ALICANTE. El Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, organismo dependiente de la Diputación de Alicante, vuelve a instalarse de nuevo en la incertidumbre tras la dimisión, este jueves, de su directora, María Teresa Pérez Vázquez, quien solo llevaba unos meses en el cargo. En concreto, desde el pasado mes de abril, cuando fue elegida tras un tedioso proceso de selección que tuvo paralizada a la entidad durante casi un año. Precisamente desde que, en julio de 2019, la configuración del nuevo equipo de gobierno en la Diputación de Alicante disolviera automáticamente al equipo directivo del instituto, como exigen sus estatutos. A ello se suma los meses del confinamiento domiciliario en el que la actividad del instituto, como la del resto de organismos culturales, estuvo paralizada.
Ahora, todo vuelve a empezar. El contador se pone otra vez a cero tras la eternización de aquel proceso de selección y los impedimentos que ha supuesto el coronavirus, lo que ha conllevado, hasta el momento, un año y medio perdido.
La dimisión de Pérez Vázquez llega de forma sorpresiva y como solución ética y estética al embrollo administrativo que ha supuesto la adjudicación, el pasado mes de septiembre, de un contrato menor sobre la renovación de la imagen institucional del Gil-Albert (página web y logotipo), por valor de unos 9.000 euros, a la empresa de marketing que dirige José Vicente Castaño, quien a su vez era el subdirector del área de Comunicación Audiovisual y Redes Sociales en el propio equipo de Pérez Vázquez en el instituto. La selección de la empresa se hizo en junio o julio; la formalización del contrato, cuando Castaño ya era subdirector del instituto (fue nombrado en agosto, como el resto).
Una incompatibilidad que no había trascendido hasta el momento y que ha sido informada por la institución provincial en un comunicado, una vez los hechos habían llegado a conocimiento del equipo de gobierno provincial, tanto por parte del presidente, Carlos Mazón, como por parte de la vicepresidenta y diputada de Cultura, Julia Parra, quienes han forzado la dimisión de los implicados. "La transparencia es una de las líneas estratégicas del actual gobierno", han afirmado.
Con todo, las dimisiones de Pérez Vázquez y de Castaño se han saldado también con el abandono de la institución por parte de Miriam Hurtado y Asunción María Agulló, otras dos personas propuestas en su día por la ya exdirectora. Así, el IAC Juan Gil-Albert vuelve a restaurar, además, su imagen institucional anterior, dejando en un espejismo esa renovación que había emprendido el organismo público hace escasos meses. Una situación que le devuelve al punto de partida, desde donde habrá que elegir un nuevo director o directora.
Sin embargo, ahora son dos las opciones posibles. Una larga y otra corta. La primera, que es la que ha confirmado la Diputación de Alicante que se hará, en los próximos días, consistiría en iniciar de nuevo un proceso de selección desde cero, lo que podría eternizar de nuevo ese trámite, dando lugar a que el nuevo director inicie sus funciones casi en el ecuador del mandato. La segunda opción sería recurrir rápidamente a los finalistas del último proceso selectivo: Santiago González-Varas y José Ferrándiz Lozano.
"Lo más legal ahora sería nombrar a uno de los otros dos finalistas", ha asegurado González-Varas, que ha contestado a preguntas de este diario para confirmar que no descarta asumir el cargo si así se lo pide la Diputación. "Creo que, aplicando la Ley de Contratos que ha servido de inspiración en la pasada selección (no en vano, el Gil-Albert depende de la Administración), habría que llamar a los otros dos finalistas y no hacer un nuevo concurso", explica. Por su parte, el otro finalista, Ferrándiz Lozano, no ha querido confirmar su posible disposición. Él se presentaba a la reelección como director del Gil-Albert en el mandato anterior, así que elegirle de nuevo sería lo más continuista de todo.
Por otro lado, se da la circunstancia de que González-Varas, catedrático de Derecho Administrativo, mostró públicamente su disconformidad con el resultado de este proceso de selección que calificó de “sorprendente” al considerar que “han pesado más las relaciones públicas de los candidatos que su perfil intelectual”. Y es que no faltó polémica por el nombramiento de María Teresa Pérez Vázquez, vicerrectora de Relaciones Institucionales de la UMH, ya que se trataba de una mujer de ciencias para una institución de letras.
El comité de valoración optaba así por una persona licenciada en Medicina y Veterinaria, doctora en Medicina y Cirugía, y catedrática de Escuela Universitaria en el área de Cirugía, que imparte clases en la facultad de Medicina de Sant Joan d'Alacant. Una polémica que ha seguido encima de la mesa en este año y medio sin apenas gestión -el nombramiento de Pérez Vázquez se eternizó y coincidió con el inicio de la pandemia- y que se zanja ahora devolviendo a la institución cultural a la casilla de salida. Que se actúe con rapidez para devolverle la utilidad al Gil-Albert, todavía está por ver. La programación cultural y el presupuesto de 2021 están aprobados y diseñados, pero como en el pasado marzo se enfrentan, a su vez, a la incertidumbre de las restricciones sanitarias que pueden sufrir los actos culturales. Entonces, con directora; ahora, a la espera del nuevo.