tribuna / OPINIÓN

El ejemplo de Agustín Navarro

5/02/2021 - 

La muerte de un amigo siempre nos pilla con el paso cambiado. Siempre, al dolor de la pérdida, se añade otro de carácter más privado. Tiene la forma de un pequeño remordimiento ¿Le dije a tiempo cuánto le admiraba? ¿Le demostré lo que significaba para mí? Quiero creer que sí. O que, en todo caso la inteligencia de Agustín Navarro, su infalible instinto callejero de xic del poble, lo supieron descifrar.

Que fue un buen alcalde, eso lo saben todos los vecinos de Benidorm. Nadie, ni siquiera sus rivales políticos, se lo podrá negar. Que amó a su ciudad y la llevó a la conquista de la modernidad, tampoco. Ni que gracias a él se abrieron puertas y ventanas que llevaban cerradas demasiado tiempo. Agustín sobrevivió entre trincheras: la de los convulsos años 90 y la centrifugadora de ilusiones que fue la crisis de 2008. En los dos casos, lo sensato era salir corriendo. Pero ese nunca fue su estilo. En su caso, la fuerza personal, la convicción de lo que estaba haciendo, el optimismo, el trellat… lo compensaban todo. En la política y en la vida supo hacer suya la máxima de Compay Segundo: contra más viento… ¡más vela!. Y por eso se convirtió en el capitán que cualquiera querría seguir en mitad de la tormenta. Una buena persona que te ganaba por la vía  de la sencillez y de los hechos. Cuando cualquier otro se hubiera rendido, a él le llegó la ocasión de ser alcalde de su pueblo. Y en ese tiempo hizo lo más necesario: dignificar la política. Merecer, cada día, la confianza de la gente. De alguna manera, Agustín anticipó el gran cambio que estaba por venir. Supongo que vivir en el futuro es una  marca de los benidormins de soca-rel.

Yo tuve la suerte de compartir con él algunos años en la Diputación de Alicante (entre 2015 y 2019) y disfrutar de su magisterio y su compañía. Con Agustín aprendí que el mandato de representar a tu pueblo no se acaba nunca, que nunca es suficiente, que nunca está permitido bajar los brazos. Nunca. Una palabra que sabe a despedida, pero que en realidad es una invitación a continuar. Que nos consuela como hacía Agustín cuando los demás no encontrábamos palabras para arroparle como nos hubiera gustado.

Ahora que se ha marchado, a la profunda tristeza que sentimos se une una convicción: la necesidad de seguir su ejemplo. De mirarnos al espejo en el que se miraba para intentar ser mejores. La familia del PSPV, la agrupación de Benidorm y la de la provincia de Alicante no lo vamos a olvidar.

Adéu, amic.

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