ALICANTE. El Hércules no escapa a los problemas institucionales ni tras el mejor arranque liguero de su historia. Lo extradeportivo siempre termina arrinconando la actualidad deportiva, algo que comienza a cansar, y mucho, a los aficionados.
Las razones expuestas por Quique Hernández para dejar su cargo de presidente pueden llegar a tener cierta coherencia, pero no convencen ni a la prensa ni a muchos aficionados. El mensaje que ahora mismo acompaña todo lo relativo a la entidad, por muchas ruedas de prensa, es que pesa sobre ella un evidente lastre administrativo; un consejo que no consigue dar estabilidad a ningún proyecto, hasta el punto de que, desde 20165, entre entrenadores y presidentes se podría montar un equipo para competir en Segunda Regional.
Hernández, que alegaba en su comparecencia de este miércoles "falta de confianza" hacia su gestión por parte de los dos mecenas del Hércules para coger la puerta e irse, era preguntado los periodistas si se sentía decepcionado, traicionado o incluso sorprendido con la forma de actuar de estos hacia él: "Estoy triste, pero qué voy a hacer, si no estoy a gusto en un sitio me tendré que marchar, no se van a ir Enrique y Juan Carlos", afirmaba el ya exmandatario que siempre ha sido y será un hombre de fútbol, un hombre del Hércules, un herculano, algo que precisamente puede ser lo que ha llevado a que no se le deje trabajar, como ha ocurrido con otros muchos antes.
En la temporada 2011/12, recién descendido a Segunda y con Juan Carlos Mandía en el banquillo, el Hércules era líder con un proyecto sólido, pero antes de acabar la primera vuelta ya se había sufrido una crisis institucional de la que Sergio Fernández y Perfecto Palacio fueron los damnificados. Se puede trazar un claro paralelismo entre esa campaña y la actual. Ortiz no conoce de clasificaciones para tomar decisiones; Ramírez sí, pero esto no es una decisión suya, sino de Quique Hernández. El que fuera entrenador del Hércules se equivocó al pensar qué Ramírez iba a dar más importancia a la grada que a la taquilla; también se equivocó al pensar que Enrique Ortiz no cuestionaría su gestión; y se equivoca ahora pensando que este asunto acaba aquí.
El papel de Quique Hernández como presidente se había dejado notar en una exitosa campaña de abonos y en un incremento de los ingresos por venta de entradas . La grada está con él y a buen seguro que lo demostrará en los próximos partidos: de nuevo "Ramírez vete ya", otra vez la parroquia cabreada y con el equipo necesitando ganar en casa. Al final siempre es lo mismo: inestabilidad de administrativa. El líder del grupo III de Segunda División B se queda sin presidente, otra vez. Una decisión respetable pero que llega en el peor momento. Gracias Quique, te seguiremos viendo en la grada del Rico Pérez.