquier hijo de vecino sabe que el Misteri con dos mascarillas y un huequito aquí y otro allá saldría del paso. Y así todo