ALICANTE. Hay un placer especial en ir a un concierto a quedarse sordo, sentir cómo los decibelios te rodean y te estrujan. Cómo te pitan los oídos, como todo el mundo sabe. ¿Masoquismo? Puede ser. Es más, seguramente lo sea. Pero la sonrisa de gilipuertas que se te pone cuando las ondas sonoras te dan en la cara en primeras filas, o más atrás, si se da el caso, es irrefutable. Un poco de eso es lo que se espera el jueves en Stereo Alicante, donde los organizadores del Fuzzville empiezan a hacer de las suyas. Esta vez con los ingleses Ming City Rockers, que con su punkazo y sus guitarrazos a bocajarro no sólo amenazan con hacerte pitar los oídos, también con volarte el peluquín si es que llevas.
Como era de esperar, el festival de Benidorm no trae cualquier cosa y sigue desplegando las alas por Alicante en formato internacional. Y estos señores de Immingham no se andan con chiquitas. Forman parte de esa estirpe de punkazo melódico, a mitad de camino también entre el garage macarrufo que tanto gusta a las gentes del Fuzzville. Y también a quienes son acérrimos de Buzzcocks o los Stooges. El conjunto sintetiza en sus dos discos ese espíritu hedonista y orientado al pop de los primeros —barriendo claramente para casa— y lo abrasivo de los sacrosantos y protopunks Stooges de Iggy Pop.
Así que parece que no hace falta más pruebas de que es un concierto que va a estar de rechupete —rechupete no es un término muy punk, pero tampoco lo es la portada con el pato de goma del segundo disco de estos tipos—; los organizadores son de fiar y las influencias de los ejecutores también. Precisamente, y entrando en materia, su segundo largo, Lemon (Mad Monkey, 2016), es toda esa corrosión de los Stooges del Raw Power, golpeando con dureza y cayendo sobre ti como una losa en forma de bola de distorsión. Entre los primeros cortes del disco ya se ve lo que se traen entre manos con temas como ‘The Man On The Clapham Omnibus’ o ‘I Don’t Mind If You Don’t Mind’. Vocales desaliñados y punteos que vienen del rock and roll clásico.
En su debut en largo, Ming City Rockers (Mad Monkey, 2014) se despachan más a gusto con un rock and roll más clasicón, apelando a sus vocales bastante nutridos y empiezan a despuntar con riffs de potentes distorsiones. Aunque se decantan por un sonido más de taberna, en algunos temas empiezan a asomar el lomo los Ming City Rockers del segundo álbum, que son los más contundentes gracias a los monstruosos riffs que te dejan con el culo torcido la primera vez que escuchas Lemon. Incluso hay un tema que se llama ‘Trying to Find Pixies’ que por los cambios de ritmo parece un pequeño homenaje al grupo de Boston.
En cualquier caso da igual, con la actitud y el desparrame de la formación inglesa da la impresión de ser uno de esos grupos que a su paso deja un rastro de devastación por la potencia que emana de sus instrumentos. Esperemos que no se pasen con el trinitrotolueno, queremos ir a más conciertos en Stereo.